Satanás aguarda para maldecir tu camino
¿Lo has visto en sus ojos al atardecer?
¿Te has preguntado si ríe cuando juega?"
Kansas, «El Juego del Diablo».
Este es un conjunto de instrucciones sobre cómo hablar con el Diablo.
Lo cual, como aquellos de ustedes con algún vestigio de inteligencia podrían deducir, es una proposición claramente estúpida; una que muy probablemente podría culminar en cualquier cantidad de destinos profundamente desagradables. A decir verdad, tal vez sería más prudente que publicaras la información de tu tarjeta de crédito en Facebook o que emprendieras una carrera de peleas contra cocodrilos.
Pero, desde luego, eso no te detendrá, ¿o sí? Al menos no si estás sinceramente interesado. En un nivel técnico, si haces todo a la perfección, existe una buena probabilidad de que salgas ileso, y eso parece ser razón suficiente para que algunas personas decidan que es una buena idea. Más aún si eres del tipo que son adictos a los sustos, amantes de la adrenalina y tentadores del destino. O del tipo desesperado.
Lo cual me lleva a un punto de clarificación que debo hacer. Este NO es un manual para realizar ninguna clase de trato Faustino —ya sabes, toda esa clase de tratos para vender tu alma—. Si sucede que sacas el tema de conversación, el Diablo ciertamente no estaría inclinado a rechazarlo; pero seguir adelante con un trato tan insensato ameritaría remover algunas de las protecciones que habrás colocado de antemano, y no creo que deba deletrearte por qué eso sería una MALA idea. Si en verdad eres tan matemáticamente discapacitado como para querer intercambiar algo que durará una cantidad infinita de años por algo que podría durar alrededor de noventa años como máximo, entonces hay muchos otros rituales ahí afuera que puedes seguir. Este, de realizarse correctamente, solo debería permitir que ambos hablen.
Eso quizá plantea la pregunta de POR QUÉ exactamente querrías hablar con el Diablo en primer lugar. (Quizá a algunos de ustedes solo les gusta la idea de sacarle plática a entidades ocultistas extremadamente peligrosas, pero por el bien de la raza humana espero que la mayoría no sean tan estúpidos). La respuesta corta es esta: él SABE cosas. Cosas que algunos de ustedes pueden tener un alto interés personal en descubrir. Ahora bien, él no es omnisciente ni nada por el estilo —por más que le guste pretender lo contrario, no es Dios—, pero definitivamente posee una ventaja sobrenatural sobre el tipo de conocimiento que cualquier humano es capaz de obtener. Por ejemplo, quizá no sería capaz de predecir cuándo ocurrirá la siguiente Guerra Mundial, ni podría decir la cura para el cáncer… pero muy fácilmente podría predecir los números ganadores de la lotería de quinientos millones de dólares de mañana, o decirte qué condición mortal y no diagnosticada podría estar afectando a uno de tus seres queridos.
Por supuesto, el Príncipe de las Tinieblas no anda repartiendo los números ganadores de la lotería a cualquiera que lo pregunte. Y confiar en cualquier tipo de información obtenida de un ser que comúnmente es descrito como «el padre de todas las mentiras» te volvería susceptible a terminar en una situación todavía peor que en la que estabas antes. Sin embargo, si estás empecinado en descubrir algo y has agotado todas las demás opciones, EXISTE una manera para tratar de obtener información acertada del sujeto.
Verás, como muchos de los villanos más urbanos de la cultura popular, el Diablo tiene una pequeña afinidad por los juegos y las apuestas. Claro, la razón por la que le gustan tanto es que casi siempre gana. A menos que resulte que eres un violinista llamado Johnny o que estés siendo representado por Daniel Webster, probablemente te pateará el culo. Pero si estás lo suficientemente determinado como para encarar los riesgos y pronósticos adversos, existe un tipo de juego en particular que puedes jugar para tratar de ganar la información que necesitas.
Pero primero lo primero. Comenzaremos con la descripción del proceso de invocación, luego nos adentramos en las reglas del juego y algunos consejos sobre cómo jugar, y claro, finalmente, la letanía inevitable de mierda arcana que puede salir horriblemente mal.
Para poder contactar a tu compañero conversacional, tendrás que ir a la iglesia a la medianoche. No importa qué tipo de iglesia —grande o pequeña, vieja o nueva, liberal o conservadora— siempre y cuando te asegures de que estará vacía. El proceso probablemente funcionará mejor si lo intentas durante luna nueva, luna llena, viernes trece o Noche de Brujas… El día en sí es menos importante que el efecto psicológico que tendrá en ti (siempre y cuando no lo intentes en víspera de Navidad o algo estúpido como eso, estarás bien).
En cambio, la hora SÍ es importante. No tienes que comenzar o terminar tu ritual exactamente a las 12:00:00 a.m. de la hora atómica de Greenwich ni nada por el estilo, pero, como regla general, tienes que llegar un poco antes de la medianoche y tener todo preparado a no más de diez o quince minutos después. Llega mucho antes de la medianoche si no sabes cómo vas a entrar. Por más sorprendente que sea, la mayoría de las casas de Dios sí tienden a cerrar sus puertas durante la noche.
Por supuesto, necesitarás traer algunas cosas, y hay otras cosas que no podrás llevar. Para este ritual, necesitarás:
—Una lata de sal llena (no tendrás que usarla toda, pero siempre es mejor tener más de lo que necesitas).
—Siete candelas, siendo rojas o blancas las de preferencia.
—Algo con lo cual encender las candelas. Te asombraría la frecuencia con que se olvidan de esto. Ritual ocultista o no, ¡no se van a encender solas!
—Varias yardas de hilo rojo, cuerda o lana.
—Un espejo de cuerpo completo o de pared. Idealmente, te convendría encontrar uno que ya estuviera presente en la iglesia, pues sería un poco imprudente andar cargando uno contigo durante un allanamiento.
—También te podría resultar útil traer algunos marcadores, lápices, papel, una linterna y cualquier otra herramienta que pueda ser necesaria para asegurar tu entrada en la iglesia.
NO se te permitirá traer ningún dispositivo electrónico o dispositivos para medir el tiempo. ESTO INCLUYE todos los teléfonos y celulares, tabletas, libros electrónicos, reproductores de mp3, calculadoras, agendas digitales, relojes de pulsera, relojes de bolsillo, temporizadores para cocina, relojes de arena, etcétera, etcétera. Si eres una de esas personas que prácticamente tienen conectado el celular a su cerebro, no te preocupes; puedes llevarlo contigo a la iglesia siempre y cuando lo dejes AFUERA de la habitación en donde realizarás el ritual. Si llevaste una linterna, déjala afuera también.
Tampoco lleves ningún tipo de parafernalia religiosa para protegerte, especialmente si están relacionadas con las religiones abrahámicas. (Y sí, si esos zarcillos góticos de cruces negras que usas están colgando boca arriba, cuentan). Si llevas en tu persona cualquier tipo de símbolos sagrados como esos, el Diablo simplemente se rehusará a mostrarse.
No te preocupes, no estarás totalmente desprotegido. De hecho, la mayoría de los artículos que llevas no son para ningún tipo de invocación satánica, sino para tu propia protección —supersticiones viejas y remedios de magia folclórica para escudarse a uno mismo del mal—. Por lo que sé, el efecto se basa mayormente en el poder de la fe, así que de seguro existe una cantidad numerosa de objetos, artefactos y procedimientos que podrían funcionar igual de bien. Si te gustaría arriesgarte a sentirte indefenso ante la misericordia del Diablo con tal de comprobar esta teoría, ¡siéntete libre de experimentar! Sin embargo, a todos aquellos sin un deseo de muerte psicótico les recomendaría adherirse al ritual de la siguiente manera:
Una vez que te hayas asegurado de que tienes todos los artículos correctos, dirígete a la iglesia y encuentra algún lugar para prepararte. Puede ser cualquier parte, desde el santuario en donde se celebran las ceremonias principales, hasta el salón de clases de la escuela dominical, e incluso en el armario de suministros.
