Yo como sepulturero y celador ya añejo, un individuo sin rumbo ni sentido real en la vida que ha dedicado gran parte de su existencia a esta labor cerca a los difuntos, encuentro confortante e interesante el comunicarme con las estatuas de los cementerios.
Estas estatuas o esculturas de marmol en los lugares tan rodeados de vidas fallecidas son el medio por el cual logro entablar comunicación con entidades del más allá cuyos cuerpos fueron dejados a dormir en el lugar bajo tierra. Aquellas estatuas aunque uno no lo crea pueden contener enormes cantidades de energía de incomprensible procedencia. Pueden ser incluso portales entre el mundo vivo y el muerto.
Existen varios metodos con los cuales puedes comunicarte con las estatuas y por ende con los espiritus que allí puedan posarse. Por lo que si logras encontrar uno (ya que yo no voy a revelar el que más me sirve y más he usado) lo puedes llevar a cabo, pero se te debe advertir que se debe tener precaución y el llevar a cabo estos tipos de rituales llama riesgos, pues si no tienes buena suerte al practicarlos podrías estar contactando no con un espiritu benigno, sino con uno maligno o mucho peor, con un demonio.
Entonces cuento mis experiencias hablando con las estatuas de los cementerios. Muy pocas veces me he topado con una entidad no deseada, pues sé ciertos detalles para no llamarlos a ellos los malignos debido a que no soy el primero ni el único de mi familia que encuentra estos juegos con lo desconocido como un simple hábito para pasar el rato. Hay espiritus de fallecidos que se han tomado bien la muerte, otros que honestamente parecen estar bastante molestos por el horrido destino que les llegó, y otros que ni siquiera han salido del trance confuso en el que no han podido encontrar suficientes respuestas sobre el lugar y estado en donde ahora se encuentran.
Tanto melancolía como temor, como agradabilidad y más sentimientos me han invadido mientras tengo a veces cortas o a veces muy extensas conversaciones con estos espectros. Algunos me confiesan secretos que decidieron llevarse a la tumba, yo como siempre les prometo silencio pero a ciertos de ellos ni les importa eso, pues ya están muertos. Ciertas confesiones son... digamos que fáciles de digerir, mientras que otras son verdaderamente impactantes por no decir tan ruines que me quitan el aliento, te sorprendería saber cuántos secretos tiene una persona, creas o no, las apariencias engañan y todo individuo puede guardar dentro de sí cosas que nunca nadie imaginaría ni nadie sabrá.
También algunos se olvidan que han perecido y me hablan como si aún tuvieran asuntos pendientes en este plano, ya sabes, hablan de sus familias como si las hubiesen visto ayer tan solamente, sobre sus trabajos o sobre sus estudios, sobre sus hábitos y los que tienen pensado hacer al terminar la plática, es un poco triste la verdad.
En ocasiones las cosas se tornan interesantes, pues algunos de mis interlocutores se aventuran a contarme qué es lo que ven y cómo se sienten estando en el terreno de los muertos. Y aunque por lo visto los escenarios pueden variar bastante de ente a ente, unas cuantas caracteristicas comunes son, el frío intenso, la falta de control propio corporal a veces, la sencasión de desolación, la confusión.
Hay que aclarar además que no siempre la comunicación es perfecta, y me refiero a que a veces escucho las voces de los muertos de manera clara, tanto como si estuvieran a mi alrededor, y otras veces escucho sus voces entre-cortadas, difusas y poco audibles.
Me gustaría contar más sobre mis experiencias, pero debo dejar hasta aquí pues me voy y no me quiero alargar más esta parla que segura a nadie le interesa realmente.
Estas estatuas o esculturas de marmol en los lugares tan rodeados de vidas fallecidas son el medio por el cual logro entablar comunicación con entidades del más allá cuyos cuerpos fueron dejados a dormir en el lugar bajo tierra. Aquellas estatuas aunque uno no lo crea pueden contener enormes cantidades de energía de incomprensible procedencia. Pueden ser incluso portales entre el mundo vivo y el muerto.
Existen varios metodos con los cuales puedes comunicarte con las estatuas y por ende con los espiritus que allí puedan posarse. Por lo que si logras encontrar uno (ya que yo no voy a revelar el que más me sirve y más he usado) lo puedes llevar a cabo, pero se te debe advertir que se debe tener precaución y el llevar a cabo estos tipos de rituales llama riesgos, pues si no tienes buena suerte al practicarlos podrías estar contactando no con un espiritu benigno, sino con uno maligno o mucho peor, con un demonio.
Entonces cuento mis experiencias hablando con las estatuas de los cementerios. Muy pocas veces me he topado con una entidad no deseada, pues sé ciertos detalles para no llamarlos a ellos los malignos debido a que no soy el primero ni el único de mi familia que encuentra estos juegos con lo desconocido como un simple hábito para pasar el rato. Hay espiritus de fallecidos que se han tomado bien la muerte, otros que honestamente parecen estar bastante molestos por el horrido destino que les llegó, y otros que ni siquiera han salido del trance confuso en el que no han podido encontrar suficientes respuestas sobre el lugar y estado en donde ahora se encuentran.
Tanto melancolía como temor, como agradabilidad y más sentimientos me han invadido mientras tengo a veces cortas o a veces muy extensas conversaciones con estos espectros. Algunos me confiesan secretos que decidieron llevarse a la tumba, yo como siempre les prometo silencio pero a ciertos de ellos ni les importa eso, pues ya están muertos. Ciertas confesiones son... digamos que fáciles de digerir, mientras que otras son verdaderamente impactantes por no decir tan ruines que me quitan el aliento, te sorprendería saber cuántos secretos tiene una persona, creas o no, las apariencias engañan y todo individuo puede guardar dentro de sí cosas que nunca nadie imaginaría ni nadie sabrá.
También algunos se olvidan que han perecido y me hablan como si aún tuvieran asuntos pendientes en este plano, ya sabes, hablan de sus familias como si las hubiesen visto ayer tan solamente, sobre sus trabajos o sobre sus estudios, sobre sus hábitos y los que tienen pensado hacer al terminar la plática, es un poco triste la verdad.
En ocasiones las cosas se tornan interesantes, pues algunos de mis interlocutores se aventuran a contarme qué es lo que ven y cómo se sienten estando en el terreno de los muertos. Y aunque por lo visto los escenarios pueden variar bastante de ente a ente, unas cuantas caracteristicas comunes son, el frío intenso, la falta de control propio corporal a veces, la sencasión de desolación, la confusión.
Hay que aclarar además que no siempre la comunicación es perfecta, y me refiero a que a veces escucho las voces de los muertos de manera clara, tanto como si estuvieran a mi alrededor, y otras veces escucho sus voces entre-cortadas, difusas y poco audibles.
Me gustaría contar más sobre mis experiencias, pero debo dejar hasta aquí pues me voy y no me quiero alargar más esta parla que segura a nadie le interesa realmente.