W
wenthalf08f
Invitado
Mentiras dulces, verdades amargas ¿Porque tiene que ser así? La desilusión es una caída hacia una especie de abismo y duele, duele saber la verdad, ahora recuerdo mi adolescencia, me dolió porque mis padres me acariciaban con mentiras, y los demás me golpeaban con verdades, de ahí mis complejos e inseguridades. Mira aquel niño jugando, su sonrisa me confiesa su inocencia, y ve aquellas aves que vuelan en el cielo y las flores, que hermosos son sus colores. El calor de mi familia, ahí me siento seguro, y en el amor de mi pareja encuentro la felicidad más dulce. Volteo al cielo y agradezco a Dios, a la naturaleza o a la vida por darme la oportunidad de vivir. Que bonito suena eso, que bonito es ignorar todo, que dulce es la inconsciencia, que hermoso es inventarnos un mundo, darnos razones y crearnos esperanzas, que bello es vivir siempre como niño, que bonitas son las palabras que nos crean la ilusión, y así viven, ellos se consuelan con palabras, se alimentan con sus dulces mentiras, mientras que a nosotros la vida nos escupe las verdades más crudas.
LA MUERTE
Te dan la vida y ya cargas con tu muerte, en tu interior está la semilla de la nada, es lo más seguro realmente, la vida es tuya y tú muerte también. Antes de nacer una infinita nada, y después otra nada eterna, somos efímeros, pasajeros en una vida minúscula comparado con la eternidad del universo. Esa es la experiencia de lo sublime, sentirnos pequeños en la inmensidad, el infinito, la eternidad, que atractivo y a la vez un horror nos producen, no soportamos ser seres temporales y acumulamos amor, bienes, dinero, experiencias, pues presentimos nuestra finitud, pero actuamos ridículamente, pues nada de eso sirve para enfrentarse a la muerte, en la muerte se prueba la más grande soledad, nadie sufre contigo, estás completamente solo, todas las relaciones significativas son ficciones para evadir la verdad de nuestra soledad cósmica, sólo percibes una realidad, la tuya, jamás experimentas más que eso, estás solo todo el tiempo. Ésto no es bueno ni malo, es la verdad, acéptalo, piensa desde ahora así, deja de mentirte, vas a morir y no sabes cómo ni cuándo, solo lo sabes y quieres olvidarlo, lo olvidas mediante hacer una familia, una casa, una empresa, comodidades y lujos, te mientes, nada de eso te acompaña en la soledad previa a la muerte, nada de eso te sirve, todo es una lucha en contra de la nada, la nada que devora todo.
Curiosamente todos tenemos la idea de que la muerte se encuentra siempre en un futuro lejano y que nos encontramos a la mitad del camino, pues sabemos que la vejez es la mensajera de nuestra muerte, sin embargo la muerte es una posibilidad que siempre está presente, no hay nada que evite que puedas morir en el minuto siguiente, sales a la calle y puedes morir en un accidente, algún asalto con violencia, un desastre natural, un accidente de trabajo, pasar en un lugar inadecuado, nunca se busca la muerte, pero la muerte es siempre posible, ésta verdad nos debería impulsar a no temer a la muerte, pues es inevitable, no lo buscas, siempre estás vulnerable, esa muerte imprevista no puede causar temor, sería absurdo andar siempre con miedo, pues el miedo no cambiará nunca nada de lo que pueda pasar, al contrario el miedo entorpecería tu reacción ante la posibilidad de un accidente mortal.
Nuestra evasión de la muerte es instintiva, pero todo instinto es absurdo, pues es irracional, el instinto es útil para las reacciones rápidas, es útil para el animal, si viene un depredador es el instinto lo que impulsa a que la presa salte y corra de inmediato, sin pensarlo. En cambio la razón, nuestra herramienta más grande, precisa el proceso y permite distinguir si algo es realmente inteligente o es absurdo. La evasión de la muerte es absurdo pues es inminente, la muerte es el destino de todo ser vivo y solo el ser humano lo sabe, el animal no sabe sobre la muerte, no sabe que va a morir, solo huye del dolor y busca el alimento. El hombre sabe que va a morir y eso le permite razonar sobre ello, pensar e incluso prepararse para ese momento, esto es algo muy necesario pues la muerte es un acontecimiento que a todos nos sucede y tratar de vivir sin considerarla es condenarnos a sufrimiento innecesario, lamentablemente nuestra cultura nunca nos prepara para afrontarla con madurez, nos incita a siempre negarla o a verla como algo negativo. Sin duda la mejor manera de prepararse para la muerte precisa de tres etapas, desenamorarse de la vida, dejar de ver la muerte como tragedia y aprender a desear la muerte.
