Cuando desperté lo primero que hice fue mirar al reloj, eran las casi las 4:00 pm y tenía un dolor de cabeza horrible, sinceramente creí que había sido solo un sueño lo que me había pasado, pero mi sorpresa fue que al subir al baño no pude evitar mirar hacia la ventana y me quede casi petrificado al mirar que estaba toda destrozada, llena de huecos y con los barrotes doblados, en ese momento un frío recorrió mi cuerpo al ver que todo era verdad.
Mi padre al mirarme paralizado me agarro del brazo y de inmediato me saco fuera de la casa, al mismo tiempo en que mi abuelo nos seguía el paso.
Me guiaron rumbo al granero sin saber que una sorpresa macabra le esperaba a mí abuelo; fue algo muy fuerte que casi hacia desmayar al abuelo pues al abrir la puerta del granero, todos sus animales se encontraban muertos, habían plumas de gallina ensangrentadas, cabezas y patas que al parecer eran de caballos y vacas.
En ese momento mi padre abrazo a mi abuelo y yo enseguida busque un banco en el cual lo sentáramos, comenzamos a echarle un poco de aire con un pañuelo, para tratar de bajarle la impresión y el susto.
Una vez que mi abuelo se sintió mejor, comenzó el relato para darnos explicación sobre las cosas que esa noche vi y sobre todo el porqué de su ataque.
El dijo que hace mucho tiempo cuando se fundó el lugar muchos de los habitantes se dedicaban a la minería y dejaron a un lado las cuestiones sobre el alimento, el tiempo fue pasando hasta que llego un punto en que este escaseo y pues a falta de la gente comenzó a morir poco a poco.
Hasta que cierto día comenzaron a llegar varias personas las cuales traían una especie de solución al problema, puesto que ellos se dedicarían en gran parte al manejo de la tierra para la siembra, varios de los nuevos habitantes eran en parte santeros y no duraron mucho en comenzar a hacer sus dichosos rituales.
Las personas en esa época no hacían nada al respecto, puesto que ellos según hacían que los maizales crecieran con una rapidez y tamaño estupendos, pero todo con mal termina mal y no tardo para que comenzaran las desapariciones de jóvenes y niños, de los cuales solo se encontraban el cuerpo sin órganos vitales.
Cuentan que los aldeanos comenzaron a investigar los extraños sucesos y llegaron a la terrible noticia de que los santeros eran los responsables, a si que mataron a todo aquel que practicaba santería y se apoderaron de todas sus pertenecías, entre ellos libros y espantapájaros de gran tamaño.
En cuanto al último santero, todo el pueblo se reunió una noche, apilaron grandes troncos en medio de las líneas territoriales de los maizales y lo amarraron para posterior mente prenderle fuego a su cuerpo.
Dicen que en cuanto el cuerpo empezó arder, grandes gritos de dolor surgían pues la agonía de aquel hombre era mucha; cuando al parecer todo había terminado y el cuerpo estaba casi consumido por las llamas, todos quedaron paralizados al ver que el ya creído cadáver calcinado, comenzó a emitir una voz casi salida del mismo infierno.
-Malditos ustedes, maldito sus hijos y los hijos de sus hijos, yo ardo hoy en cuerpo ustedes mañana en alma. En cada cuerpo de los espantadores yacen las entrañas de su estirpe y todas las noches días a mi muerte, su descendencia consumirá a su descendencia, jóvenes y vírgenes morirán para que paguen su osadía.
Todos los aldeanos no lo creyeron pero al día siguiente comenzaron a pasar sucesos difíciles de explicar, tales como la supuesta incrustación de los espantadores a los límites del pueblo y las muertes instantáneas de quienes los intentaban arrancar.
Varios de los pobladores habían intentado irse pero por alguna extraña razón regresaban al mismo pueblo, era como si el camino solo fuera en círculos para ellos.
De igual forma empezaron a darse cuenta que cada vez que llegaba un visitante mujer u hombre y tenían progenie con ellos, los hijos de estos tenían una especie de inmunidad ante esa maldición, excepto los hijos congeniado entre los pobladores descendientes directos entre los primeros aldeanos.
El abuelo comento que para evitar la matanza anual, empezaron a tomar las medidas necesarias, por ello los cuartos en donde dormían los ubicaban en las partes subterráneas de las casas, a si como la colocación de los barrotes en ventanas y puertas, al igual de el metal grueso que reforzaba las paredes que también eran de concreto solido. Eso sin duda alguna los había mantenido a salvo por muchos años, aunque pues no existía el que se descuidaba y era devorado por esos seres demoníacos.
