Informe de homicidios:
Una mujer de 26 años de edad ha sido hallada sin vida; la razón de la muerte se debe a una apuñalada de gran tamaño en el pecho. Lo más sospechoso es que durante la exhumación del cadáver, se descubrió que la victima no poseía su corazón, por lo que la conclusión fue que el criminal lo había extirpado del cuerpo después de haberla matado. Por ahora se desconoce la identidad y el paradero del sospechoso.
—Hey, Jason, ¿nos traemos otro caso nuevo sin resolver esta vez?
—Sí, otro más —El oficial de CSI respondió moviendo la cabeza, afirmando.
—Por ahora, sólo sabemos que el pecho de la víctima fue aplastado antes de que le arrancan corazón. El corazón de la actual fallecida no fue encontrado en la escena del crimen.
—Jason, ¿cuántas víctimas llevamos con este caso? —Preguntó el detective.
—¿Estamos contando con el cadáver del lago?
—Sí; sin embargo, no sabemos el número exacto de víctimas más que habrá matado este psicópata, por ahora... —Respondió el detective McMahon.
—Lo sé. Por ahora sólo hemos encontrado cinco cuerpos, pero no hay manera de que podamos saber si estaban conectadas estas personas entre sí -Dijo Jason al detective, entrecerrando los ojos.
—Sí, te entiendo; lo único que podemos ver que tienen en común las cinco víctimas es que en los cuerpos no estaba presente su corazón. Lo único que se pudo encontrar en una escena del crimen fue esta tarjeta, pero no es posible que él dejara tal pequeño detalle que podría delatarle. Parece ser que este enfermo está intentando preparar un ritual. Las víctimas pueden estar conectadas, pero puede ser una trampa. No le estoy dando el crédito hasta que no esté seguro —El detective sacó su zippo, lo frotó con su dedo mientras examinaba la manzana puesta en su mesa. Mientras encendía su cigarrillo notó el anillo pálido alrededor de su dedo izquierdo anular. Tomó una respiración profunda, se pasó los dedos por su cabello y exhaló.
Mientras tanto, en otro lugar...
Cerca de un bosque, en una vieja carretera nacional próxima a las afueras de la ciudad, un automóvil se detuvo a cerca de veinte yardas de la carretera: Era una pareja de adolescentes que buscaban la reclusión de las miradas indiscretas; apagaron las luces del coche.
—Oye, mira; al menos pon un poco de música o algo antes que empieces a acaparar todo mi alrededor -La joven dijo al chico, mientras él movía los ojos de lado a lado buscando la radio.
—¡Vamos, no seas una aguafiestas! Aprovechemos este momento romántico -Respondió él.
—Oh, sí —Dijo sarcásticamente—. Un momento realmente romántico conmigo, mientras que tu novia, mi amiga, está en casa tranquilamente y no sabe que estás aquí conmigo engañándola. De todos modos, no deberíamos estar aquí con el toque de queda.
—¡Oh, por favor! Recuerda que para ella ya no significo nada. Y además, no te he oído quejarte desde la última vez antes de que hicimos esto —Respondió, mientras se desabrochaba la camisa.
—Vamos, sabes que...
De repente se escuchó un ruido: ¡Crash! Parecía como si el cristal de la puerta delantera del coche se hubiese roto. Los jóvenes sobresaltados no supieron qué hacer en ese momento.
Sin saber cómo el coche empezó a sacudirse violentamente, el joven agarró de la mano a la chica para evitar perder el equilibrio, aunque las sacudidas fueron disminuyendo con el paso de los segundos hasta calmarse. Pensaron que alguien o algo estaba intentando asustarlos o gastarles una broma; aunque si fuera una broma, se estaban pasando de la raya.
—¡¿Qué demonios fue eso?! —El muchacho respiraba frenéticamente; no sabía qué hacer en ese momento, pero decidió proteger a la chica y quedar como un héroe ante ella.
Se asomó por una de las ventanas que estaba intacta y miró a su alrededor. Todo lo que podía ver al alcance de su campo de visión era una sola pluma negra flotando en el aire sobre el suelo frente al coche. El joven salió del coche corriendo todo lo que sus piernas daban de sí a coger esa pluma, nada más levantarla regresó de la misma forma al coche para resguardarse de lo que fuera que hubiera allá afuera.
