Son pocos los diccionarios demonológicos, los grimorios y libros prohibidos que hablan de él. No obstante, Endrialfo es uno de los demonios más democráticos del infierno.
Endrialfo es un asiduo visitante de parlamentos, legislaturas, congresos, cámaras de diputados, de senadores, e incluso suele sentarse osadamente en la mesa de los presidentes.
Las tradiciones afirman que Endrialfo se oculta en habitáculos modestos: grietas, el fondo de una pecera, las las plumas de un ave de corral; para no ser reconocido, ya que en tal caso pierde buena parte de sus potestades y se ve obligado a servir a quien lo descubre.
Excelente orador, resulta casi imposible derrotar a Endrialfo en una discusión, arte que enseña a sus captores, junto con el de mentir y cambiar de aspecto a voluntad, por lo que se ha asegurado que entre sus acólitos abundan los políticos.
Endrialfo es un asiduo visitante de parlamentos, legislaturas, congresos, cámaras de diputados, de senadores, e incluso suele sentarse osadamente en la mesa de los presidentes.
Las tradiciones afirman que Endrialfo se oculta en habitáculos modestos: grietas, el fondo de una pecera, las las plumas de un ave de corral; para no ser reconocido, ya que en tal caso pierde buena parte de sus potestades y se ve obligado a servir a quien lo descubre.
Excelente orador, resulta casi imposible derrotar a Endrialfo en una discusión, arte que enseña a sus captores, junto con el de mentir y cambiar de aspecto a voluntad, por lo que se ha asegurado que entre sus acólitos abundan los políticos.