“La obligación del cristiano no es más que la de estar en constante preparación para la muerte”.
Ireneo de Lyon
La codicia es uno de los peores males del mundo, por treinta monedas, trozo de metal cualquiera, Judas desató un sufrimiento tan grande en un hombre y marcó para siempre nuestro destino como especie. El dolor que provocó esa codicia fue tan grande y el dolor en gran escala y de forma tan desmesurada…puede santificar, es cierto, pero también…mortifica…y eso lo sabía Judas. Su codicia, luego del dolor, lo carcomieron, corrió hasta que no pudo más y…se ahorcó. En mi familia, decir que Mammon es el único demonio al que le servimos, es no ser sincero, en mi familia, sin excepciones, hay una larga lista de individuos que ya tienen fijo sus lugares entre los diferentes círculos del infierno, yo soy uno de ellos, y por eso estoy redactando esto…no por miedo, sino para dejar constancia…no porque me vaya a suicidar o algo, al contrario, me quedaré para ver, la constancia que dejo es por la misma razón por la que me enviarán a un lugar privilegiado, un lugar que me hace el proscrito más digno, así como el mismo Lucifer o incluso más puro…la razón por la que dejo esta constancia y por la que no tengo miedo es porque me llena de orgullo lo que hice y ese orgullo es mi pase al Infierno, junto con los ángeles más puros que, al igual que yo, brillaban tanto que los echaron a patadas del Paraíso y aun así…siguen brillando con mayor fuerza aún y ahora esa llama…transmite un calor…un calor que enciende la pasión en el corazón de las rameras, el instinto asesino en un ladrón y que enciende la ambición en las personas como yo.
Mi abuela, esa vieja bruja, y no lo digo en el sentido metafórico, es la peor de todas. Ella se ha encargado, y lo noté desde pequeño, de querer tenernos a todos bajo control, pero ella es mi abuela materna, de mi abuela paterna no sé nada, así como tampoco sé nada de mi abuelo paterno y ella tampoco lo sabía…por lo tanto, nunca sospechó de mí…de lo que yo soy y que, de alguna forma, soy un proscrito más oscuro que ella…porque viene de la sangre de mi padre…de aquel borracho que ella tantas veces intentó apartar de mi madre, ese borracho, ese don nadie, me dio la sangre de los réprobos y, haciéndole honor a mi tatarabuelo que llegó de Alemania en el siglo XIX, logré encontrar o, tal vez ellos me encontraron, a los Antiguos Dioses del viejo continente…aquellos que el tiempo aniquiló y que mi abuelo tuvo que huir hasta acá, a El Fin, para poder adorarlo y hacer su misión.
Mi abuela no sabía nada, pero cuando me hice un hombre, tanto a los ojos de ella, como a los ojos de mi estirpe, lo comenzó a notar, pero ya era demasiado tarde. Mi gente, es tan antigua que, de alguna forma, la barrera del Tiempo existe, pero es bastante superflua…es como un mural solamente…la respetamos, pero de alguna forma, nos da igual. Yo siempre supe que estaba destinado a grandes cosas, tal como mi padre, que en paz descanse, mi abuelo, mi bisabuelo y así…porque yo soy un réprobo y en mi sangre se encuentra la historia de la humanidad con eones de pasajes perdidos que los Santos han prohibido…pero que nosotros, hemos conservado y protegido y, sin temor alguno, lo seguimos propagando…donde ellos nunca podrán llegar…por la sangre…por los críos…mediante el acto sagrado de la fornicación. Sin necesidad de tener que estar gritando cosas de hace dos mil años en una plaza pública para intentar convertir a la gente, basta con ir a un lupanar y seducir a una camarera, llevársela a la cama, y en nueve meses nacerá un niño como yo, que en nueve meses tendrá en su sangre el conocimiento de milenios de antigüedad…más que lo que pasó hace dos mil años…o incluso, más atrás de que los mismos humanos hayan aparecido. Pues mi sangre no sería tan perfecta si fuera humana, pues hay algo en mi, en nosotros, que nos hace superiores más allá de lo obvio y es que, nuestra sangre, es la sangre de los Oscuros y, por eso, somos divinos y brillamos con una luz negra que nos protege y nos santifica, mientras que la luz blanca, que se posa sobre los santos, solo los expone, como una linterna haciendo señal a un intruso, y cuando vemos a la luz blanca posarse sobre ellos, no hacemos nada, porque las masas ansiosas de parias y obtusos se abalanzaran sobre ellos y cuando no quede nada, la luz blanca irá por otro, pero la luz negra, aquella luz que ellos rechazan…es lo que nos protege, por no brillar como ellos quieren, pero brillar a nuestra manera…es nuestro sello, nuestra marca, nuestra Marca de Caín, si queremos ser más puristas.
