¡Los monstruos debajo de la cama sí existen! ¿Cómo lo sé? Bueno, es largo de explicar...
Estaba en mi casa durante un día lluvioso y me metí al navegador para buscar rituales que fueran fáciles de hacer para alguien falto de recursos como yo, debido a que mis amigos me había introducido una especie de "adicción" hacia esos temas. Luego de media hora de divagar sin resultados, encontré un artículo de un blog para nada conocido, titulado "Cómo invocar a Scrob".
"Si no aprecias demasiado tu vida serás capaz de verlo, Scrob es aquel monstruo debajo de tu cama con el que tus padres solían asustarte para que vayas a dormir, sin embargo, sin tu ayuda no poseerá el poder suficiente para materializarse frente a los humanos", eran las palabras con las que el artículo comenzaba.
Ansioso por encontrar algo entretenido qué hacer durante ese fin de semana sin tareas, donde mis padres habían salido para cenar dejándome completamente solo por mi falta de ganas de ir, me centré en la parte del ritual sin hacer caso de las advertencias previas.
"Necesitarás estas cosas si deseas ayudar a Scrob"
A pesar de mi escepticismo, el cual era irremediable, me convencí a mí mismo de la necesidad de realizar al menos un ritual para encajar en el grupo de mis amigos. Llámenme parásito, estoy consciente de ello. Tomé la libreta más cercana que tenía y el bolígrafo preferido de mi padre.
Si no me equivoco, los materiales eran:
-Leche
-Galletas
-Una carta con la dedicatoria "A mi gran temor"
-El objeto más valioso para mí
Dejando eso de lado, algunos de los requisitos eran:
-Luces apagadas
-Casa solitaria
-Un círculo de sal
Como si se tratara de un auténtico proceso que formaba parte de alguna religión oscura, intenté despejar una habitación entera para realizar el acto, y coloqué la carta con la dedicatoria en un sobre rojo brillante. Sin embargo, dejé el suficiente espacio para ver si sucedía algo en ella. Me senté en medio del círculo de sal con el vaso de leche y las galletas a un lado, y la carta detrás mío. Pronuncié, lentamente:
-A mi gran temor, confieso que eres quedarme cegado en la oscuridad, completamente solo.
La leche empezó a hervir y las galletas se rompieron sin justificación alguna y mi carta parecía comenzar a quemarse. Sin embargo, fui lo suficientemente rápido para ver que, en el momento que la última pieza de papel se carbonizaba, alguien que no era yo había escrito "Muchas gracias" en el sobre.
El círculo de sal se ennegreció debido al apagón que se produjo en toda la casa, mi visión se tornó borrosa y decidí volver a mi cuarto al menos por esa noche, me encargaría de limpiar y explicar todo al día siguiente.
Tras la vuelta de mis padres, que me despertaron a medianoche con el ceño fruncido exigiéndome que limpiara el desastre que había hecho en la habitación donde realicé el ritual, no pude volver a pegar un ojo. Me dediqué a buscar en mi historial de la computadora la página donde estaba el ritual para invocar a Scrob; no me sorprendió que nada hubiera cambiado, al fin y al cabo tenía que suponer que era un fraude. Pero hubo una frase que me llamó la atención:
No habrás terminado de invocar a Scrob hasta que no veas el cielo ser cubierto por su gigantesca boca, que ha de obtener por el poder que tú le conferiste. Y si lo has logrado, si ves el firmamento derretirse en sangre, felicidades. Nos has condenado a todos.
Fue la primera vez que sentí un nudo en el estómago en todo ese tiempo. Fui hacia la ventana, aparté las cortinas y me di cuenta de que el cielo estaba como siempre; salvo por la luna, que estaba siendo lentamente carcomida por un rojo que habría de ser un eclipse. Todo estaba perfectamente. Me eché en la cama y pude dormir en paz.
(Al menos por esa noche)
Estaba en mi casa durante un día lluvioso y me metí al navegador para buscar rituales que fueran fáciles de hacer para alguien falto de recursos como yo, debido a que mis amigos me había introducido una especie de "adicción" hacia esos temas. Luego de media hora de divagar sin resultados, encontré un artículo de un blog para nada conocido, titulado "Cómo invocar a Scrob".
"Si no aprecias demasiado tu vida serás capaz de verlo, Scrob es aquel monstruo debajo de tu cama con el que tus padres solían asustarte para que vayas a dormir, sin embargo, sin tu ayuda no poseerá el poder suficiente para materializarse frente a los humanos", eran las palabras con las que el artículo comenzaba.
Ansioso por encontrar algo entretenido qué hacer durante ese fin de semana sin tareas, donde mis padres habían salido para cenar dejándome completamente solo por mi falta de ganas de ir, me centré en la parte del ritual sin hacer caso de las advertencias previas.
"Necesitarás estas cosas si deseas ayudar a Scrob"
A pesar de mi escepticismo, el cual era irremediable, me convencí a mí mismo de la necesidad de realizar al menos un ritual para encajar en el grupo de mis amigos. Llámenme parásito, estoy consciente de ello. Tomé la libreta más cercana que tenía y el bolígrafo preferido de mi padre.
Si no me equivoco, los materiales eran:
-Leche
-Galletas
-Una carta con la dedicatoria "A mi gran temor"
-El objeto más valioso para mí
Dejando eso de lado, algunos de los requisitos eran:
-Luces apagadas
-Casa solitaria
-Un círculo de sal
Como si se tratara de un auténtico proceso que formaba parte de alguna religión oscura, intenté despejar una habitación entera para realizar el acto, y coloqué la carta con la dedicatoria en un sobre rojo brillante. Sin embargo, dejé el suficiente espacio para ver si sucedía algo en ella. Me senté en medio del círculo de sal con el vaso de leche y las galletas a un lado, y la carta detrás mío. Pronuncié, lentamente:
-A mi gran temor, confieso que eres quedarme cegado en la oscuridad, completamente solo.
La leche empezó a hervir y las galletas se rompieron sin justificación alguna y mi carta parecía comenzar a quemarse. Sin embargo, fui lo suficientemente rápido para ver que, en el momento que la última pieza de papel se carbonizaba, alguien que no era yo había escrito "Muchas gracias" en el sobre.
El círculo de sal se ennegreció debido al apagón que se produjo en toda la casa, mi visión se tornó borrosa y decidí volver a mi cuarto al menos por esa noche, me encargaría de limpiar y explicar todo al día siguiente.
Tras la vuelta de mis padres, que me despertaron a medianoche con el ceño fruncido exigiéndome que limpiara el desastre que había hecho en la habitación donde realicé el ritual, no pude volver a pegar un ojo. Me dediqué a buscar en mi historial de la computadora la página donde estaba el ritual para invocar a Scrob; no me sorprendió que nada hubiera cambiado, al fin y al cabo tenía que suponer que era un fraude. Pero hubo una frase que me llamó la atención:
No habrás terminado de invocar a Scrob hasta que no veas el cielo ser cubierto por su gigantesca boca, que ha de obtener por el poder que tú le conferiste. Y si lo has logrado, si ves el firmamento derretirse en sangre, felicidades. Nos has condenado a todos.
Fue la primera vez que sentí un nudo en el estómago en todo ese tiempo. Fui hacia la ventana, aparté las cortinas y me di cuenta de que el cielo estaba como siempre; salvo por la luna, que estaba siendo lentamente carcomida por un rojo que habría de ser un eclipse. Todo estaba perfectamente. Me eché en la cama y pude dormir en paz.
(Al menos por esa noche)