Emily Rose

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El caso de Emily Rose ha sido uno de los casos más famosos de exorcismo de la historia, tanto es así que se llevó al cine con la película «El exorcismo de Emily Rose» y causó gran expectación en la época.

Emily Rose es en realidad una joven alemana llamada Anneliese Michel. Desde su nacimiento el 21 de septiembre de 1952, Anneliese Michel disfrutó de una vida normal, educada religiosamente desde que era muy pequeña. Sin advertencia, su vida cambió un día de 1968 cuando empezó a temblar y se dio cuenta de que no tenía control sobre su propio cuerpo. No podía llamar a sus padres, Josef y Anna, ni a ninguna de sus tres hermanas. Un neurólogo de la Clínica Psiquiátrica de Wurzburg, de Alemania, la diagnosticó con el «gran mal» de la epilepsia. Debido a los fuertes ataques epilépticos y a la depresión que le siguió, Anneliese fue admitida para tratamiento en el hospital.

Poco después de comenzar los ataques, Anneliese empezó a ver imágenes diabólicas durante sus rezos diarios. Era el otoño de 1970, y mientras los jóvenes disfrutaban de las libertades de la época, Anneliese era atormentada con la idea de que estaba poseída; parecía no haber otra explicación a las imágenes diabólicas que se aparecían mientras rezaba. Voces empezaron a perseguir a Anneliese diciéndole que iba a «arder en el Infierno». Ella le mencionó los «demonios» a los médicos solo una vez, explicándoles que habían comenzado a darle órdenes. Los doctores parecían incapaces de ayudarla, y Anneliese perdió las esperanzas en que la medicina podría curarla.

En el verano de 1973 sus padres visitaron a diferentes pastores solicitando un exorcismo. Sus requerimientos fueron rechazados y les recomendaron que Anneliese, de ahora 20 años, debía seguir con su tratamiento médico. Les fue explicado que el proceso por el cual la iglesia probaba una posesión era muy estricto, y hasta que todos los aspectos no estuviesen cubiertos, el obispo no podía aprobar un exorcismo. Los requerimientos, por nombrar algunos, incluían aversión a los objetos religiosos, hablar en idiomas que la persona nunca ha aprendido y poderes sobrenaturales.

En 1974, después de haber supervisado a Anneliese por algún tiempo, el pastor Ernst Alt solicitó permiso para realizar un exorcismo al Obispo de Wurzburg. La solicitud fue rechazada y seguida de una recomendación de que Anneliese debía recibir un estilo de vida más religioso con el propósito de que encuentre la paz. Los ataques no disminuyeron y su conducta se volvió mucho más errática. En casa de sus padres en Klingenberg, insultaba, golpeaba y mordía a los otros miembros de su familia. Se rehusaba a comer porque los demonios se lo prohibían. Anneliese dormía en el suelo de piedra, comía arañas, moscas y carbón, y había comenzado a beber su propia orina. Se le podía escuchar por toda la casa gritar por horas mientras rompía crucifijos, destruía pinturas de Jesús y botaba los rosarios. Para ese momento Anneliese empezó a cometer actos de automutilación y el hecho de arrancarse la ropa y orinarse en el suelo era algo común.

Luego de hacer una exacta verificación de su posesión en septiembre de 1975, el Obispo de Wurzburg, Josef Stangl, le ordenó al Padre Arnold Renz y al Pastor Ernst Alt practicar un «gran exorcismo» en Anneliese. Se determinó que Anneliese debía ser salvada de varios demonios, incluyendo a Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler y Fleischmann, un cura del siglo XVI, y algunas otras almas atormentadas que se manifestaban a través de ella. Entre septiembre de 1975 hasta julio de 1976 se le practicaron una o dos sesiones de exorcismo por semana. Los ataques de Anneliese eran tan fuertes a veces que debía ser sostenida por tres hombres e incluso hubo que encadenarla. Durante este tiempo, Anneliese regresó a una vida, hasta cierto punto, normal; tomó los exámenes finales de la Academia Pedagógica de Wurzburg e iba a la iglesia.