Primero, coloca el espejo; será ahí en donde aparecerá el Diablo cuando lo invoques. Como tal, no debes completar la invocación hasta que hayas fijado ciertas barreras a su alrededor. Rodea el espejo con un círculo continuo de sal. Si el espejo está colgando de una pared o puerta, dibuja un semicírculo asegurándote de que la sal toque la pared en ambos extremos. Luego, envuelve muchas veces el hilo rojo alrededor del espejo. El color rojo, y especialmente el hilo rojo, es símbolo de protección en el folclor de muchas culturas y religiones. Por esa razón las candelas rojas son una muy buena idea. Hablando de las candelas, colócalas alrededor de la periferia de tu círculo (o semicírculo) de sal, separadas en intervalos relativamente parejos. No, no tienes que sacar una cinta métrica y hacer que sea exactamente perfecto, pero al menos trata que parezca que fueron arregladas por alguien con la edad suficiente para usar fósforos. Enciende las candelas de derecha a izquierda, teniendo el cuidado de no alterar la sal; si rompes el círculo tendrás que comenzar de nuevo. Una vez que todas las candelas estén encendidas y flameando enérgicamente, tus barreras protectoras estarán completas. Ya estás listo para proceder con la invocación.
Para hacerlo, primero debes captar la atención del Diablo y demostrar tu determinación al ejecutar algún tipo de acto sacrílego en el espacio sagrado. Voltear un crucifijo o una cruz es bastante convencional, pero no es la única opción. Por ejemplo, sé de un niño que cumplió este requerimiento al garabatear grafiti obsceno en un cuadro de Jesús que colgaba en el salón de clases de su escuela dominical.
(Lo bueno de darle la vuelta a una cruz es que, una vez que hayas finalizado tu encuentro, asumiendo que has sobrevivido en una pieza, puedes simplemente voltearla hacia arriba y nadie sabrá nada… evadiendo el riesgo relativamente leve, pero aun así irritante, de hacer que tu escuela dominical se convierta en una recreación de la Inquisición Española durante el siguiente mes y medio).
Después de que hayas terminado con sea cual sea la cosa ofensiva que hayas decidido hacer, cierra todas las puertas de la habitación y apaga todas las luces, de modo que el espacio solo permanezca iluminado por las candelas. Voltéate hacia el espejo y obsérvalo fijamente, concentrándote en tu resultado deseado. No existen conjuros; no hay ningún verso en latín que debas recitar. Solo mira al espejo y desea lo más fuerte que puedas que el Diablo aparezca ahí. Después de unos momentos de esto, cuando te sientas preparado, cierra tus ojos y cuenta hasta diez. Luego ábrelos.
Si todo ha salido bien, ya no verás tu propio reflejo. Estarás viendo al Diablo… o, al menos, viendo a la figura en la que el Diablo ha decidido presentarse ante ti. Lo más probable es que no se verá como el usual demonio rojo y cornudo con patas de cabra y tridente, ni ningún otro tipo de aparición terrible. Asustarte ahora no tendría sentido… Lo más conveniente sería atraerte, hacerte sentir seguro. Con ese fin, generalmente toma la apariencia de un ser humano bastante promedio e insulso. En todo caso, es propenso a la vanidad y se inclinaría al extremo más atractivo del espectro.
La única parte realmente aterradora de él serán sus ojos. No importa qué tanto se esfuerce, no puede ocultar el destello siniestro que arde profundamente dentro de ellos; ni su entretenimiento malévolo y hambre, como los ojos de una araña contemplando a una mosca que riñe contra su telaraña. Tienen una seguridad soberbia, esos ojos… seguros y sin compasión. No mires dentro de ellos con demasiada atención o comenzarás a sentirte indefenso y paralizado por el terror, perdiendo tus esperanzas y voluntad de lucha.
Dado que probablemente solo te quedarás ahí parado observándolo con asombro por unos segundos —tras haber esperado en algún nivel que el ritual fallaría—, él iniciará la conversación preguntándote qué es lo que deseas. Si puedes recuperar la cordura lo suficiente como para enlazar una oración coherente, deberías responder con algo como: «Deseo retarte a un juego de pregunta y respuesta».
Incluso si no encuentras las palabras exactas, él sabrá a lo que te refieres y aceptará tu petición con una sonrisa amplia y predatoria de anticipación. Verás, ha estado jugando este juego por un largo tiempo, y es muy bueno en ello. La mayoría de los humanos, por el otro lado, son muy malos en ello. En el mejor de los casos, esto le dará la oportunidad para adentrarse en tu cabeza concienzudamente. En el peor de los casos… bueno, guardaremos eso para la «letanía de mierda que puede salir mal». Tendrás que ser muy astuto para no sustentar sus expectativas.
Las reglas generales del juego son bastante simples, con unas cuantas salvedades que hacen las cosas más complicadas. Comenzará haciéndote una pregunta (él siempre inicia el juego). Puede ser cualquier cosa, desde trivia insignificante, a un acertijo, a una indagación extremadamente personal. No te preocupes, no serás arrastrado al Infierno al instante en que respondas de manera incorrecta. De hecho, ni siquiera te indicará si diste una respuesta correcta o no.
Después de que hayas contestado su pregunta, puedes hacerle una a cambio. Ahora, es aquí donde las consecuencias de tu respuesta entran en juego. Si contestaste a su última pregunta correctamente, él responderá a tu pregunta tan honesta y acertadamente como sea capaz de hacerlo. Sin embargo, si contestaste incorrectamente, tiene la libertad de mentir como le plazca. Quizás si le preguntaste algo que era mejor que no supieras, te dirá la verdad de todas formas; pero lo más probable es que te alimentará con las mentiras más insidiosas y perjudiciales que se le puedan ocurrir. Después de que haya respondido, hará otra pregunta y el proceso se repetirá una y otra vez hasta que decidas parar.
Ahora bien, puede que estés ahí sentado pensando que obtener la información que necesitas suena bastante fácil… Lo único que tienes que hacer es esperar una pregunta que puedas acertar, y luego aprovechar esa oportunidad para preguntar lo que en verdad quieres saber, ignorando todo lo demás que te haya dicho. Pues, no es tan simple. El Diablo nunca te dará una pregunta fácil, una de cuya respuesta puedas estar completamente seguro.
En su lugar, puede darte preguntas de las cuales solo tengas conocimiento remoto, de las que QUIZÁ sepas la respuesta, pero que no estarás muy seguro… Forzándote así a dudar de ti mismo interminablemente, provocando que te obsesiones con si puedes o no confiar en la información que te dará después. Quizá creerás que lo que te dijo fue una mentira —o DESEARÁS que fuera una mentira—, pero quedarás a la merced de la duda, incapaz de convencerte con plenitud de que estabas equivocado. O quizás tendrás que tomar una decisión enorme con base en la información que te ha dado y serás atormentado por el temor y la indecisión conforme te das cuenta de que tu destino —y quizá también el destino de otros— descansa enteramente en si fuiste o no capaz de recordar algún fragmento banal de información que ni siquiera recuerdas en la actualidad. (Por cierto, nunca recordarás las preguntas exactas que el Diablo te haga, pues eso te daría la facilidad de corroborar tus respuestas más adelante).