La muerte es más natural que la vida, pues todo lo que nace es para morir. Las plantas lo saben y no ponen reproches, saben que la muerte es su realización última, ¿Como pudiera algo morir si no tuviera ese deseo en el fondo más íntimo de su naturaleza? Los animales viven por instinto, pero aún así terminan muriendo y no sufren por su muerte, su dolor siempre es momentáneo, pues jamás piensan en el futuro. El ser humano siempre vive pensando en el futuro y ha inventado pretextos contra la muerte, porque le parece que vivir vale la pena, en el fondo los más viejos se dan cuenta que no es así, tarde se dan cuenta que vivir es un sinsentido y que la muerte no debe ser temida, más bien deseada.
Buscamos la alegría para evitar el sufrimiento, buscamos la felicidad para sedarnos contra el dolor de la existencia, y en busca de la felicidad solo encontramos decepción y problemas que se van apilando uno sobre otro. La vida es un sufrimiento constante, en cambio la muerte es la paz absoluta, la nada es imperturbable, no hay actividad ni pensamiento, no hay alegría ni dolor, es nada, es vacío indiferente, como la materia inerte. Al morir nuestro organismo se reduce a sus orígenes inorgánicos, u organismos más simples libres de la conciencia, el hombre consciente es como un pedazo de madera siendo volcado e impelido por la tormenta en el océano inmenso de la existencia, siempre vulnerable, el hombre es consciente de sí mismo siendo consciente, es consciente del pasado y de su futuro, el animal es menos vulnerable pues no es completamente consciente de sí mismo, sólo es consciente de su entorno y del ahora, la planta es por mucho el más imperturbable de los seres vivos, no tiene conciencia, solo es, es impulsada por sensaciones externas, con funciones orgánicas independientes, tan basta y suficiente, a tal grado que en su inocencia y en su dulce inconsciencia sus genitales están a la vista de todos, libre de mostrar toda su naturaleza, a diferencia de los demás seres vivos que sus genitales se encuentran siempre escondidos, en la parte oculta de su cuerpo, siempre será más perfecta la nada a la existencia, siempre más preferible la inconsciencia a la conciencia, por ende todo ser viviente inevitablemente tiene en su naturaleza la muerte, en el fondo toda la naturaleza aspira hacia la nada.
Nosotros inventamos pretextos contra la muerte: Dios nos va a salvar, la humanidad nos va a salvar, la ciencia nos dará la salvación, la fe nos salvará, el amor nos salvará, la esperanza es nuestra salvación, nunca cambiamos nada solo cambiamos las palabras para crearnos la ilusión que cambiamos nuestro pensamiento, queremos sentirnos superhéroes para combatir juntos contra la muerte, batalla contra la nada que acabará incluso con el universo, pero nos hace sentir bonito creer que estamos ganando, seguimos inventando pretextos pues no queremos entrar a la madurez, queremos seguir siendo niños, nunca aceptamos la naturaleza tal cual es, queremos escapar y volar a los cielos, pero los cielos están tan vacíos como nuestro interior, ahora sabemos que rechazar la muerte es ir contra la naturaleza. Los dolores que nos evitaríamos si tomáramos a la vida como lo que es, un simple fenómeno que no tiene nada de divino, y que no tiene nada de sentido. La vida debería ser vivida con intensidad nunca con amor, nunca con una ilusión de eternidad, nunca con máscaras, nunca con apego a ella. Desde pequeños debe ser la única verdad que no puede negarse, vamos a la muerte, y sin llantos ni temor debemos perseguirla, como el enamorado que espera a su amada, nuestra conciencia debe desear la muerte y esperarla. Sin embargo ellos creen que amando a la vida son felices, y es respetable, todos son libres de creer en lo que prefieran, pero no pueden evitar la realidad, amar a la vida sólo es una máscara que oculta su desesperación, en el interior está su frustración, su cansancio, su decepción, y su esperanza de que el sufrimiento algún día termine, ellos buscan distraerse de la vida, matar al tiempo para no matarse ellos mismos, al final el tiempo los terminará matando a ellos. El amor a la vida solo produce infinidad de sufrimientos.
La muerte no puede ser jamás un castigo, los que lo ven así están equivocados y los que enseñan que la muerte debe ser temida mienten. Por eso existe la tortura, si la muerte fuera el mayor mal no existiría la tortura, pues es en la vida en dónde es posible el verdadero infierno, por eso se inventó la creencia en el infierno, es absurdo que la mayor condena sea la muerte, es necesario inventar otra vida después de la muerte en dónde sufras por tus pecados. La tortura eleva la imaginación del ser humano ha implementar sufrimiento sin llegar a la muerte, hacer lo más tardío la muerte, pues ésta significaría el cese del sufrimiento, ¿Tú cuánto sufrimiento estás dispuesto a soportar con tal de no morir? Es muy fácil esclavizar a alguien si lo amenazas de muerte, pues las personas prefieren siempre la vida aunque ésta signifique tortura y sufrimiento. La muerte es tu escape y salida de la vida y lo único de lo que podemos estar seguros es de que la muerte es nada.