Mi abuela notó todo esto en lo que fueron dos días, por eso la maté, y al final del día, ella es solo una vieja cuya sangre es una mezcolanza entre criollos y algunos parias más bajos, y solo tiene conocimientos arcanos bastante burdos, hasta el curador de la Universidad de Buenos Aires podría hacer mejores hechizos que ella al tener acceso a la copia del Necronomicón, pero ella…ella es solo una bruja de campo, bueno, era, porque se supone que está muerta.
No me arrepiento, ni me arrepentiré, yo lo sé, pero es curioso saber que ella pensó que yo sería de su propiedad, que podría usarme, pero siempre estuve a su lado, haciéndola creer que la amaba, y ella siempre estuvo a mi lado, haciéndome creer que me amaba cuando en realidad quería usar mi “pureza” para sus rituales patéticos, pero yo, yo no tengo pureza y cuando notó esa oscuridad, su terror fue tal, que ninguna jarra con miel y con bichos o cualquiera de esas supercherias, no muy diferentes a la de los negros de Haití, no son nada comparado a la magia de los míos. Sin necesidad de palabras, sin necesidad de fetiches, solo con nuestra presencia, logramos mover y moldear la realidad y mediante esa influjo cósmico…logramos cambiar el Tiempo, el Espacio, no como tal, pero sí como lo ven los demás. Pues al final del día…los humanos somos monos lampiños, bastante tontos, dale un par de argumentos, hace una escenografía y, solo por la impresión visual, su mente comenzará a elucubrar conceptos que ellos tratarán de entender con lógica y así se quedan tranquilos. Eso es algo que los psicoanalistas saben bien, pero yo, se podría decir que siempre lo supe, pero no monté ninguna escenografía, lo hice, sí, pero de una manera tan sutil que no tuve que mover ni un solo dedo para hacer los tres actos de la obra en el escenario y el montaje fue tan perfecto que por eso se confunde con la realidad, aunque yo sepa que es una mentira, pero como dijo un sabio, “toda verdad, en el fondo, es una mentira”.
Mi abuela, según todos, murió antes de que yo naciera y fue una persona muy mala, fue mejor que no la hubiera conocido. Sin embargo, yo sé que yo la maté, yo la maté y no tuve piedad al clavar el puñal en su cuerpo decrépito y enfermo, y no lo hice por la espalda, se lo hice de frente, para ver su dolor, para que vea que alguien que ella consideraba débil y de quien pensaba aprovecharse logró ser superior, que yo lo maté, que yo la derroté, que cuando el puñal estaba tan hondo y ella ya estaba más que muerta…mostró su debilidad humana en sus ojos muertos que creían que yo era bueno y que era su nieto…se tuvo que haber dado cuenta antes…pero bueno, ahora ha de estar contenta, porque sí, soy su nieto, siempre lo seré, pero a ojos de todos, nunca te conocí, porque moriste antes de que yo naciera y yo, yo soy solo un padre de familia, al mismo Tiempo que me están enjuiciando por brujería en España y al mismo Tiempo que disfruto de los placeres con las ninfas de Anatolia…porque mi especie, vivirá por siempre y para siempre, porque no hay fin en los Tiempos.