O quizá, en vez de poner a prueba tu conocimiento, te preguntará algo personal, algo con lo cual incluso te mientes a ti mismo. Le responderás creyendo que diste una respuesta correcta («No, no resiento a mi hermana…», «¡Sí, le llevaría el dinero a la policía!»). Pero él sabrá mejor que tú que estás mintiendo, y te mentirá en retorno. Y le creerás. Le creerás hasta que ya no seas capaz de engañarte a ti mismo, y para entonces ya podría ser demasiado tarde…
O quizá… quizá ni siquiera te dará la oportunidad de dar una respuesta acertada en lo absoluto. Quizás solo te preguntará una serie interminable de preguntas imposibles, haciéndote sentir más y más descorazonado en tanto comprendes que nunca serás capaz de obligarlo a que te diga la verdad. Preguntas como «¿Cuál fue la altura exacta del Monte Éverest, en centímetros, en el año 1666?», o «¿Cuál es la velocidad de vuelo de una golondrina sin carga?».
Sin embargo, EXISTEN un par de maneras para desactivar esta estrategia particular, reglas adicionales y cursos de acción que hacen que el juego sea más interesante y previenen que seas obstruido por completo.
La primera opción es darle un acertijo en vez de una pregunta. Si de alguna forma logras que responda al acertijo incorrectamente o lo dejas sin palabras y se rinde, estará obligado a darte una respuesta verdadera en tu próxima pregunta. Si responde al acertijo correctamente, de nuevo, no te preocupes; no te saltará encima como un gato esfinge ni te arrastrará al Infierno. Lo que pasará es que recibirá un «pase», permitiéndole mentir en respuesta a una de tus preguntas en la que hubiera estado obligado a responder de manera honesta. Y si cobra un pase, sería mejor que te dieras por vencido y renunciaras al juego ahí mismo. Es casi imposible determinar cuándo está diciendo la verdad incluso bajo las mejores circunstancias.
La segunda opción es que aceptes un «reto». Si aceptas y juras llevarlo a cabo, entonces de nuevo tendrá que contestar a tu siguiente pregunta de manera honesta. Si decides rechazar el reto que te dé, recibirá otro «pase».
Ahora bien, antes de que te acobardes y rechaces la idea por completo, tienes que saber que no te pedirá que hagas nada excesivamente dramático o indescriptiblemente malévolo, como explotar un hospital o asesinar a alguien. Como regla general, la mayoría de los retos no involucrarán la pérdida directa de una vida ni ningún crimen mayor. Sin embargo, ciertamente no serán sencillos. Infringir dolor severo en ti mismo, hacer algo que te acojone, terminar una relación atesorada, humillarte a ti mismo públicamente o a alguien a quien amas… Cosas como estas y más, cosas que quizá no podrías ser capaz de imaginar, están sobre la mesa.
Si estás dispuesto a ir tan lejos, a ponerte en ese tipo de posición… obtendrás tu respuesta. Sin embargo, si él se las ingenia para sugerir la única cosa que no puedes hacer o que no te atreverías a hacer, entonces de nuevo lo que más te convendría sería renunciar.
Una última cosa: NO CREAS que simplemente puedes decirle que harás algo y luego no hacerlo. Si aceptaste el reto, pero no lo llevaste a cabo… solo digamos que habrá consecuencias. Así que ahómbrate y mantén tu promesa, sin importar QUÉ.
Cuando hayas obtenido la información que querías o te hayas retractado, puedes finalizar el ritual simplemente con agradecerle al Diablo por haber aceptado tu petición, haciendo una reverencia hasta la cintura y despidiéndote. Te dará la impresión de que la superficie del espejo habrá parpadeado por unos segundos, y luego estarás viendo a tu propio reflejo de nuevo. Solo podrás darle la espalda al espejo cuando estés absolutamente seguro de que ves tus propios ojos. Enciende las luces y comienza a desmantelar tus protecciones.
Ahora —y esto es importante—, incluso si no has obtenido la información que querías, DEBES finalizar el ritual de esta manera antes de que hayan transcurrido sesenta y seis minutos. Bueno, supongo que técnicamente tienes sesenta y seis minutos con seis segundos (sutil, ¿no?), pero no puedo enfatizar lo suficiente cuán importante es que te adhieras a este límite de tiempo. Guardaré las razones detrás de ello para el final, pero no te saltes… aún tengo algunos consejos importantes sobre cómo jugar:
Ten cuidado con el tipo de información personal que das. Trata de no hablar de ti mismo —en particular de tus emociones y problemas— más allá de lo que sea absolutamente necesario. Este sujeto conoce la psicología humana como la palma de su mano, e intentará meterse en tu cabeza.
Es como hablar con Hannibal Lecter. Dile lo mínimo suficiente, e incluso si no crees ni una sola palabra de lo que te dice, encontrará la manera para joderte la mente como ningún otro. Si algo de lo que pregunte te hace sentir remotamente incómodo, no dudes en mentirle con descaro; habrá muchas otras preguntas.
Si eliges darle un acertijo, usa uno que tú mismo hayas inventado. Si el acertijo ha sido escrito alguna vez en cualquier parte, desde las páginas de «El Hobbit» hasta un volumen perdido de magia ancestral, él ya sabrá la respuesta. Habiendo aclarado eso, tiene que ser un acertijo LEGÍTIMO, con una respuesta que tenga sentido lógico desde algún punto de vista. No puedes simplemente preguntar algo como «¿Qué es verde, tiene diez piernas y salta?» y luego declarar que, por alguna razón inexplicable, la respuesta es «malvaviscos». No nos detendremos a considerar los lineamientos que determinan si un acertijo tiene sentido o no, pero eres un ser humano razonable. Tus ancestros comieron del Árbol de la Sabiduría.
Por el amor de Dios, usa tu sentido común. Si eliges aceptar un reto, existe la posibilidad de que el Diablo te pida que hagas algo sencillo… Entregar una carta, por ejemplo; o escribir un número de diez dígitos en la caseta de un baño público. Si te pide algo como esto, y tienes al menos una pizca de decencia común dentro de ti, piénsalo dos veces. Lo más seguro es que te esté usando para movilizar un plan más siniestro, uno capaz de arruinar muchas vidas y dañar a muchas personas. Quién sabe, quizás seas el tipo de persona a la que en realidad no le importa sacrificar una cantidad indeterminada de completos desconocidos con tal de descubrir lo que quiere saber…
Pero al menos ten en cuenta que ESO es lo que estarías haciendo. Por último, pero no menos importante: mantente pendiente del tiempo y trata de mantener el juego enfocado y progresando rápidamente. Lo más seguro es que el Diablo tratará de sacarte de tema con una tangente —discutiendo algo que te fascine, analizando una respuesta que le hayas dado o encontrando alguna otra excusa para explayarse sin dejar que el juego avance—. Si te acercas a la hora tope de sesenta y seis minutos, comenzará a esforzarse más y más para distraerte, cautivarte y hacer cualquier otra cosa que te entretenga en el juego hasta que sea demasiado tarde.
Te alimentará con falsas esperanzas, haciéndote pensar: «Solo unos minutos más… ¡Ya casi lo logro!». No caigas en eso. No te excedas del tiempo límite. Sin importar qué. Ahora bien, podrías estar pensando que este juego en realidad no suena tan peligroso hasta el momento… Las amenazas de daño psicológico rara vez parecen acarrear el mismo peso que las amenazas de daño físico, a pesar de que el costo de ambas es, con frecuencia, el mismo. Odio desilusionarte, pero este juego está LEJOS de ser seguro. Hay muchas otras maneras en la que podrías joderte a ti mismo seriamente tanto física como mentalmente —ni hablar de espiritualmente—. Y es con esto que concluiré, con la vana esperanza de que causen algún tipo de impresión…
Primero, mientras estás hablando con el Diablo, NO lo pierdas de vista. Mantén tu mirada en el espejo sin importar lo que pase. Sin lugar a duda, él intentará varios trucos para desviar tu atención. Oirás ruidos detrás de ti, sentirás miradas en tu nuca, verás fantasmas sombríos retorciéndose en las profundidades del espejo.
