Capítulo 1: La tienda y el castigo
Lunes 30 de mayo del 2016. Madrid-España. Era un día como cualquier otro, me estaba preparando para ir a la escuela con mi hermano Leo. Todo fue muy normal, todos los días era así. Se volvió muy monótono, hasta el camino para ir a la escuela era el de siempre, así que le dije a Leo que tomáramos otra ruta, de todos modos no había mucha prisa porque era temprano. Leo aceptó y tomamos un camino por un sector algo viejo de la ciudad.La Relojeria La tienda En el sendero nos encontramos con una tienda de antigüedades, le dije a Leo que pasáramos a ver. Ya que echar un vistazo no hacía mal. Esta vez aceptó de una manera que parecía que lo estuviera obligando a que entráramos en la tienda.
Al entrar nos atendió un anciano que aparentaba entre unos 80 o 90 años. Le costaba algo caminar, se notaba porque tenía un bastón y cojeaba mucho. Nos contó que no frecuentaban chicos de nuestra edad en su tienda y que era raro verles algo de interés en las cosas antiguas, por lo que en estos tiempos solo les importan las cosas modernas y tecnológicas. Volteé a ver a Leo que no parecía muy interesado. No era raro, a él no le ha llamado nunca la atención las cosas antiguas como a mí.
La tienda
Tras pasear por la tienda noté un antiguo pero pequeño libro, tenía una tapa de cuero y creo que decía “The Shadow”. Le pregunté al viejo cuánto costaba el libro, a lo que me dijo que si quería me lo podía llevar como regalo. Yo me alegré por ello, pero no duró mucho porque Leo me dijo que solo faltaban cinco minutos para que cerraran la puerta de la escuela. Me despedí del señor. Por el título del libro, no se me hacía raro que estuviese escrito en inglés, para mi fortuna yo sabía inglés, pero tenía muchos términos que desconocía.
Ya en la escuela, me dice un compañero que si llevé el mechero para el trabajo de física. Quede estupefacto cuando me lo dijo, yo lo único que había hecho en todo el fin de semana era estar en la computadora y no me acordé de comprarlo. Como soy muy olvidadizo le pregunte a qué horas tocaba Física. Para mi fortuna era ya casi finalizando la jornada, planeé salir un momento de la escuela en la hora de recreo para ir al supermercado que está a pocas cuadras de la escuela y comprarlo ahí, pero habría un pequeño problema: los profesores no me dejarían salir del colegio. No tenía de otra que escaparme.
Ya en el recreo salí de inmediato para la puerta del colegio y aproveché que el portero estaba en la cafetería. En el supermercado me percaté que la zona estaba algo desolada. Le pregunté a la chica de la caja por eso y me dijo que cerca de estos lugares las personas han experimentado sucesos paranormales y por ello se estaban empezando a irse de la zona. Algunos lo atribuyen al colegio porque como no tiene tanta vigilancia hay rumores que dicen que sectas entran a la escuela y hacen rituales.
Yo ya había escuchado sobre el tema, algunos lugares de la escuela tienen manchas rojas que se atribuyen a sangre humana, en un casillero se encontró un pentáculo y el chico que tenía ese casillero fue suspendido por 5 días del colegio. En un momento algo repentino llega el dueño del local y le dice a la chica que cerrarán temprano hoy. Al momento que el señor le dice a la chica que va a cerrar temprano, miro el reloj y me voy directamente a la escuela.
Cuando entré, el rector estaba en la puerta. ¡CARAJO! No me acordaba de las cámaras de vigilancia en la escuela. Me llamó y me dijo que fuese a la rectoría para que llamaran a mis padres. Qué más, tendré que aguantarme el castigo que me dejarán.
Cuando mis padres se fueron, el rector dijo que tenía que quedarme con los profesores para ayudar a calificar evaluaciones. Para mí era preferible eso a que me hicieran una ficha del caso. Ya cuando terminamos de calificar las evaluaciones, me dieron ganas de ir al baño. Era raro, porque no tomé tanto líquido ese día, pero se sentía como si todo el día fuese tomado agua.
Al salir del baño me percaté de que el colegio estaba solo. Como dicen por ahí, no había ni un alma. Me dirigí a la sala de profesores, pero solo estaba la profesora Kelly que nos enseña lenguas. Le pregunté que si ya nos podíamos ir que ya se estaba haciendo algo tarde. La profesora me responde que sí, y me preguntó que si la podía ayudar a llevar unos cuadernos. Fue en ese momento que noto que unos compañeros de la primaria también estaban allá. Les pregunte qué hacían, también los habían castigado. No se me hizo raro, ya que casi siempre los castigaban.