Si estás condenado a muerte, si estás al borde acéptalo y no sufras por lo que pierdes no hay nada después de la muerte, es impensable, nada entra a perturbar a la nada, por fin el descanso eterno, todo lo que viviste sólo existe en forma de recuerdos y ese es su único valor, no pidas más, no desees más, disfruta tu soledad por fin estás contigo después de tanto ruido, de tantos problemas, experiencias buenas o malas, aquí terminan, corona tu vida con una sonrisa de descanso, parece que somos insaciables pues siempre hay algo que deseamos, pero ese deseo siempre da lugar a otro y otro y otro en una rueda que jamás termina, vivir preso al deseo insaciable, esa es la vida, y la muerte inminente significa el fin de todo deseo, ya no querer, desde ahora solo ser, sin esperar nada, solo estar aquí sin necesitar nada. Esa es la naturaleza del hombre desde su interior, y todos deberíamos morir en ese sentido desde muy temprana edad. Es una experiencia difícil y dolorosa, pero si se resiste lo suficiente pronto todo es más ligero, pronto ya nada duele, y se prueba una paz auténtica desconocida, inagotable, es en dónde la vida se acerca a la muerte, ese punto en el que no se distingue si se está existiendo o ya no y el umbral de la muerte ya no es posible sentirlo, como acostarse e ir a dormir al sueño eterno.
LA PÉRDIDA
Hay dos maneras de superar la muerte de algún ser querido, por medio del engaño y la ilusión y la otra es por medio de la verdad y la decepción, yo desde luego voy a abordar la segunda, de la primera puedes buscar autoayuda, religión, motivación, consejos prácticos, por mi parte solo voy a relatar la manera más apegada a la realidad y a la fortaleza del carácter no a su debilidad.
Todos sabemos que nuestros seres queridos van a morir y no sabemos si ahora, mañana o dentro de algunos años, pero lo seguro es que vas a ver morir a algún familiar a lo largo de tu vida, es inminente, por lo que lo más inteligente es prepararse conscientemente para sentirlo menos y aceptar la pérdida prontamente. Siempre el mejor modo es prevenirlo, es decir antes de que suceda, pero si ya sucedió más adelante hablaremos de ello también.
El amor y la muerte van ligadas, amamos porque sabemos que vamos a perderlos, queremos disfrutarlos lo máximo y queremos hacerlos propiedad para ello, el amor es darle un significado de apropiación a una relación, y puede hacerse muy estrecha si se desea. Y es natural que entre más estrecha es la relación más duele la pérdida, amar en ese sentido es irracional pues actuamos como la persona que aterrada por un terremoto piensa en la pérdida de sus bienes y se regresa a querer salvarlos, arriesgándose a perder la vida o a sufrir una lesión. Igual pasa con el amor, intuimos que nuestros seres queridos se van a ir algún día y entonces es preciso verlos como propiedad y entonces tratar de encarnarlos en nuestro corazón, en nuestra vida, para salvarlos del olvido, torpemente pues esto es contraproducente, es la razón del dolor tan grande al perderlos, la regla general es, entre más amor siempre será más grande el dolor.
Lo más inteligente es siempre no amar demasiado, entrar a la madurez y desapegarse poco a poco de las personas sentimentalmente, pues nosotros queremos ser siempre niños y pasamos del amor de la madre al amor de la pareja al amor de los hijos, siempre vulnerables, siempre débiles necesitados de significado. Aquí sucede algo curioso pues las personas creen que no amar a alguien significa odiarlo y eso es falso, el odio ata tanto como el amor, su naturaleza es la misma, de ahí que sea tan fácil pasar de uno al otro y que puedan convertirse en su contrario con tanta facilidad. Dejar de amar no significa odiar, ni despreciar, solo ser personas que se basten a sí mismas y no involucrar sentimientos intencionalmente, para ello es preciso también vaciar poco a poco sus significados, si temes la muerte de alguien, por ejemplo, antes de que suceda medita en ella, y fantasea en tu mente con su muerte, engaña por un momento a tu corazón y finge que ya no está y que se fue para siempre, escucha música, lee o escribe poesía como si vivieras el luto de tu ser querido, morirá sólo el sentimiento, ese sentimiento que fue creado también puede ser eliminado, es como superar una relación que terminó, se muere el sentimiento, es eso lo que dura a través del tiempo y que produce dolor a cada instante, no se tiene que reprimir, ni olvidar, se tiene que externar, que reflexionar y superar.