Una respiración fría te soplará desde atrás, oliendo como la cripta. Un silencio abismal se habituará solo para ser interrumpido por un golpe ruidoso directamente detrás de tu cabeza, sacándote el peor sobresalto que hayas tenido. Anda, que el Diablo hasta podría abandonar cierto grado de su porte solemne y dar un brinco súbito de terror pretendido, gritando sonoramente y señalando detrás de ti con una expresión de pánico muy convincente. Sea lo que sea con lo que te ponga a prueba, no debes apartar tu mirada de él. Si lo haces, si lo pierdes de vista por completo incluso por un segundo, cuando te voltees al espejo descubrirás que se ha ido.
Bueno, no ido. Habrá salido del espejo. Hacia la habitación.
Contigo.
Exactamente cuánto de tu cuerpo hallará la policía la mañana siguiente, y en qué condición, dependerá enteramente del estado de ánimo en el que se encuentre.
Pasando a un tema diferente, puede ser que alcances un punto en el juego —probablemente después de una serie larga de preguntas imposibles e irritantes— en donde el Diablo te haga una pregunta simple y engañosa: «¿Cuál es tu nombre completo?». NO DEBES dárselo. Los nombres pueden ser cosas de gran poder. Aunque el Diablo ya conoce tu nombre, decírselo es análogo a invitar a un vampiro a tu casa. Tu nombre es sinónimo de tu ser interior; por consiguiente, dárselo es un simbolismo poderoso de entregarle tu ser. Si eres lo suficientemente tonto como para cometer este error, todas tus protecciones habrán sido en vano, y él aprovechará tu ofrenda inconsciente con una alegría maliciosa, robándose tu alma y arrastrándote de vuelta al Infierno con él.
Al menos de esta manera la policía encontrará un cuerpo completo e identificable. De hecho, tu cascarón vacante estará completamente inmaculado, al parecer habiendo caído muerto por un terror absoluto.
Por último, pero no menos importante, está el asunto de lo que sucederá si te extiendes del tiempo límite. Cabe afirmar que esto es lo peor que puedes hacer. No lo notarás al principio… El Diablo no te dará ninguna indicación de que, en efecto, has excedido el tiempo límite, y concluirás el ritual como si nada hubiera salido mal. Encenderás las luces, recogerás tus pertenencias y saldrás de la habitación. Pero cuando abras la puerta, lo que verás será… la nada.
Así es, la nada. Solo un vacío blanco y plano extendiéndose infinitamente en todas las direcciones. Ahora únicamente existirá la habitación que ha sido reflejada en el espejo.
A propósito, si te das la vuelta para ver el espejo de nuevo, es posible que le eches un último vistazo a tu reflejo. Quizá hasta se girará y te dedicará una sonrisa de superioridad y una despedida de mano descarada, antes de salir por la habitación, hacia el pasillo perfectamente normal de la iglesia.
Como ya te pudiste haber dado cuenta, tú, como tal, ya no te encontrarás en la iglesia; tu alma estará atrapada en el espejo, y el Diablo se habrá tomado la libertad de poseer tu cuerpo ahora que nadie lo está usando.
Golpea el vidrio y grita todo lo que quieras, nunca escaparás por tu propia cuenta, ni ningún exorcista podrá ayudarte. Pero no te preocupes, no es como si estuvieras en el Infierno, ¿o sí? Al menos no necesariamente… Porque lo que tienes que entender, es que un alma humana que ha sido arrancada por completo de su carne es una entidad sumamente volátil y vulnerable, en particular cuando está atrapada en la tierra de los vivos. Ahora estarás constituido totalmente de propiedades mentales, y, como tal, las barreras entre lo que es real e imaginario para ti se habrán disuelto. Conforme llenes esa habitación reflejada con tu enojo, aflicción y miedo, estas emociones, habiendo sido dotadas de forma por tu mente, comenzarán a fundirse. Si no eres alguien particularmente imaginativo, quizá las criaturas no serán tan terribles, quizá no serán capaces de infringir demasiado terror y dolor. Con el tiempo, quizá hasta seas capaz de aprender a deshacerte de ellas.
Pero si tu mente ya está siendo acechada por monstruos… una mente vibrantemente creativa e imaginativa, y más retorcida de lo habitual… entonces no hay manera de saber qué horrores podrían reptar de ese torbellino, saboreando la dulce libertad de los confines de tu subconsciente, sedientos de tu pánico y sufrimiento.
Si eres un lector regular de páginas como esta, no hace falta decir que probablemente estarías bastante jodido.
Solo existe una manera para salir del espejo y del mundo que habrás creado dentro del mismo. Dicen que si invocas al Diablo una vez más y le pides que te libere del espejo, estará dispuesto a sacarte.
Por la cuota usual, claro.
Quién sabe, si tu imaginación es tan retorcida y poderosa como para crear un infierno personal que te deje rogando la condena eterna verdadera, quizá esos talentos puedan ser bien aprovechados. Después de todo, existen más de siete mil millones de personas en el mundo; incluso el Diablo mismo no puede estar invadiendo todas sus mentes a un mismo tiempo. La ayuda talentosa siempre es apreciada.
Por supuesto, la consecuencia de que ahora estés atrapado en el espejo será que el Diablo puede hacer lo que quiera en tu cuerpo hasta el amanecer. Para más o menos esa hora, tu cuerpo caerá muerto piadosamente por el estrés de la posesión. Pero no estés tan aliviado, él es perfectamente capaz de avivar suficientes problemas dentro de ese corto lapso.
Por ejemplo, puede que decida hacer algo grande y dramático, como comprar un cuchillo de carnicero y protagonizar una oleada de asesinatos, comenzando con los nombres de tu agenda de direcciones. O quizá se centrará en una sola persona, alguien que confíe en ti plenamente, y usará tu identidad para hacer que él o ella esté a solas y vulnerable.
¿Empiezas a ver por qué lo describí como el peor resultado de todos?
También existe la posibilidad de que no ponga un dedo sobre tus seres queridos, y en vez de ello decidirá hacer algo un poco más sutil. Quizá decidirá que, en esta época de superstición menguante, no hay suficientes personas que se estén interesando en sus juegos, y el conocimiento de ellos está en peligro de perderse. Quizá decidirá que necesita esparcir la palabra un poco más, hacer algo de gestión de redes. Quizá le echará un vistazo rápido al historial de tu navegador, ver en dónde están pasando el rato las mentes curiosas e impresionables. Quizá hasta escribirá un tutorial rápido, en lenguaje moderno en vez de un texto demonológico inescrutable y obsoleto… para publicarlo en internet y ver cuántos pican.
Jaja, quizá no debí haber mencionado eso. Pero si llegaste tan lejos sin espantarte, un pequeño giro al final no te desalentará, ¿o sí, querido lector? Estoy seguro de que hay suficientes aventureros intrépidos entre ustedes con preguntas candentes para las que les gustaría tener una respuesta. Ustedes viven y respiran este tipo de cosas, ¿no es así? Ahora que conocen las trampas y los convenios, aportarían todo un nuevo nivel de competencia. Podrían…
Ah, discúlpenme por un momento, creo que escucho a alguien llamándome…
«¿Qué? ¿Te mueres por salir TAN rápido? Ha de ser una imaginación infernal esa que tienes».