Repentinamente las ventanas del coche estallaron en mil pedazos afilados. Cuando los jóvenes pudieron reaccionar, el joven sintió una presencia extraña: no tenía palabras para como describirla pero él podía sentir como si alguien estuviera muy cerca de ellos. De repente, de entre los restos de las ventanas rotas surgieron dos manos, dos manos muy pálidas, como si la blanca nieve las hubiese recubierto. Las manos agarraron al joven y fuertemente tiraron de él sacándolo del automóvil; el impulso fue tan fuerte que el joven se estrelló contra un árbol que estaba a unos metros alejado del coche.
Él, al intentar incorporarse de nuevo, pudo ver desde lejos la apariencia del atacante. Tragó saliva. No podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos, ya que el atacante o el "Ser" tenía un gran parecido a un muñeco de trapo. Se quedó inmóvil mientras miraba con espanto cómo la figura larguirucha, alta, con pelo blanco y ojos azules cristalinos, que casi parecían brillar, lo miraba fijamente. Se veía desgastado, sin camisa; su piel era de un negro grisáceo. El agresor, por raro que pareciese, tenia dibujados diferentes huesos del cuerpo humano en su cuerpo: tenía un cráneo dibujado en su cara, el tórax, y algunos más huesos para que coincidieran con el pecho y los brazos. Parecían estar pintados sobre la carne como si fuesen un tatuaje. También tenía dibujado los huesos de las manos y los dedos.
Cuando el joven se fijó más detenidamente, se dio cuenta que el agresor vestía unos pantalones vaqueros y un par de zapatos viejos. El joven sentía cómo se iba apoderando de él el más grande temor. Se quedó allí, indefenso, mientras que el agresor dirigió su atención a la joven que estaba intentando esconderse dentro del coche; se dirigió hacia el vehículo.
—¡Tomy! ¡Tomy, ayúdame, por favor! Por dios, ¡ayuda! —Gritaba ella desesperada, mientras el agresor saltaba sobre el capó del coche.
El extraño atacante, ahora sobre el capó, se inclinó y extendió su mano pálida hacia una de las ventanas rotas del vehículo, teniendo acceso al interior del coche y a la joven que se encontraba allí. La agarró del brazo y fue lentamente arrastrándola hacia fuera por sobre el capó. Ella, sin fuerzas, dejó de defenderse quedándose quieta, aguardando a lo que iba a pasar. Él se inclinó ligeramente hacia ella, y dirigió su mirada hacia Tomy; y, en ese preciso momento, el agresor susurró algo al oído de la joven, y momentos después la besó en la frente.
Ella no entendía nada, pero lo que no podía imaginar era que ese sería el último beso que recibiría de una persona. Él poco después alzó su mano hacia el cielo, apuntando con el puño hacia las estrellas, y lo dejó caer segundos después; el puño fue directo hacia el pecho de la joven y acabó enterrado en su interior, justo en el centro. Ella dio un espantoso grito de dolor; a continuación, el desconocido empezó a extraer los órganos que podía alcanzar lenta y metódicamente.
En la lejanía, Tomy podía escuchar el sonido desagradable de la sangre y la carne de la chica caer sobre el suelo; estaba horrorizado al pensar que su "amiga" estaba siendo asesinada sin él poder hacer algo para evitarlo. El agresor, momentos después, sacó algo del interior del pecho de la joven: era un pulmón. Lo puso en el capó junto a ella, y a continuación, le quitó la camisa, dejando su tronco al descubierto.
—No... No puede estar pasando esto, ¡Valerie! —Tomy utilizó la fuerza que le quedaba para dar ese grito, que de nada sirvió.
El agresor la golpeó repetidamente, consiguiendo romper la mayoría de los huesos que alcanzaba. Ella se sacudió violentamente por el insoportable dolor que sentía, tosió sangre mientras él continuaba golpeándola. Tomy se encontraba inmóvil, sin fuerzas; lo único que podía hacer era llorar, llorar sin cesar. Todas sus lágrimas rodaron por sus mejillas mientras observaba cómo el monstruo comenzaba a arrancar la carne de Valerie con sus propias manos.
Por fin llegó a su premio, lo que con muchas ansias buscaba: el corazón. Agarró el corazón con su propia mano y comenzó a tirar de él aún latiendo consiguiendo sacarlo del cuerpo de Valerie. Colocó el órgano dentro de una herida que se encontraba en su propio pecho, localizada en donde se encontraría el suyo. Luego, empezó a hurgar en su bolsillo, sacando un objeto que puso en su boca.