Llora la muerte de tus seres queridos mientras están vivos, eso te hará apreciarlos de una manera más objetiva, si puedes, aléjate por un momento de ellos y siéntete sólo, busca sentirte absolutamente solo y escribe cómo te sientes, llora, estás seguro, pues aún no ha pasada nada, después de esta experiencia todo es más ligero y tus seres queridos siguen aquí, nada ha cambiado, solo tu percepción, conserva esa imagen y cuando suceda de verdad el dolor será mucho menor, pues ya sabrás manejarlo, te parecerá conocido el momento y las sensaciones, esto es muy duro y requiere mucha fuerza, pero es posible superar cualquier muerte, nadie es eterno, nadie te prometió que existía el para siempre, y si te lo prometieron fue solo una mentira, acéptalo, así como todos terminamos en la tumba, así también todos terminamos en el olvido.
Lo más duro sin duda es superar la muerte cuando ya ha sucedido realmente, y debo de dar una advertencia pues a partir de este momento diré cosas que no serán para nada consoladoras, con seguridad harán sentir más mal a la persona, yo por mi parte me aferro a la verdad, por más fuerte y por más desconsoladora que sea. Debemos entender que es inevitable sentir el dolor de una pérdida en la muerte, ese dolor es culpa de nuestra cultura que hace el amor como lo más importante, y es el amor lo que hace que suframos más al perder, por eso el sentimiento más intenso que y fuerte que existe no es el amor, es la pérdida de lo que se ama. Sufrimos porque amamos, nuestro dolor es la consecuencia de el gran error de amar.
¿Te duele la pérdida? ¿Lloras a tu muerto? Eso se llama egoísmo profundo, te lloras a ti mismo, únicamente te sufres a ti, tu muerto ya no sufre, ya no siente, ya no es. Tu sufres por ti, porque ahora estás solo, ahí se revela el amor, el amor fue solo tu seguridad, es tu ancla, has perdido tu ancla, te sientes solo, te lloras a ti mismo, tus lágrimas no atraviesan la nada de la muerte, tus lágrimas son para ti, en el fondo solo amamos para nosotros mismos, amamos porque queremos sentido a nuestra existencia, no amamos a las personas, nos amamos a nosotros mismos mediante las personas. Porque a tú muerto no le gustaría verte así de roto, no le gustaría verte así sufriendo, pero a ti eso no te importa, tu solo piensas en ti, en tus propios sentimientos, ahí revelarnos que nunca amamos a las personas, nos amamos a nosotros mismos, nos enamoramos del deseo de ser amados.
No lloras a un muerto, lloras tu soledad, la muerte te reveló una verdad y eso es lo que te duele, que nada es para siempre y que siempre estarás solo. ¿Y quién te prometió que existía la eternidad, quien te dijo que nunca estarías solo? Aquellos que decían amarte, ellos te decían "siempre voy a estar contigo" y te lo decían solo para posponer tu dolor y que lo sintieras más intenso el día que se te revelara esa verdad mediante su muerte, se reveló su mentira y se reveló tu verdad. Cuanto antes lo sepas mejor, los muertos están mejor que nosotros, nosotros sufrimos, ellos no saben nada, nosotros sentimos dolor, ellos ya no son. Uno se llora a sí mismo, uno sufre el luto de uno mismo, pues sufre la pérdida de un significado, sufre por la soledad que ahora presiente, pues jamás aprendió a estar consigo mismo en soledad absoluta. La muerte de un ser querido significa dolor, pero también significa libertad, con ellos se ha ido una parte de ti, dejaste de ser su hijo, dejaste de ser su hermano, ahora eres tú, y eso asusta, pues no sabes quién eres, siempre fuiste un ser para otro ser, nunca fuiste tú, fuiste una imagen, un prototipo que guardar, ahora que ya no está, te encuentras contigo mismo y no hay nada, esa nada aterradora, y es ahí en donde entras a la madurez, obligado por la soledad, esa soledad que no puedes evitar y te aprieta contra ti mismo. Por eso un suceso como la muerte fortalece la voluntad de las personas, pues entran a la madurez, comienzan a conocerse a sí mismos, aunque realmente no es necesario que sucedan esas situaciones límite para entrar en la madurez de espíritu, cualquiera podría desarrollarlo si dejara de mentirse, si dejara de imaginar fantasías, sin tener que inventar esperanzas, sin necesidad de recurrir a su torpe optimismo. Ellos creen que esas son sus armas y las aconsejan, pero las aconsejan no porque sean las mejores, lo hacen porque son las únicas que conocen, y es porque son las que les enseñan, esa es su moral, su salvadora, esa que escucharon y esa que repiten, ellos no piensan, solo recuerdan y repiten. Ellos la aconsejan como si fuera lo mejor, quieren engañarse y pretenden engañarnos, pero solo hace falta una mirada rápida para darse cuenta que se mienten para ocultar su tristeza, su impotencia, su desesperación, su sufrimiento, su método no sirve, y lo saben, pero no conocen otro, aquí está el otro, el camino difícil, el que prepara seres que entrarán a la madurez sin probar la desgracia, no la que quiere perpetuar la niñez toda una vida, para ir de sufrimiento en sufrimiento hasta la muerte.