Perfecto.
¿Lo has visto en sus ojos al atardecer?
¿Te has preguntado si ríe cuando juega?"
Kansas, «El Juego del Diablo».
Este es un conjunto de instrucciones sobre cómo hablar con el Diablo.
Lo cual, como aquellos de ustedes con algún vestigio de inteligencia podrían deducir, es una proposición claramente estúpida; una que muy probablemente podría culminar en cualquier cantidad de destinos profundamente desagradables. A decir verdad, tal vez sería más prudente que publicaras la información de tu tarjeta de crédito en Facebook o que emprendieras una carrera de peleas contra cocodrilos.
Pero, desde luego, eso no te detendrá, ¿o sí? Al menos no si estás sinceramente interesado. En un nivel técnico, si haces todo a la perfección, existe una buena probabilidad de que salgas ileso, y eso parece ser razón suficiente para que algunas personas decidan que es una buena idea. Más aún si eres del tipo que son adictos a los sustos, amantes de la adrenalina y tentadores del destino. O del tipo desesperado.
Lo cual me lleva a un punto de clarificación que debo hacer. Este NO es un manual para realizar ninguna clase de trato Faustino —ya sabes, toda esa clase de tratos para vender tu alma—. Si sucede que sacas el tema de conversación, el Diablo ciertamente no estaría inclinado a rechazarlo; pero seguir adelante con un trato tan insensato ameritaría remover algunas de las protecciones que habrás colocado de antemano, y no creo que deba deletrearte por qué eso sería una MALA idea. Si en verdad eres tan matemáticamente discapacitado como para querer intercambiar algo que durará una cantidad infinita de años por algo que podría durar alrededor de noventa años como máximo, entonces hay muchos otros rituales ahí afuera que puedes seguir. Este, de realizarse correctamente, solo debería permitir que ambos hablen.
Eso quizá plantea la pregunta de POR QUÉ exactamente querrías hablar con el Diablo en primer lugar. (Quizá a algunos de ustedes solo les gusta la idea de sacarle plática a entidades ocultistas extremadamente peligrosas, pero por el bien de la raza humana espero que la mayoría no sean tan estúpidos). La respuesta corta es esta: él SABE cosas. Cosas que algunos de ustedes pueden tener un alto interés personal en descubrir. Ahora bien, él no es omnisciente ni nada por el estilo —por más que le guste pretender lo contrario, no es Dios—, pero definitivamente posee una ventaja sobrenatural sobre el tipo de conocimiento que cualquier humano es capaz de obtener. Por ejemplo, quizá no sería capaz de predecir cuándo ocurrirá la siguiente Guerra Mundial, ni podría decir la cura para el cáncer… pero muy fácilmente podría predecir los números ganadores de la lotería de quinientos millones de dólares de mañana, o decirte qué condición mortal y no diagnosticada podría estar afectando a uno de tus seres queridos.
Por supuesto, el Príncipe de las Tinieblas no anda repartiendo los números ganadores de la lotería a cualquiera que lo pregunte. Y confiar en cualquier tipo de información obtenida de un ser que comúnmente es descrito como «el padre de todas las mentiras» te volvería susceptible a terminar en una situación todavía peor que en la que estabas antes. Sin embargo, si estás empecinado en descubrir algo y has agotado todas las demás opciones, EXISTE una manera para tratar de obtener información acertada del sujeto.
Verás, como muchos de los villanos más urbanos de la cultura popular, el Diablo tiene una pequeña afinidad por los juegos y las apuestas. Claro, la razón por la que le gustan tanto es que casi siempre gana. A menos que resulte que eres un violinista llamado Johnny o que estés siendo representado por Daniel Webster, probablemente te pateará el culo. Pero si estás lo suficientemente determinado como para encarar los riesgos y pronósticos adversos, existe un tipo de juego en particular que puedes jugar para tratar de ganar la información que necesitas.
Pero primero lo primero. Comenzaremos con la descripción del proceso de invocación, luego nos adentramos en las reglas del juego y algunos consejos sobre cómo jugar, y claro, finalmente, la letanía inevitable de mierda arcana que puede salir horriblemente mal.
Para poder contactar a tu compañero conversacional, tendrás que ir a la iglesia a la medianoche. No importa qué tipo de iglesia —grande o pequeña, vieja o nueva, liberal o conservadora— siempre y cuando te asegures de que estará vacía. El proceso probablemente funcionará mejor si lo intentas durante luna nueva, luna llena, viernes trece o Noche de Brujas… El día en sí es menos importante que el efecto psicológico que tendrá en ti (siempre y cuando no lo intentes en víspera de Navidad o algo estúpido como eso, estarás bien).
En cambio, la hora SÍ es importante. No tienes que comenzar o terminar tu ritual exactamente a las 12:00:00 a.m. de la hora atómica de Greenwich ni nada por el estilo, pero, como regla general, tienes que llegar un poco antes de la medianoche y tener todo preparado a no más de diez o quince minutos después. Llega mucho antes de la medianoche si no sabes cómo vas a entrar. Por más sorprendente que sea, la mayoría de las casas de Dios sí tienden a cerrar sus puertas durante la noche.
Por supuesto, necesitarás traer algunas cosas, y hay otras cosas que no podrás llevar. Para este ritual, necesitarás:
—Una lata de sal llena (no tendrás que usarla toda, pero siempre es mejor tener más de lo que necesitas).
—Siete candelas, siendo rojas o blancas las de preferencia.
—Algo con lo cual encender las candelas. Te asombraría la frecuencia con que se olvidan de esto. Ritual ocultista o no, ¡no se van a encender solas!
—Varias yardas de hilo rojo, cuerda o lana.
—Un espejo de cuerpo completo o de pared. Idealmente, te convendría encontrar uno que ya estuviera presente en la iglesia, pues sería un poco imprudente andar cargando uno contigo durante un allanamiento.
—También te podría resultar útil traer algunos marcadores, lápices, papel, una linterna y cualquier otra herramienta que pueda ser necesaria para asegurar tu entrada en la iglesia.
NO se te permitirá traer ningún dispositivo electrónico o dispositivos para medir el tiempo. ESTO INCLUYE todos los teléfonos y celulares, tabletas, libros electrónicos, reproductores de mp3, calculadoras, agendas digitales, relojes de pulsera, relojes de bolsillo, temporizadores para cocina, relojes de arena, etcétera, etcétera. Si eres una de esas personas que prácticamente tienen conectado el celular a su cerebro, no te preocupes; puedes llevarlo contigo a la iglesia siempre y cuando lo dejes AFUERA de la habitación en donde realizarás el ritual. Si llevaste una linterna, déjala afuera también.
Tampoco lleves ningún tipo de parafernalia religiosa para protegerte, especialmente si están relacionadas con las religiones abrahámicas. (Y sí, si esos zarcillos góticos de cruces negras que usas están colgando boca arriba, cuentan). Si llevas en tu persona cualquier tipo de símbolos sagrados como esos, el Diablo simplemente se rehusará a mostrarse.
No te preocupes, no estarás totalmente desprotegido. De hecho, la mayoría de los artículos que llevas no son para ningún tipo de invocación satánica, sino para tu propia protección —supersticiones viejas y remedios de magia folclórica para escudarse a uno mismo del mal—. Por lo que sé, el efecto se basa mayormente en el poder de la fe, así que de seguro existe una cantidad numerosa de objetos, artefactos y procedimientos que podrían funcionar igual de bien. Si te gustaría arriesgarte a sentirte indefenso ante la misericordia del Diablo con tal de comprobar esta teoría, ¡siéntete libre de experimentar! Sin embargo, a todos aquellos sin un deseo de muerte psicótico les recomendaría adherirse al ritual de la siguiente manera:
Una vez que te hayas asegurado de que tienes todos los artículos correctos, dirígete a la iglesia y encuentra algún lugar para prepararte. Puede ser cualquier parte, desde el santuario en donde se celebran las ceremonias principales, hasta el salón de clases de la escuela dominical, e incluso en el armario de suministros.