Yo inmediata mente le dije a mi padre que nos fuéramos del lugar, pero mi padre bajo la cabeza y alego.. ¿En qué auto? Si el de nosotros está completamente destruido y si intentamos caminar al pueblo seria pérdida de tiempo pues nadie nos dará su vehículo así como así.
Nos empezamos a frustrar pues comenzaba a caer la noche, mis hermanos y mi madre no sabían lo que había ocurrido esa noche, se habían quedado profundamente dormidos y les fue imposible incluso escuchar los ruidos de las armas; en ese instante mi abuelo sugirió que entráramos pues esas cosas volverían y más si habían visto a un joven como yo.
Antes de caer la oscuridad mi abuela nos dio galletas y leche, al momento no las quise comer pero mi abuelo alego que no me preocupara pues esa noche no nos sedarían. El abuelo nos dio un arma a todos incluso a mis hermanos y a mi madre, que sinceramente no entendían la situación; mi madre abrazo a mis hermanos y trato de que durmieran, mi padre subió con mi abuela para cerrar puertas y ventanas.
Todos atentos esa noche casi al borde de los nervios por cualquier ruido y justo cuando creímos que todo estaba calmado…
Comenzaron a escucharse ruidos y gritos horribles, no sabíamos que le pasaba a la casa pues solo escuchábamos como si rompieran madera; el nervio le gano a mi abuelo he intento abrir la puerta, cuando de repente esta quedo hecho añicos quedando solamente los barrotes de metal.
Fue ahí cuando todos pudimos ver esas horrendas cosas, tenían ojos grandes y el cuerpo deforme, una de ella le agarro el brazo a mi abuelo, en ese momento mi padre disparo para liberarlo pero no logro gran cosa pues las afiladas garras de estos seres lo tenían preso. Mi abuelo le grito a mi padre, córtame el brazo!.. Y sin pensarlo él lo hizo. Yo seguí disparando a las criaturas que a como diera lugar deseaban entrar.
Mi abuela dijo que la siguiéramos, así que todos corrimos tras ella y nos termino conduciendo a una de las habitaciones que estaba al fondo, en ese momento mi abuelo con la poca fuerza que tenía en el otro brazo jalo una especie de cadena del suelo lo cual abrió una puerta que daba a una especie de pasadizo al que todos entramos de inmediato.
Mi padre con esfuerzo cerró la puerta, pues esas malditas cosas rasguñaban y empujaban fuertemente, recorrimos todo el pasillo y salimos hacia unos túneles que al parecer eran parte de una de las minas, mi abuelo no paraba de sangrar y mis hermanos junto con mi madre de llorar.
Caminamos apresurados por unos diez minutos, aun aterrados pensando en que esas cosas hubieran podido romper la otra puerta y lograr seguirnos.
Mi abuelo cayó al piso casi muerto pues se había desangrado demasiado, en ese instante se escucho ruidos que venían de los túneles, mi abuelo dijo con su voz casi débil, ¡déjenme y huyan! No deseábamos que se quedara a pesar de que mi padre lo intento cargar en espalda, pero el término golpeando a mi padre diciéndole, ¡No seas necio y salva a tu familia!
Todos corrimos nueva mente y después de unos minutos escuchamos los gritos de mi abuelo seguido de disparos, sabíamos que esas cosas lo habían destrozado...
Mi padre al mirarme paralizado me agarro del brazo y de inmediato me saco fuera de la casa, al mismo tiempo en que mi abuelo nos seguía el paso.
Me guiaron rumbo al granero sin saber que una sorpresa macabra le esperaba a mí abuelo; fue algo muy fuerte que casi hacia desmayar al abuelo pues al abrir la puerta del granero, todos sus animales se encontraban muertos, habían plumas de gallina ensangrentadas, cabezas y patas que al parecer eran de caballos y vacas.
En ese momento mi padre abrazo a mi abuelo y yo enseguida busque un banco en el cual lo sentáramos, comenzamos a echarle un poco de aire con un pañuelo, para tratar de bajarle la impresión y el susto.
Una vez que mi abuelo se sintió mejor, comenzó el relato para darnos explicación sobre las cosas que esa noche vi y sobre todo el porqué de su ataque.
El dijo que hace mucho tiempo cuando se fundó el lugar muchos de los habitantes se dedicaban a la minería y dejaron a un lado las cuestiones sobre el alimento, el tiempo fue pasando hasta que llego un punto en que este escaseo y pues a falta de la gente comenzó a morir poco a poco.