El agresor o criatura (ya que lo que hacía era inhumano) empezó a tirar del cabello de la chica y arrancó varios de sus mechones; fue juntándolos de forma ordenada, en filas, consiguiendo un fino hilo largo. Tomó el objeto de su boca, que parecía ser una especie de aguja; cogió el hilo que elaboró y comenzó a coser la herida de su pecho. Tomy se quedó en silencio, aterrorizado al ver cómo el ser realizaba tal acción grotesca con mucha paciencia y precisión. Tomy pudo percatarse de que un pequeño animal se iba acercando a la base del coche: Parpadeó para aclararse la vista y lo identificó como un pequeño perro desaliñado. El atacante se bajó del coche, se arrodilló y le dio unas palmadas al perro en la cabeza; éste se dio media vuelta y continuó su camino. La figura dirigió su atención hacia Tomy y se le empezó a acercar lentamente; cuando llegó hacia su posición, se inclinó de rodillas, acercándose a su cabeza.
Tomy, al tener la figura del agresor enfrente de él, no logró evitar observar los horribles detalles de su cuerpo. El color negro de la piel, el cráneo y los blancos huesos aparentemente tatuados, o sino como realmente parte de su piel. Pudo ver además los puntos de sutura de la herida hecha con los cabellos de Valerie. El desconocido miró detenidamente a Tomy y ladeó la cabeza con curiosidad; extendió su mano y le limpió con ella la lágrima que Tomy derramaba.
Él solamente podía sentir nada más que una profunda tristeza. Sin ninguna esperanza de poder salvarse, miró fijamente a los ojos a su atacante: unos azules y brillantes. El agresor, a continuación, colocó suavemente sus manos en ambos lados de la cara de él y se inclinó para estar más cerca, dejando poco espacio entre sus caras, y le preguntó una cosa; una simple pregunta que cerraría el sufrimiento de Tomy.
—¿Valoras tu corazón?
- Encargado del caso: Detective McMahon.
- Número de placa: 1025.
- Fecha del acontecimiento: 23:34 del 26 de agosto de 2014.
- Lugar del hecho: 544 NW Tarrant St.
Una mujer de 26 años de edad ha sido hallada sin vida; la razón de la muerte se debe a una apuñalada de gran tamaño en el pecho. Lo más sospechoso es que durante la exhumación del cadáver, se descubrió que la victima no poseía su corazón, por lo que la conclusión fue que el criminal lo había extirpado del cuerpo después de haberla matado. Por ahora se desconoce la identidad y el paradero del sospechoso.
—Hey, Jason, ¿nos traemos otro caso nuevo sin resolver esta vez?
—Sí, otro más —El oficial de CSI respondió moviendo la cabeza, afirmando.
—Por ahora, sólo sabemos que el pecho de la víctima fue aplastado antes de que le arrancan corazón. El corazón de la actual fallecida no fue encontrado en la escena del crimen.
—Jason, ¿cuántas víctimas llevamos con este caso? —Preguntó el detective.
—¿Estamos contando con el cadáver del lago?
—Sí; sin embargo, no sabemos el número exacto de víctimas más que habrá matado este psicópata, por ahora... —Respondió el detective McMahon.
—Lo sé. Por ahora sólo hemos encontrado cinco cuerpos, pero no hay manera de que podamos saber si estaban conectadas estas personas entre sí -Dijo Jason al detective, entrecerrando los ojos.
—Sí, te entiendo; lo único que podemos ver que tienen en común las cinco víctimas es que en los cuerpos no estaba presente su corazón. Lo único que se pudo encontrar en una escena del crimen fue esta tarjeta, pero no es posible que él dejara tal pequeño detalle que podría delatarle. Parece ser que este enfermo está intentando preparar un ritual. Las víctimas pueden estar conectadas, pero puede ser una trampa. No le estoy dando el crédito hasta que no esté seguro —El detective sacó su zippo, lo frotó con su dedo mientras examinaba la manzana puesta en su mesa. Mientras encendía su cigarrillo notó el anillo pálido alrededor de su dedo izquierdo anular. Tomó una respiración profunda, se pasó los dedos por su cabello y exhaló.
Mientras tanto, en otro lugar...