Primero, coloca el espejo; será ahí en donde aparecerá el Diablo cuando lo invoques. Como tal, no debes completar la invocación hasta que hayas fijado ciertas barreras a su alrededor. Rodea el espejo con un círculo continuo de sal. Si el espejo está colgando de una pared o puerta, dibuja un semicírculo asegurándote de que la sal toque la pared en ambos extremos. Luego, envuelve muchas veces el hilo rojo alrededor del espejo. El color rojo, y especialmente el hilo rojo, es símbolo de protección en el folclor de muchas culturas y religiones. Por esa razón las candelas rojas son una muy buena idea. Hablando de las candelas, colócalas alrededor de la periferia de tu círculo (o semicírculo) de sal, separadas en intervalos relativamente parejos. No, no tienes que sacar una cinta métrica y hacer que sea exactamente perfecto, pero al menos trata que parezca que fueron arregladas por alguien con la edad suficiente para usar fósforos. Enciende las candelas de derecha a izquierda, teniendo el cuidado de no alterar la sal; si rompes el círculo tendrás que comenzar de nuevo. Una vez que todas las candelas estén encendidas y flameando enérgicamente, tus barreras protectoras estarán completas. Ya estás listo para proceder con la invocación.
Para hacerlo, primero debes captar la atención del Diablo y demostrar tu determinación al ejecutar algún tipo de acto sacrílego en el espacio sagrado. Voltear un crucifijo o una cruz es bastante convencional, pero no es la única opción. Por ejemplo, sé de un niño que cumplió este requerimiento al garabatear grafiti obsceno en un cuadro de Jesús que colgaba en el salón de clases de su escuela dominical.
(Lo bueno de darle la vuelta a una cruz es que, una vez que hayas finalizado tu encuentro, asumiendo que has sobrevivido en una pieza, puedes simplemente voltearla hacia arriba y nadie sabrá nada… evadiendo el riesgo relativamente leve, pero aun así irritante, de hacer que tu escuela dominical se convierta en una recreación de la Inquisición Española durante el siguiente mes y medio).
Después de que hayas terminado con sea cual sea la cosa ofensiva que hayas decidido hacer, cierra todas las puertas de la habitación y apaga todas las luces, de modo que el espacio solo permanezca iluminado por las candelas. Voltéate hacia el espejo y obsérvalo fijamente, concentrándote en tu resultado deseado. No existen conjuros; no hay ningún verso en latín que debas recitar. Solo mira al espejo y desea lo más fuerte que puedas que el Diablo aparezca ahí. Después de unos momentos de esto, cuando te sientas preparado, cierra tus ojos y cuenta hasta diez. Luego ábrelos.
Si todo ha salido bien, ya no verás tu propio reflejo. Estarás viendo al Diablo… o, al menos, viendo a la figura en la que el Diablo ha decidido presentarse ante ti. Lo más probable es que no se verá como el usual demonio rojo y cornudo con patas de cabra y tridente, ni ningún otro tipo de aparición terrible. Asustarte ahora no tendría sentido… Lo más conveniente sería atraerte, hacerte sentir seguro. Con ese fin, generalmente toma la apariencia de un ser humano bastante promedio e insulso. En todo caso, es propenso a la vanidad y se inclinaría al extremo más atractivo del espectro.
La única parte realmente aterradora de él serán sus ojos. No importa qué tanto se esfuerce, no puede ocultar el destello siniestro que arde profundamente dentro de ellos; ni su entretenimiento malévolo y hambre, como los ojos de una araña contemplando a una mosca que riñe contra su telaraña. Tienen una seguridad soberbia, esos ojos… seguros y sin compasión. No mires dentro de ellos con demasiada atención o comenzarás a sentirte indefenso y paralizado por el terror, perdiendo tus esperanzas y voluntad de lucha.
Dado que probablemente solo te quedarás ahí parado observándolo con asombro por unos segundos —tras haber esperado en algún nivel que el ritual fallaría—, él iniciará la conversación preguntándote qué es lo que deseas. Si puedes recuperar la cordura lo suficiente como para enlazar una oración coherente, deberías responder con algo como: «Deseo retarte a un juego de pregunta y respuesta».
Incluso si no encuentras las palabras exactas, él sabrá a lo que te refieres y aceptará tu petición con una sonrisa amplia y predatoria de anticipación. Verás, ha estado jugando este juego por un largo tiempo, y es muy bueno en ello. La mayoría de los humanos, por el otro lado, son muy malos en ello. En el mejor de los casos, esto le dará la oportunidad para adentrarse en tu cabeza concienzudamente. En el peor de los casos… bueno, guardaremos eso para la «letanía de mierda que puede salir mal». Tendrás que ser muy astuto para no sustentar sus expectativas.
Las reglas generales del juego son bastante simples, con unas cuantas salvedades que hacen las cosas más complicadas. Comenzará haciéndote una pregunta (él siempre inicia el juego). Puede ser cualquier cosa, desde trivia insignificante, a un acertijo, a una indagación extremadamente personal. No te preocupes, no serás arrastrado al Infierno al instante en que respondas de manera incorrecta. De hecho, ni siquiera te indicará si diste una respuesta correcta o no.
Después de que hayas contestado su pregunta, puedes hacerle una a cambio. Ahora, es aquí donde las consecuencias de tu respuesta entran en juego. Si contestaste a su última pregunta correctamente, él responderá a tu pregunta tan honesta y acertadamente como sea capaz de hacerlo. Sin embargo, si contestaste incorrectamente, tiene la libertad de mentir como le plazca. Quizás si le preguntaste algo que era mejor que no supieras, te dirá la verdad de todas formas; pero lo más probable es que te alimentará con las mentiras más insidiosas y perjudiciales que se le puedan ocurrir. Después de que haya respondido, hará otra pregunta y el proceso se repetirá una y otra vez hasta que decidas parar.
Ahora bien, puede que estés ahí sentado pensando que obtener la información que necesitas suena bastante fácil… Lo único que tienes que hacer es esperar una pregunta que puedas acertar, y luego aprovechar esa oportunidad para preguntar lo que en verdad quieres saber, ignorando todo lo demás que te haya dicho. Pues, no es tan simple. El Diablo nunca te dará una pregunta fácil, una de cuya respuesta puedas estar completamente seguro.
En su lugar, puede darte preguntas de las cuales solo tengas conocimiento remoto, de las que QUIZÁ sepas la respuesta, pero que no estarás muy seguro… Forzándote así a dudar de ti mismo interminablemente, provocando que te obsesiones con si puedes o no confiar en la información que te dará después. Quizá creerás que lo que te dijo fue una mentira —o DESEARÁS que fuera una mentira—, pero quedarás a la merced de la duda, incapaz de convencerte con plenitud de que estabas equivocado. O quizás tendrás que tomar una decisión enorme con base en la información que te ha dado y serás atormentado por el temor y la indecisión conforme te das cuenta de que tu destino —y quizá también el destino de otros— descansa enteramente en si fuiste o no capaz de recordar algún fragmento banal de información que ni siquiera recuerdas en la actualidad. (Por cierto, nunca recordarás las preguntas exactas que el Diablo te haga, pues eso te daría la facilidad de corroborar tus respuestas más adelante).