Nosotros ya no queremos engañarnos, no sentimos aprecio por su moral, no nos interesa parecernos a ellos y confundirnos con la multitud de copias, perdidos entre ellos mismos, la conciencia hace que los individuos se aislen, y ellos buscan juntarse para huir de la conciencia. Todos juntos forman un solo individuo, solo en compañía se sienten tranquilos, en soledad están perdidos, jamás llegarán a conocerse, morirán sin saber quienes son y a nosotros no nos importa, nosotros nos bastamos, no requerimos nada más que nuestra libertad el regalo de nuestra soledad, la bendita soledad que siempre nos acompaña desde la cuna hasta la tumba.
LA MUERTE
Te dan la vida y ya cargas con tu muerte, en tu interior está la semilla de la nada, es lo más seguro realmente, la vida es tuya y tú muerte también. Antes de nacer una infinita nada, y después otra nada eterna, somos efímeros, pasajeros en una vida minúscula comparado con la eternidad del universo. Esa es la experiencia de lo sublime, sentirnos pequeños en la inmensidad, el infinito, la eternidad, que atractivo y a la vez un horror nos producen, no soportamos ser seres temporales y acumulamos amor, bienes, dinero, experiencias, pues presentimos nuestra finitud, pero actuamos ridículamente, pues nada de eso sirve para enfrentarse a la muerte, en la muerte se prueba la más grande soledad, nadie sufre contigo, estás completamente solo, todas las relaciones significativas son ficciones para evadir la verdad de nuestra soledad cósmica, sólo percibes una realidad, la tuya, jamás experimentas más que eso, estás solo todo el tiempo. Ésto no es bueno ni malo, es la verdad, acéptalo, piensa desde ahora así, deja de mentirte, vas a morir y no sabes cómo ni cuándo, solo lo sabes y quieres olvidarlo, lo olvidas mediante hacer una familia, una casa, una empresa, comodidades y lujos, te mientes, nada de eso te acompaña en la soledad previa a la muerte, nada de eso te sirve, todo es una lucha en contra de la nada, la nada que devora todo.
Curiosamente todos tenemos la idea de que la muerte se encuentra siempre en un futuro lejano y que nos encontramos a la mitad del camino, pues sabemos que la vejez es la mensajera de nuestra muerte, sin embargo la muerte es una posibilidad que siempre está presente, no hay nada que evite que puedas morir en el minuto siguiente, sales a la calle y puedes morir en un accidente, algún asalto con violencia, un desastre natural, un accidente de trabajo, pasar en un lugar inadecuado, nunca se busca la muerte, pero la muerte es siempre posible, ésta verdad nos debería impulsar a no temer a la muerte, pues es inevitable, no lo buscas, siempre estás vulnerable, esa muerte imprevista no puede causar temor, sería absurdo andar siempre con miedo, pues el miedo no cambiará nunca nada de lo que pueda pasar, al contrario el miedo entorpecería tu reacción ante la posibilidad de un accidente mortal.
Nuestra evasión de la muerte es instintiva, pero todo instinto es absurdo, pues es irracional, el instinto es útil para las reacciones rápidas, es útil para el animal, si viene un depredador es el instinto lo que impulsa a que la presa salte y corra de inmediato, sin pensarlo. En cambio la razón, nuestra herramienta más grande, precisa el proceso y permite distinguir si algo es realmente inteligente o es absurdo. La evasión de la muerte es absurdo pues es inminente, la muerte es el destino de todo ser vivo y solo el ser humano lo sabe, el animal no sabe sobre la muerte, no sabe que va a morir, solo huye del dolor y busca el alimento. El hombre sabe que va a morir y eso le permite razonar sobre ello, pensar e incluso prepararse para ese momento, esto es algo muy necesario pues la muerte es un acontecimiento que a todos nos sucede y tratar de vivir sin considerarla es condenarnos a sufrimiento innecesario, lamentablemente nuestra cultura nunca nos prepara para afrontarla con madurez, nos incita a siempre negarla o a verla como algo negativo. Sin duda la mejor manera de prepararse para la muerte precisa de tres etapas, desenamorarse de la vida, dejar de ver la muerte como tragedia y aprender a desear la muerte.
La muerte es más natural que la vida, pues todo lo que nace es para morir. Las plantas lo saben y no ponen reproches, saben que la muerte es su realización última, ¿Como pudiera algo morir si no tuviera ese deseo en el fondo más íntimo de su naturaleza? Los animales viven por instinto, pero aún así terminan muriendo y no sufren por su muerte, su dolor siempre es momentáneo, pues jamás piensan en el futuro. El ser humano siempre vive pensando en el futuro y ha inventado pretextos contra la muerte, porque le parece que vivir vale la pena, en el fondo los más viejos se dan cuenta que no es así, tarde se dan cuenta que vivir es un sinsentido y que la muerte no debe ser temida, más bien deseada.