Cerca de un bosque, en una vieja carretera nacional próxima a las afueras de la ciudad, un automóvil se detuvo a cerca de veinte yardas de la carretera: Era una pareja de adolescentes que buscaban la reclusión de las miradas indiscretas; apagaron las luces del coche.
—Oye, mira; al menos pon un poco de música o algo antes que empieces a acaparar todo mi alrededor -La joven dijo al chico, mientras él movía los ojos de lado a lado buscando la radio.
—¡Vamos, no seas una aguafiestas! Aprovechemos este momento romántico -Respondió él.
—Oh, sí —Dijo sarcásticamente—. Un momento realmente romántico conmigo, mientras que tu novia, mi amiga, está en casa tranquilamente y no sabe que estás aquí conmigo engañándola. De todos modos, no deberíamos estar aquí con el toque de queda.
—¡Oh, por favor! Recuerda que para ella ya no significo nada. Y además, no te he oído quejarte desde la última vez antes de que hicimos esto —Respondió, mientras se desabrochaba la camisa.
—Vamos, sabes que...
De repente se escuchó un ruido: ¡Crash! Parecía como si el cristal de la puerta delantera del coche se hubiese roto. Los jóvenes sobresaltados no supieron qué hacer en ese momento.
Sin saber cómo el coche empezó a sacudirse violentamente, el joven agarró de la mano a la chica para evitar perder el equilibrio, aunque las sacudidas fueron disminuyendo con el paso de los segundos hasta calmarse. Pensaron que alguien o algo estaba intentando asustarlos o gastarles una broma; aunque si fuera una broma, se estaban pasando de la raya.
—¡¿Qué demonios fue eso?! —El muchacho respiraba frenéticamente; no sabía qué hacer en ese momento, pero decidió proteger a la chica y quedar como un héroe ante ella.
Se asomó por una de las ventanas que estaba intacta y miró a su alrededor. Todo lo que podía ver al alcance de su campo de visión era una sola pluma negra flotando en el aire sobre el suelo frente al coche. El joven salió del coche corriendo todo lo que sus piernas daban de sí a coger esa pluma, nada más levantarla regresó de la misma forma al coche para resguardarse de lo que fuera que hubiera allá afuera.
Repentinamente las ventanas del coche estallaron en mil pedazos afilados. Cuando los jóvenes pudieron reaccionar, el joven sintió una presencia extraña: no tenía palabras para como describirla pero él podía sentir como si alguien estuviera muy cerca de ellos. De repente, de entre los restos de las ventanas rotas surgieron dos manos, dos manos muy pálidas, como si la blanca nieve las hubiese recubierto. Las manos agarraron al joven y fuertemente tiraron de él sacándolo del automóvil; el impulso fue tan fuerte que el joven se estrelló contra un árbol que estaba a unos metros alejado del coche.
Él, al intentar incorporarse de nuevo, pudo ver desde lejos la apariencia del atacante. Tragó saliva. No podía creer lo que estaba viendo con sus propios ojos, ya que el atacante o el "Ser" tenía un gran parecido a un muñeco de trapo. Se quedó inmóvil mientras miraba con espanto cómo la figura larguirucha, alta, con pelo blanco y ojos azules cristalinos, que casi parecían brillar, lo miraba fijamente. Se veía desgastado, sin camisa; su piel era de un negro grisáceo. El agresor, por raro que pareciese, tenia dibujados diferentes huesos del cuerpo humano en su cuerpo: tenía un cráneo dibujado en su cara, el tórax, y algunos más huesos para que coincidieran con el pecho y los brazos. Parecían estar pintados sobre la carne como si fuesen un tatuaje. También tenía dibujado los huesos de las manos y los dedos.
Cuando el joven se fijó más detenidamente, se dio cuenta que el agresor vestía unos pantalones vaqueros y un par de zapatos viejos. El joven sentía cómo se iba apoderando de él el más grande temor. Se quedó allí, indefenso, mientras que el agresor dirigió su atención a la joven que estaba intentando esconderse dentro del coche; se dirigió hacia el vehículo.
—¡Tomy! ¡Tomy, ayúdame, por favor! Por dios, ¡ayuda! —Gritaba ella desesperada, mientras el agresor saltaba sobre el capó del coche.