O quizá, en vez de poner a prueba tu conocimiento, te preguntará algo personal, algo con lo cual incluso te mientes a ti mismo. Le responderás creyendo que diste una respuesta correcta («No, no resiento a mi hermana…», «¡Sí, le llevaría el dinero a la policía!»). Pero él sabrá mejor que tú que estás mintiendo, y te mentirá en retorno. Y le creerás. Le creerás hasta que ya no seas capaz de engañarte a ti mismo, y para entonces ya podría ser demasiado tarde…
O quizá… quizá ni siquiera te dará la oportunidad de dar una respuesta acertada en lo absoluto. Quizás solo te preguntará una serie interminable de preguntas imposibles, haciéndote sentir más y más descorazonado en tanto comprendes que nunca serás capaz de obligarlo a que te diga la verdad. Preguntas como «¿Cuál fue la altura exacta del Monte Éverest, en centímetros, en el año 1666?», o «¿Cuál es la velocidad de vuelo de una golondrina sin carga?».
Sin embargo, EXISTEN un par de maneras para desactivar esta estrategia particular, reglas adicionales y cursos de acción que hacen que el juego sea más interesante y previenen que seas obstruido por completo.
La primera opción es darle un acertijo en vez de una pregunta. Si de alguna forma logras que responda al acertijo incorrectamente o lo dejas sin palabras y se rinde, estará obligado a darte una respuesta verdadera en tu próxima pregunta. Si responde al acertijo correctamente, de nuevo, no te preocupes; no te saltará encima como un gato esfinge ni te arrastrará al Infierno. Lo que pasará es que recibirá un «pase», permitiéndole mentir en respuesta a una de tus preguntas en la que hubiera estado obligado a responder de manera honesta. Y si cobra un pase, sería mejor que te dieras por vencido y renunciaras al juego ahí mismo. Es casi imposible determinar cuándo está diciendo la verdad incluso bajo las mejores circunstancias.
La segunda opción es que aceptes un «reto». Si aceptas y juras llevarlo a cabo, entonces de nuevo tendrá que contestar a tu siguiente pregunta de manera honesta. Si decides rechazar el reto que te dé, recibirá otro «pase».
Ahora bien, antes de que te acobardes y rechaces la idea por completo, tienes que saber que no te pedirá que hagas nada excesivamente dramático o indescriptiblemente malévolo, como explotar un hospital o asesinar a alguien. Como regla general, la mayoría de los retos no involucrarán la pérdida directa de una vida ni ningún crimen mayor. Sin embargo, ciertamente no serán sencillos. Infringir dolor severo en ti mismo, hacer algo que te acojone, terminar una relación atesorada, humillarte a ti mismo públicamente o a alguien a quien amas… Cosas como estas y más, cosas que quizá no podrías ser capaz de imaginar, están sobre la mesa.
Si estás dispuesto a ir tan lejos, a ponerte en ese tipo de posición… obtendrás tu respuesta. Sin embargo, si él se las ingenia para sugerir la única cosa que no puedes hacer o que no te atreverías a hacer, entonces de nuevo lo que más te convendría sería renunciar.
Una última cosa: NO CREAS que simplemente puedes decirle que harás algo y luego no hacerlo. Si aceptaste el reto, pero no lo llevaste a cabo… solo digamos que habrá consecuencias. Así que ahómbrate y mantén tu promesa, sin importar QUÉ.
Cuando hayas obtenido la información que querías o te hayas retractado, puedes finalizar el ritual simplemente con agradecerle al Diablo por haber aceptado tu petición, haciendo una reverencia hasta la cintura y despidiéndote. Te dará la impresión de que la superficie del espejo habrá parpadeado por unos segundos, y luego estarás viendo a tu propio reflejo de nuevo. Solo podrás darle la espalda al espejo cuando estés absolutamente seguro de que ves tus propios ojos. Enciende las luces y comienza a desmantelar tus protecciones.
Ahora —y esto es importante—, incluso si no has obtenido la información que querías, DEBES finalizar el ritual de esta manera antes de que hayan transcurrido sesenta y seis minutos. Bueno, supongo que técnicamente tienes sesenta y seis minutos con seis segundos (sutil, ¿no?), pero no puedo enfatizar lo suficiente cuán importante es que te adhieras a este límite de tiempo. Guardaré las razones detrás de ello para el final, pero no te saltes… aún tengo algunos consejos importantes sobre cómo jugar:
Ten cuidado con el tipo de información personal que das. Trata de no hablar de ti mismo —en particular de tus emociones y problemas— más allá de lo que sea absolutamente necesario. Este sujeto conoce la psicología humana como la palma de su mano, e intentará meterse en tu cabeza.
Es como hablar con Hannibal Lecter. Dile lo mínimo suficiente, e incluso si no crees ni una sola palabra de lo que te dice, encontrará la manera para joderte la mente como ningún otro. Si algo de lo que pregunte te hace sentir remotamente incómodo, no dudes en mentirle con descaro; habrá muchas otras preguntas.
Si eliges darle un acertijo, usa uno que tú mismo hayas inventado. Si el acertijo ha sido escrito alguna vez en cualquier parte, desde las páginas de «El Hobbit» hasta un volumen perdido de magia ancestral, él ya sabrá la respuesta. Habiendo aclarado eso, tiene que ser un acertijo LEGÍTIMO, con una respuesta que tenga sentido lógico desde algún punto de vista. No puedes simplemente preguntar algo como «¿Qué es verde, tiene diez piernas y salta?» y luego declarar que, por alguna razón inexplicable, la respuesta es «malvaviscos». No nos detendremos a considerar los lineamientos que determinan si un acertijo tiene sentido o no, pero eres un ser humano razonable. Tus ancestros comieron del Árbol de la Sabiduría.
Por el amor de Dios, usa tu sentido común. Si eliges aceptar un reto, existe la posibilidad de que el Diablo te pida que hagas algo sencillo… Entregar una carta, por ejemplo; o escribir un número de diez dígitos en la caseta de un baño público. Si te pide algo como esto, y tienes al menos una pizca de decencia común dentro de ti, piénsalo dos veces. Lo más seguro es que te esté usando para movilizar un plan más siniestro, uno capaz de arruinar muchas vidas y dañar a muchas personas. Quién sabe, quizás seas el tipo de persona a la que en realidad no le importa sacrificar una cantidad indeterminada de completos desconocidos con tal de descubrir lo que quiere saber…
Pero al menos ten en cuenta que ESO es lo que estarías haciendo. Por último, pero no menos importante: mantente pendiente del tiempo y trata de mantener el juego enfocado y progresando rápidamente. Lo más seguro es que el Diablo tratará de sacarte de tema con una tangente —discutiendo algo que te fascine, analizando una respuesta que le hayas dado o encontrando alguna otra excusa para explayarse sin dejar que el juego avance—. Si te acercas a la hora tope de sesenta y seis minutos, comenzará a esforzarse más y más para distraerte, cautivarte y hacer cualquier otra cosa que te entretenga en el juego hasta que sea demasiado tarde.
Te alimentará con falsas esperanzas, haciéndote pensar: «Solo unos minutos más… ¡Ya casi lo logro!». No caigas en eso. No te excedas del tiempo límite. Sin importar qué. Ahora bien, podrías estar pensando que este juego en realidad no suena tan peligroso hasta el momento… Las amenazas de daño psicológico rara vez parecen acarrear el mismo peso que las amenazas de daño físico, a pesar de que el costo de ambas es, con frecuencia, el mismo. Odio desilusionarte, pero este juego está LEJOS de ser seguro. Hay muchas otras maneras en la que podrías joderte a ti mismo seriamente tanto física como mentalmente —ni hablar de espiritualmente—. Y es con esto que concluiré, con la vana esperanza de que causen algún tipo de impresión…
Primero, mientras estás hablando con el Diablo, NO lo pierdas de vista. Mantén tu mirada en el espejo sin importar lo que pase. Sin lugar a duda, él intentará varios trucos para desviar tu atención. Oirás ruidos detrás de ti, sentirás miradas en tu nuca, verás fantasmas sombríos retorciéndose en las profundidades del espejo.