Buscamos la alegría para evitar el sufrimiento, buscamos la felicidad para sedarnos contra el dolor de la existencia, y en busca de la felicidad solo encontramos decepción y problemas que se van apilando uno sobre otro. La vida es un sufrimiento constante, en cambio la muerte es la paz absoluta, la nada es imperturbable, no hay actividad ni pensamiento, no hay alegría ni dolor, es nada, es vacío indiferente, como la materia inerte. Al morir nuestro organismo se reduce a sus orígenes inorgánicos, u organismos más simples libres de la conciencia, el hombre consciente es como un pedazo de madera siendo volcado e impelido por la tormenta en el océano inmenso de la existencia, siempre vulnerable, el hombre es consciente de sí mismo siendo consciente, es consciente del pasado y de su futuro, el animal es menos vulnerable pues no es completamente consciente de sí mismo, sólo es consciente de su entorno y del ahora, la planta es por mucho el más imperturbable de los seres vivos, no tiene conciencia, solo es, es impulsada por sensaciones externas, con funciones orgánicas independientes, tan basta y suficiente, a tal grado que en su inocencia y en su dulce inconsciencia sus genitales están a la vista de todos, libre de mostrar toda su naturaleza, a diferencia de los demás seres vivos que sus genitales se encuentran siempre escondidos, en la parte oculta de su cuerpo, siempre será más perfecta la nada a la existencia, siempre más preferible la inconsciencia a la conciencia, por ende todo ser viviente inevitablemente tiene en su naturaleza la muerte, en el fondo toda la naturaleza aspira hacia la nada.
Nosotros inventamos pretextos contra la muerte: Dios nos va a salvar, la humanidad nos va a salvar, la ciencia nos dará la salvación, la fe nos salvará, el amor nos salvará, la esperanza es nuestra salvación, nunca cambiamos nada solo cambiamos las palabras para crearnos la ilusión que cambiamos nuestro pensamiento, queremos sentirnos superhéroes para combatir juntos contra la muerte, batalla contra la nada que acabará incluso con el universo, pero nos hace sentir bonito creer que estamos ganando, seguimos inventando pretextos pues no queremos entrar a la madurez, queremos seguir siendo niños, nunca aceptamos la naturaleza tal cual es, queremos escapar y volar a los cielos, pero los cielos están tan vacíos como nuestro interior, ahora sabemos que rechazar la muerte es ir contra la naturaleza. Los dolores que nos evitaríamos si tomáramos a la vida como lo que es, un simple fenómeno que no tiene nada de divino, y que no tiene nada de sentido. La vida debería ser vivida con intensidad nunca con amor, nunca con una ilusión de eternidad, nunca con máscaras, nunca con apego a ella. Desde pequeños debe ser la única verdad que no puede negarse, vamos a la muerte, y sin llantos ni temor debemos perseguirla, como el enamorado que espera a su amada, nuestra conciencia debe desear la muerte y esperarla. Sin embargo ellos creen que amando a la vida son felices, y es respetable, todos son libres de creer en lo que prefieran, pero no pueden evitar la realidad, amar a la vida sólo es una máscara que oculta su desesperación, en el interior está su frustración, su cansancio, su decepción, y su esperanza de que el sufrimiento algún día termine, ellos buscan distraerse de la vida, matar al tiempo para no matarse ellos mismos, al final el tiempo los terminará matando a ellos. El amor a la vida solo produce infinidad de sufrimientos.
La muerte no puede ser jamás un castigo, los que lo ven así están equivocados y los que enseñan que la muerte debe ser temida mienten. Por eso existe la tortura, si la muerte fuera el mayor mal no existiría la tortura, pues es en la vida en dónde es posible el verdadero infierno, por eso se inventó la creencia en el infierno, es absurdo que la mayor condena sea la muerte, es necesario inventar otra vida después de la muerte en dónde sufras por tus pecados. La tortura eleva la imaginación del ser humano ha implementar sufrimiento sin llegar a la muerte, hacer lo más tardío la muerte, pues ésta significaría el cese del sufrimiento, ¿Tú cuánto sufrimiento estás dispuesto a soportar con tal de no morir? Es muy fácil esclavizar a alguien si lo amenazas de muerte, pues las personas prefieren siempre la vida aunque ésta signifique tortura y sufrimiento. La muerte es tu escape y salida de la vida y lo único de lo que podemos estar seguros es de que la muerte es nada.