El extraño atacante, ahora sobre el capó, se inclinó y extendió su mano pálida hacia una de las ventanas rotas del vehículo, teniendo acceso al interior del coche y a la joven que se encontraba allí. La agarró del brazo y fue lentamente arrastrándola hacia fuera por sobre el capó. Ella, sin fuerzas, dejó de defenderse quedándose quieta, aguardando a lo que iba a pasar. Él se inclinó ligeramente hacia ella, y dirigió su mirada hacia Tomy; y, en ese preciso momento, el agresor susurró algo al oído de la joven, y momentos después la besó en la frente.
Ella no entendía nada, pero lo que no podía imaginar era que ese sería el último beso que recibiría de una persona. Él poco después alzó su mano hacia el cielo, apuntando con el puño hacia las estrellas, y lo dejó caer segundos después; el puño fue directo hacia el pecho de la joven y acabó enterrado en su interior, justo en el centro. Ella dio un espantoso grito de dolor; a continuación, el desconocido empezó a extraer los órganos que podía alcanzar lenta y metódicamente.
En la lejanía, Tomy podía escuchar el sonido desagradable de la sangre y la carne de la chica caer sobre el suelo; estaba horrorizado al pensar que su "amiga" estaba siendo asesinada sin él poder hacer algo para evitarlo. El agresor, momentos después, sacó algo del interior del pecho de la joven: era un pulmón. Lo puso en el capó junto a ella, y a continuación, le quitó la camisa, dejando su tronco al descubierto.
—No... No puede estar pasando esto, ¡Valerie! —Tomy utilizó la fuerza que le quedaba para dar ese grito, que de nada sirvió.
El agresor la golpeó repetidamente, consiguiendo romper la mayoría de los huesos que alcanzaba. Ella se sacudió violentamente por el insoportable dolor que sentía, tosió sangre mientras él continuaba golpeándola. Tomy se encontraba inmóvil, sin fuerzas; lo único que podía hacer era llorar, llorar sin cesar. Todas sus lágrimas rodaron por sus mejillas mientras observaba cómo el monstruo comenzaba a arrancar la carne de Valerie con sus propias manos.
Por fin llegó a su premio, lo que con muchas ansias buscaba: el corazón. Agarró el corazón con su propia mano y comenzó a tirar de él aún latiendo consiguiendo sacarlo del cuerpo de Valerie. Colocó el órgano dentro de una herida que se encontraba en su propio pecho, localizada en donde se encontraría el suyo. Luego, empezó a hurgar en su bolsillo, sacando un objeto que puso en su boca.
El agresor o criatura (ya que lo que hacía era inhumano) empezó a tirar del cabello de la chica y arrancó varios de sus mechones; fue juntándolos de forma ordenada, en filas, consiguiendo un fino hilo largo. Tomó el objeto de su boca, que parecía ser una especie de aguja; cogió el hilo que elaboró y comenzó a coser la herida de su pecho. Tomy se quedó en silencio, aterrorizado al ver cómo el ser realizaba tal acción grotesca con mucha paciencia y precisión. Tomy pudo percatarse de que un pequeño animal se iba acercando a la base del coche: Parpadeó para aclararse la vista y lo identificó como un pequeño perro desaliñado. El atacante se bajó del coche, se arrodilló y le dio unas palmadas al perro en la cabeza; éste se dio media vuelta y continuó su camino. La figura dirigió su atención hacia Tomy y se le empezó a acercar lentamente; cuando llegó hacia su posición, se inclinó de rodillas, acercándose a su cabeza.
Tomy, al tener la figura del agresor enfrente de él, no logró evitar observar los horribles detalles de su cuerpo. El color negro de la piel, el cráneo y los blancos huesos aparentemente tatuados, o sino como realmente parte de su piel. Pudo ver además los puntos de sutura de la herida hecha con los cabellos de Valerie. El desconocido miró detenidamente a Tomy y ladeó la cabeza con curiosidad; extendió su mano y le limpió con ella la lágrima que Tomy derramaba.
Él solamente podía sentir nada más que una profunda tristeza. Sin ninguna esperanza de poder salvarse, miró fijamente a los ojos a su atacante: unos azules y brillantes. El agresor, a continuación, colocó suavemente sus manos en ambos lados de la cara de él y se inclinó para estar más cerca, dejando poco espacio entre sus caras, y le preguntó una cosa; una simple pregunta que cerraría el sufrimiento de Tomy.
—¿Valoras tu corazón?