Una respiración fría te soplará desde atrás, oliendo como la cripta. Un silencio abismal se habituará solo para ser interrumpido por un golpe ruidoso directamente detrás de tu cabeza, sacándote el peor sobresalto que hayas tenido. Anda, que el Diablo hasta podría abandonar cierto grado de su porte solemne y dar un brinco súbito de terror pretendido, gritando sonoramente y señalando detrás de ti con una expresión de pánico muy convincente. Sea lo que sea con lo que te ponga a prueba, no debes apartar tu mirada de él. Si lo haces, si lo pierdes de vista por completo incluso por un segundo, cuando te voltees al espejo descubrirás que se ha ido.
Bueno, no ido. Habrá salido del espejo. Hacia la habitación.
Contigo.
Exactamente cuánto de tu cuerpo hallará la policía la mañana siguiente, y en qué condición, dependerá enteramente del estado de ánimo en el que se encuentre.
Pasando a un tema diferente, puede ser que alcances un punto en el juego —probablemente después de una serie larga de preguntas imposibles e irritantes— en donde el Diablo te haga una pregunta simple y engañosa: «¿Cuál es tu nombre completo?». NO DEBES dárselo. Los nombres pueden ser cosas de gran poder. Aunque el Diablo ya conoce tu nombre, decírselo es análogo a invitar a un vampiro a tu casa. Tu nombre es sinónimo de tu ser interior; por consiguiente, dárselo es un simbolismo poderoso de entregarle tu ser. Si eres lo suficientemente tonto como para cometer este error, todas tus protecciones habrán sido en vano, y él aprovechará tu ofrenda inconsciente con una alegría maliciosa, robándose tu alma y arrastrándote de vuelta al Infierno con él.
Al menos de esta manera la policía encontrará un cuerpo completo e identificable. De hecho, tu cascarón vacante estará completamente inmaculado, al parecer habiendo caído muerto por un terror absoluto.
Por último, pero no menos importante, está el asunto de lo que sucederá si te extiendes del tiempo límite. Cabe afirmar que esto es lo peor que puedes hacer. No lo notarás al principio… El Diablo no te dará ninguna indicación de que, en efecto, has excedido el tiempo límite, y concluirás el ritual como si nada hubiera salido mal. Encenderás las luces, recogerás tus pertenencias y saldrás de la habitación. Pero cuando abras la puerta, lo que verás será… la nada.
Así es, la nada. Solo un vacío blanco y plano extendiéndose infinitamente en todas las direcciones. Ahora únicamente existirá la habitación que ha sido reflejada en el espejo.
A propósito, si te das la vuelta para ver el espejo de nuevo, es posible que le eches un último vistazo a tu reflejo. Quizá hasta se girará y te dedicará una sonrisa de superioridad y una despedida de mano descarada, antes de salir por la habitación, hacia el pasillo perfectamente normal de la iglesia.
Como ya te pudiste haber dado cuenta, tú, como tal, ya no te encontrarás en la iglesia; tu alma estará atrapada en el espejo, y el Diablo se habrá tomado la libertad de poseer tu cuerpo ahora que nadie lo está usando.
Golpea el vidrio y grita todo lo que quieras, nunca escaparás por tu propia cuenta, ni ningún exorcista podrá ayudarte. Pero no te preocupes, no es como si estuvieras en el Infierno, ¿o sí? Al menos no necesariamente… Porque lo que tienes que entender, es que un alma humana que ha sido arrancada por completo de su carne es una entidad sumamente volátil y vulnerable, en particular cuando está atrapada en la tierra de los vivos. Ahora estarás constituido totalmente de propiedades mentales, y, como tal, las barreras entre lo que es real e imaginario para ti se habrán disuelto. Conforme llenes esa habitación reflejada con tu enojo, aflicción y miedo, estas emociones, habiendo sido dotadas de forma por tu mente, comenzarán a fundirse. Si no eres alguien particularmente imaginativo, quizá las criaturas no serán tan terribles, quizá no serán capaces de infringir demasiado terror y dolor. Con el tiempo, quizá hasta seas capaz de aprender a deshacerte de ellas.
Pero si tu mente ya está siendo acechada por monstruos… una mente vibrantemente creativa e imaginativa, y más retorcida de lo habitual… entonces no hay manera de saber qué horrores podrían reptar de ese torbellino, saboreando la dulce libertad de los confines de tu subconsciente, sedientos de tu pánico y sufrimiento.
Si eres un lector regular de páginas como esta, no hace falta decir que probablemente estarías bastante jodido.
Solo existe una manera para salir del espejo y del mundo que habrás creado dentro del mismo. Dicen que si invocas al Diablo una vez más y le pides que te libere del espejo, estará dispuesto a sacarte.
Por la cuota usual, claro.
Quién sabe, si tu imaginación es tan retorcida y poderosa como para crear un infierno personal que te deje rogando la condena eterna verdadera, quizá esos talentos puedan ser bien aprovechados. Después de todo, existen más de siete mil millones de personas en el mundo; incluso el Diablo mismo no puede estar invadiendo todas sus mentes a un mismo tiempo. La ayuda talentosa siempre es apreciada.
Por supuesto, la consecuencia de que ahora estés atrapado en el espejo será que el Diablo puede hacer lo que quiera en tu cuerpo hasta el amanecer. Para más o menos esa hora, tu cuerpo caerá muerto piadosamente por el estrés de la posesión. Pero no estés tan aliviado, él es perfectamente capaz de avivar suficientes problemas dentro de ese corto lapso.
Por ejemplo, puede que decida hacer algo grande y dramático, como comprar un cuchillo de carnicero y protagonizar una oleada de asesinatos, comenzando con los nombres de tu agenda de direcciones. O quizá se centrará en una sola persona, alguien que confíe en ti plenamente, y usará tu identidad para hacer que él o ella esté a solas y vulnerable.
¿Empiezas a ver por qué lo describí como el peor resultado de todos?
También existe la posibilidad de que no ponga un dedo sobre tus seres queridos, y en vez de ello decidirá hacer algo un poco más sutil. Quizá decidirá que, en esta época de superstición menguante, no hay suficientes personas que se estén interesando en sus juegos, y el conocimiento de ellos está en peligro de perderse. Quizá decidirá que necesita esparcir la palabra un poco más, hacer algo de gestión de redes. Quizá le echará un vistazo rápido al historial de tu navegador, ver en dónde están pasando el rato las mentes curiosas e impresionables. Quizá hasta escribirá un tutorial rápido, en lenguaje moderno en vez de un texto demonológico inescrutable y obsoleto… para publicarlo en internet y ver cuántos pican.
Jaja, quizá no debí haber mencionado eso. Pero si llegaste tan lejos sin espantarte, un pequeño giro al final no te desalentará, ¿o sí, querido lector? Estoy seguro de que hay suficientes aventureros intrépidos entre ustedes con preguntas candentes para las que les gustaría tener una respuesta. Ustedes viven y respiran este tipo de cosas, ¿no es así? Ahora que conocen las trampas y los convenios, aportarían todo un nuevo nivel de competencia. Podrían…
Ah, discúlpenme por un momento, creo que escucho a alguien llamándome…
«¿Qué? ¿Te mueres por salir TAN rápido? Ha de ser una imaginación infernal esa que tienes».
Perfecto.