Si estás condenado a muerte, si estás al borde acéptalo y no sufras por lo que pierdes no hay nada después de la muerte, es impensable, nada entra a perturbar a la nada, por fin el descanso eterno, todo lo que viviste sólo existe en forma de recuerdos y ese es su único valor, no pidas más, no desees más, disfruta tu soledad por fin estás contigo después de tanto ruido, de tantos problemas, experiencias buenas o malas, aquí terminan, corona tu vida con una sonrisa de descanso, parece que somos insaciables pues siempre hay algo que deseamos, pero ese deseo siempre da lugar a otro y otro y otro en una rueda que jamás termina, vivir preso al deseo insaciable, esa es la vida, y la muerte inminente significa el fin de todo deseo, ya no querer, desde ahora solo ser, sin esperar nada, solo estar aquí sin necesitar nada. Esa es la naturaleza del hombre desde su interior, y todos deberíamos morir en ese sentido desde muy temprana edad. Es una experiencia difícil y dolorosa, pero si se resiste lo suficiente pronto todo es más ligero, pronto ya nada duele, y se prueba una paz auténtica desconocida, inagotable, es en dónde la vida se acerca a la muerte, ese punto en el que no se distingue si se está existiendo o ya no y el umbral de la muerte ya no es posible sentirlo, como acostarse e ir a dormir al sueño eterno.
LA PÉRDIDA
Hay dos maneras de superar la muerte de algún ser querido, por medio del engaño y la ilusión y la otra es por medio de la verdad y la decepción, yo desde luego voy a abordar la segunda, de la primera puedes buscar autoayuda, religión, motivación, consejos prácticos, por mi parte solo voy a relatar la manera más apegada a la realidad y a la fortaleza del carácter no a su debilidad.
Todos sabemos que nuestros seres queridos van a morir y no sabemos si ahora, mañana o dentro de algunos años, pero lo seguro es que vas a ver morir a algún familiar a lo largo de tu vida, es inminente, por lo que lo más inteligente es prepararse conscientemente para sentirlo menos y aceptar la pérdida prontamente. Siempre el mejor modo es prevenirlo, es decir antes de que suceda, pero si ya sucedió más adelante hablaremos de ello también.
El amor y la muerte van ligadas, amamos porque sabemos que vamos a perderlos, queremos disfrutarlos lo máximo y queremos hacerlos propiedad para ello, el amor es darle un significado de apropiación a una relación, y puede hacerse muy estrecha si se desea. Y es natural que entre más estrecha es la relación más duele la pérdida, amar en ese sentido es irracional pues actuamos como la persona que aterrada por un terremoto piensa en la pérdida de sus bienes y se regresa a querer salvarlos, arriesgándose a perder la vida o a sufrir una lesión. Igual pasa con el amor, intuimos que nuestros seres queridos se van a ir algún día y entonces es preciso verlos como propiedad y entonces tratar de encarnarlos en nuestro corazón, en nuestra vida, para salvarlos del olvido, torpemente pues esto es contraproducente, es la razón del dolor tan grande al perderlos, la regla general es, entre más amor siempre será más grande el dolor.
Lo más inteligente es siempre no amar demasiado, entrar a la madurez y desapegarse poco a poco de las personas sentimentalmente, pues nosotros queremos ser siempre niños y pasamos del amor de la madre al amor de la pareja al amor de los hijos, siempre vulnerables, siempre débiles necesitados de significado. Aquí sucede algo curioso pues las personas creen que no amar a alguien significa odiarlo y eso es falso, el odio ata tanto como el amor, su naturaleza es la misma, de ahí que sea tan fácil pasar de uno al otro y que puedan convertirse en su contrario con tanta facilidad. Dejar de amar no significa odiar, ni despreciar, solo ser personas que se basten a sí mismas y no involucrar sentimientos intencionalmente, para ello es preciso también vaciar poco a poco sus significados, si temes la muerte de alguien, por ejemplo, antes de que suceda medita en ella, y fantasea en tu mente con su muerte, engaña por un momento a tu corazón y finge que ya no está y que se fue para siempre, escucha música, lee o escribe poesía como si vivieras el luto de tu ser querido, morirá sólo el sentimiento, ese sentimiento que fue creado también puede ser eliminado, es como superar una relación que terminó, se muere el sentimiento, es eso lo que dura a través del tiempo y que produce dolor a cada instante, no se tiene que reprimir, ni olvidar, se tiene que externar, que reflexionar y superar.
Llora la muerte de tus seres queridos mientras están vivos, eso te hará apreciarlos de una manera más objetiva, si puedes, aléjate por un momento de ellos y siéntete sólo, busca sentirte absolutamente solo y escribe cómo te sientes, llora, estás seguro, pues aún no ha pasada nada, después de esta experiencia todo es más ligero y tus seres queridos siguen aquí, nada ha cambiado, solo tu percepción, conserva esa imagen y cuando suceda de verdad el dolor será mucho menor, pues ya sabrás manejarlo, te parecerá conocido el momento y las sensaciones, esto es muy duro y requiere mucha fuerza, pero es posible superar cualquier muerte, nadie es eterno, nadie te prometió que existía el para siempre, y si te lo prometieron fue solo una mentira, acéptalo, así como todos terminamos en la tumba, así también todos terminamos en el olvido.