Los ataques, sin embargo, no pararon. De hecho, se le paralizaba el cuerpo y caía inconsciente poco después. El exorcismo continuó por muchos meses más, siempre con las mismas oraciones y conjuros. Algunas veces estaban presentes en los rituales miembros de la familia y visitantes, como por ejemplo un matrimonio que alegaba haber «descubierto» a Anneliese. Por varias semanas Anneliese se rehusó a comer y sus rodillas se rompieron por las 600 flexiones que hacía obsesivamente durante cada sesión. Se hicieron más de 40 grabaciones durante el proceso con el propósito de preservar los detalles.

El último día del rito del exorcismo fue el 30 de junio de 1976, y para este punto Anneliese sufría de neumonía, también estaba completamente delgada y tenía una fiebre muy alta. Exhausta y físicamente incapacitada para hacer las flexiones por su cuenta, sus padres la paraban y la ayudaban con los movimientos. Lo último que le dijo Anneliese a sus exorcistas fue «Rueguen por el perdón», y a su madre le dijo, «Mamá, tengo miedo». Anna Michel grabó la muerte de su hija al día siguiente, el primero de julio de 1976, al mediodía. El pastor Ernst Alt informó a las autoridades en Aschaffenburg y el fiscal general comenzó una investigación inmediatamente.

Poco tiempo después de que se conocieron estos fatales eventos, la película «El exorcista» de William Friedkin se estrenó en los cines de Alemania, llevando una ola de histeria paranormal que infectó todo el país. Psiquiatras en toda Europa reportaron un incremento de ideas obsesivas en sus pacientes. A los fiscales les tomó más de dos años para acusar a los exorcistas de homicidio por negligencia. El caso «Klingenberg» debía ser decidido sobre dos preguntas:

¿Qué causó la muerte de Anneliese Michel y quién era el responsable?

De acuerdo a la evidencia forense Anneliese murió de hambre; los especialistas alegaron que si los acusados la hubieran forzado a comer una semana antes de su muerte, Anneliese se podría haber salvado. Una hermana declaró que Anneliese no quería ir a una institución mental porque la podrían sedar y obligarla a comer. Los exorcistas trataron de probar la presencia de demonios poniendo las grabaciones de los extraños diálogos, como uno en que dos demonios discutían cuál de ellos iba a dejar el cuerpo de Anneliese primero. Uno de los demonios se llamó a sí mismo Hitler y hablaba con acento extranjero (Hitler nació en Austria); ninguno de los presentes durante el exorcismo tuvo la más mínima duda de la auténtica presencia de estos demonios.

Los psiquiatras, a quienes se les había ordenado testificar, decían que los sacerdotes dieron a Anneliese el contenido de sus conductas psicóticas. Por lo tanto, según ellos, ella luego aceptó su conducta como una forma de posesión demoníaca. También declararon que el desarrollo sexual inestable de Anneliese junto a su diagnosticada epilepsia habían fortalecido la psicosis.

Por muchos, el veredicto fue considerado menos riguroso de lo que se esperaba: los padres de Anneliese al igual que los exorcistas fueron encontrados culpables de asesinato por negligencia y omitir dar primeros auxilios. Fueron sentenciados a seis meses de cárcel y libertad condicional. El veredicto incluía la opinión de la corte de que los acusados debieron ayudarla haciéndose cargo del tratamiento médico que la chica necesitaba; sin embargo, por usar prácticas supersticiosas habían empeorado la ya grave condición de Anneliese.

Una comisión de la Conferencia Episcopal Alemana declaró después que Anneliese Michel realmente no estaba poseída, pero esto no impidió a los creyentes de continuar con la lucha de Anneliese, ya que muchos creían que el cuerpo de Anneliese no encontró paz incluso después de la muerte. Su cadáver fue exhumado once años y medio luego de ser enterrada, solo para confirmar si se había descompuesto y si había sido bajo las condiciones normales. En la actualidad su tumba permanece como un lugar de peregrinaje para rezar el Rosario por aquellos que creen que Anneliese Michel luchó valientemente contra el demonio.