Bueno, quiero contarles una experiencia mía y de mi hermana. Para empezar, siempre hemos sido fans de buscar cualquier página que diga contener rituales demoníacos o cosas por el estilo; obviamente, para nosotras ninguna de ellas resultaba interesante, o así fue hasta que una noche, en casa, encontramos un enlace disimulado en la esquina inferior derecha de un blog en japonés, que nos condujo a otra página llamada "El juego de la muerte".
El nombre era asquerosamente cliché, pero el aspecto no parecía ser el típico que le da un joven programador a su página para llamar la atención; en cambio, tenía un diseño bastante simple para llamarse de tal manera. Una pequeña chispa de emoción por ese descubrimiento se encendió en nosotras. La página principal era una simple pantalla en blanco con un botón azulado en medio, cuyas letras rezaban:
¿Quieres jugar? ¡Será divertido!
No lo pensamos dos veces, dimos click en el botón afirmando la pregunta, y así empezó todo; la pantalla se puso oscura con diferentes tonos de rojo que parecían deslizarse a través de toda la página cual espeso icor. Al principio, no hicimos más que reírnos por el trabajo repetitivo que había hecho el diseñador de la página, o al menos eso fue hasta que apareció una ventana con las siguientes palabras:
Sólo una de ustedes puede quedarse. Que la otra se vaya por la puerta.
Debajo de esas palabras, había una ilustración de la puerta al infierno. El mensaje no podía ser más claro: sólo una de nosotras podría permanecer viva.
Mi hermana y yo nos vimos a la cara, cada una con su propia expresión aterradora, y empapadas por nuestro propio inexplicable sudor; las manos nos temblaban, no porque la página resultara especialmente terrorífica, sino porque estábamos conscientes de que ya no se trataba de un simple juego, y temíamos por los movimientos que la otra se atreviera a hacer. Sin embargo, yo tenía todas las de ganar: un cutter que no había tocado hacía meses yacía polvoriento y oxidado en un estuche a mi derecha, sobre el escritorio.
Ella fue la primera en moverse, y yo la primera en asestar una puñalada con el instrumento.
No pude llorar, me sentía demasiado adolorida para hacerlo, quizá por la culpa o por la cantidad de nervios que azotaban mi cuerpo. Aún temblando, volví a entrar a la página, pero el diseño blanco se había reemplazado por un simple .gif de unas manos aplaudiendo. La clickeé, furiosa, pero sólo me condujo a un vídeo titulado "tú.avi".
Justo como yo pensaba, no era más que un vídeo de cincuenta largos minutos que repetían el momento en que la hoja del arma oxidada atravesó la blanca garganta de mi pariente, que aún yacía moribunda a mi lado.
Imagino que ya lo sabrán, pero me escapé de mi hogar luego de eso.
(Oh, vamos, tampoco ha sido tan difícil.)
(¿Quieres jugar?)
¡Será divertido!
El nombre era asquerosamente cliché, pero el aspecto no parecía ser el típico que le da un joven programador a su página para llamar la atención; en cambio, tenía un diseño bastante simple para llamarse de tal manera. Una pequeña chispa de emoción por ese descubrimiento se encendió en nosotras. La página principal era una simple pantalla en blanco con un botón azulado en medio, cuyas letras rezaban:
¿Quieres jugar? ¡Será divertido!
No lo pensamos dos veces, dimos click en el botón afirmando la pregunta, y así empezó todo; la pantalla se puso oscura con diferentes tonos de rojo que parecían deslizarse a través de toda la página cual espeso icor. Al principio, no hicimos más que reírnos por el trabajo repetitivo que había hecho el diseñador de la página, o al menos eso fue hasta que apareció una ventana con las siguientes palabras:
Sólo una de ustedes puede quedarse. Que la otra se vaya por la puerta.
Debajo de esas palabras, había una ilustración de la puerta al infierno. El mensaje no podía ser más claro: sólo una de nosotras podría permanecer viva.
Mi hermana y yo nos vimos a la cara, cada una con su propia expresión aterradora, y empapadas por nuestro propio inexplicable sudor; las manos nos temblaban, no porque la página resultara especialmente terrorífica, sino porque estábamos conscientes de que ya no se trataba de un simple juego, y temíamos por los movimientos que la otra se atreviera a hacer. Sin embargo, yo tenía todas las de ganar: un cutter que no había tocado hacía meses yacía polvoriento y oxidado en un estuche a mi derecha, sobre el escritorio.
Ella fue la primera en moverse, y yo la primera en asestar una puñalada con el instrumento.
No pude llorar, me sentía demasiado adolorida para hacerlo, quizá por la culpa o por la cantidad de nervios que azotaban mi cuerpo. Aún temblando, volví a entrar a la página, pero el diseño blanco se había reemplazado por un simple .gif de unas manos aplaudiendo. La clickeé, furiosa, pero sólo me condujo a un vídeo titulado "tú.avi".
Justo como yo pensaba, no era más que un vídeo de cincuenta largos minutos que repetían el momento en que la hoja del arma oxidada atravesó la blanca garganta de mi pariente, que aún yacía moribunda a mi lado.
Imagino que ya lo sabrán, pero me escapé de mi hogar luego de eso.
(Oh, vamos, tampoco ha sido tan difícil.)
(¿Quieres jugar?)
¡Será divertido!