Lo más duro sin duda es superar la muerte cuando ya ha sucedido realmente, y debo de dar una advertencia pues a partir de este momento diré cosas que no serán para nada consoladoras, con seguridad harán sentir más mal a la persona, yo por mi parte me aferro a la verdad, por más fuerte y por más desconsoladora que sea. Debemos entender que es inevitable sentir el dolor de una pérdida en la muerte, ese dolor es culpa de nuestra cultura que hace el amor como lo más importante, y es el amor lo que hace que suframos más al perder, por eso el sentimiento más intenso que y fuerte que existe no es el amor, es la pérdida de lo que se ama. Sufrimos porque amamos, nuestro dolor es la consecuencia de el gran error de amar.
¿Te duele la pérdida? ¿Lloras a tu muerto? Eso se llama egoísmo profundo, te lloras a ti mismo, únicamente te sufres a ti, tu muerto ya no sufre, ya no siente, ya no es. Tu sufres por ti, porque ahora estás solo, ahí se revela el amor, el amor fue solo tu seguridad, es tu ancla, has perdido tu ancla, te sientes solo, te lloras a ti mismo, tus lágrimas no atraviesan la nada de la muerte, tus lágrimas son para ti, en el fondo solo amamos para nosotros mismos, amamos porque queremos sentido a nuestra existencia, no amamos a las personas, nos amamos a nosotros mismos mediante las personas. Porque a tú muerto no le gustaría verte así de roto, no le gustaría verte así sufriendo, pero a ti eso no te importa, tu solo piensas en ti, en tus propios sentimientos, ahí revelarnos que nunca amamos a las personas, nos amamos a nosotros mismos, nos enamoramos del deseo de ser amados.
No lloras a un muerto, lloras tu soledad, la muerte te reveló una verdad y eso es lo que te duele, que nada es para siempre y que siempre estarás solo. ¿Y quién te prometió que existía la eternidad, quien te dijo que nunca estarías solo? Aquellos que decían amarte, ellos te decían "siempre voy a estar contigo" y te lo decían solo para posponer tu dolor y que lo sintieras más intenso el día que se te revelara esa verdad mediante su muerte, se reveló su mentira y se reveló tu verdad. Cuanto antes lo sepas mejor, los muertos están mejor que nosotros, nosotros sufrimos, ellos no saben nada, nosotros sentimos dolor, ellos ya no son. Uno se llora a sí mismo, uno sufre el luto de uno mismo, pues sufre la pérdida de un significado, sufre por la soledad que ahora presiente, pues jamás aprendió a estar consigo mismo en soledad absoluta. La muerte de un ser querido significa dolor, pero también significa libertad, con ellos se ha ido una parte de ti, dejaste de ser su hijo, dejaste de ser su hermano, ahora eres tú, y eso asusta, pues no sabes quién eres, siempre fuiste un ser para otro ser, nunca fuiste tú, fuiste una imagen, un prototipo que guardar, ahora que ya no está, te encuentras contigo mismo y no hay nada, esa nada aterradora, y es ahí en donde entras a la madurez, obligado por la soledad, esa soledad que no puedes evitar y te aprieta contra ti mismo. Por eso un suceso como la muerte fortalece la voluntad de las personas, pues entran a la madurez, comienzan a conocerse a sí mismos, aunque realmente no es necesario que sucedan esas situaciones límite para entrar en la madurez de espíritu, cualquiera podría desarrollarlo si dejara de mentirse, si dejara de imaginar fantasías, sin tener que inventar esperanzas, sin necesidad de recurrir a su torpe optimismo. Ellos creen que esas son sus armas y las aconsejan, pero las aconsejan no porque sean las mejores, lo hacen porque son las únicas que conocen, y es porque son las que les enseñan, esa es su moral, su salvadora, esa que escucharon y esa que repiten, ellos no piensan, solo recuerdan y repiten. Ellos la aconsejan como si fuera lo mejor, quieren engañarse y pretenden engañarnos, pero solo hace falta una mirada rápida para darse cuenta que se mienten para ocultar su tristeza, su impotencia, su desesperación, su sufrimiento, su método no sirve, y lo saben, pero no conocen otro, aquí está el otro, el camino difícil, el que prepara seres que entrarán a la madurez sin probar la desgracia, no la que quiere perpetuar la niñez toda una vida, para ir de sufrimiento en sufrimiento hasta la muerte.
Nosotros ya no queremos engañarnos, no sentimos aprecio por su moral, no nos interesa parecernos a ellos y confundirnos con la multitud de copias, perdidos entre ellos mismos, la conciencia hace que los individuos se aislen, y ellos buscan juntarse para huir de la conciencia. Todos juntos forman un solo individuo, solo en compañía se sienten tranquilos, en soledad están perdidos, jamás llegarán a conocerse, morirán sin saber quienes son y a nosotros no nos importa, nosotros nos bastamos, no requerimos nada más que nuestra libertad el regalo de nuestra soledad, la bendita soledad que siempre nos acompaña desde la cuna hasta la tumba.