Hasta que cierto día comenzaron a llegar varias personas las cuales traían una especie de solución al problema, puesto que ellos se dedicarían en gran parte al manejo de la tierra para la siembra, varios de los nuevos habitantes eran en parte santeros y no duraron mucho en comenzar a hacer sus dichosos rituales.
Las personas en esa época no hacían nada al respecto, puesto que ellos según hacían que los maizales crecieran con una rapidez y tamaño estupendos, pero todo con mal termina mal y no tardo para que comenzaran las desapariciones de jóvenes y niños, de los cuales solo se encontraban el cuerpo sin órganos vitales.
Cuentan que los aldeanos comenzaron a investigar los extraños sucesos y llegaron a la terrible noticia de que los santeros eran los responsables, a si que mataron a todo aquel que practicaba santería y se apoderaron de todas sus pertenecías, entre ellos libros y espantapájaros de gran tamaño.
En cuanto al último santero, todo el pueblo se reunió una noche, apilaron grandes troncos en medio de las líneas territoriales de los maizales y lo amarraron para posterior mente prenderle fuego a su cuerpo.
Dicen que en cuanto el cuerpo empezó arder, grandes gritos de dolor surgían pues la agonía de aquel hombre era mucha; cuando al parecer todo había terminado y el cuerpo estaba casi consumido por las llamas, todos quedaron paralizados al ver que el ya creído cadáver calcinado, comenzó a emitir una voz casi salida del mismo infierno.
-Malditos ustedes, maldito sus hijos y los hijos de sus hijos, yo ardo hoy en cuerpo ustedes mañana en alma. En cada cuerpo de los espantadores yacen las entrañas de su estirpe y todas las noches días a mi muerte, su descendencia consumirá a su descendencia, jóvenes y vírgenes morirán para que paguen su osadía.
Todos los aldeanos no lo creyeron pero al día siguiente comenzaron a pasar sucesos difíciles de explicar, tales como la supuesta incrustación de los espantadores a los límites del pueblo y las muertes instantáneas de quienes los intentaban arrancar.
Varios de los pobladores habían intentado irse pero por alguna extraña razón regresaban al mismo pueblo, era como si el camino solo fuera en círculos para ellos.
De igual forma empezaron a darse cuenta que cada vez que llegaba un visitante mujer u hombre y tenían progenie con ellos, los hijos de estos tenían una especie de inmunidad ante esa maldición, excepto los hijos congeniado entre los pobladores descendientes directos entre los primeros aldeanos.
El abuelo comento que para evitar la matanza anual, empezaron a tomar las medidas necesarias, por ello los cuartos en donde dormían los ubicaban en las partes subterráneas de las casas, a si como la colocación de los barrotes en ventanas y puertas, al igual de el metal grueso que reforzaba las paredes que también eran de concreto solido. Eso sin duda alguna los había mantenido a salvo por muchos años, aunque pues no existía el que se descuidaba y era devorado por esos seres demoníacos.
Yo inmediata mente le dije a mi padre que nos fuéramos del lugar, pero mi padre bajo la cabeza y alego.. ¿En qué auto? Si el de nosotros está completamente destruido y si intentamos caminar al pueblo seria pérdida de tiempo pues nadie nos dará su vehículo así como así.
Nos empezamos a frustrar pues comenzaba a caer la noche, mis hermanos y mi madre no sabían lo que había ocurrido esa noche, se habían quedado profundamente dormidos y les fue imposible incluso escuchar los ruidos de las armas; en ese instante mi abuelo sugirió que entráramos pues esas cosas volverían y más si habían visto a un joven como yo.
Antes de caer la oscuridad mi abuela nos dio galletas y leche, al momento no las quise comer pero mi abuelo alego que no me preocupara pues esa noche no nos sedarían. El abuelo nos dio un arma a todos incluso a mis hermanos y a mi madre, que sinceramente no entendían la situación; mi madre abrazo a mis hermanos y trato de que durmieran, mi padre subió con mi abuela para cerrar puertas y ventanas.
Todos atentos esa noche casi al borde de los nervios por cualquier ruido y justo cuando creímos que todo estaba calmado…
Comenzaron a escucharse ruidos y gritos horribles, no sabíamos que le pasaba a la casa pues solo escuchábamos como si rompieran madera; el nervio le gano a mi abuelo he intento abrir la puerta, cuando de repente esta quedo hecho añicos quedando solamente los barrotes de metal.
Fue ahí cuando todos pudimos ver esas horrendas cosas, tenían ojos grandes y el cuerpo deforme, una de ella le agarro el brazo a mi abuelo, en ese momento mi padre disparo para liberarlo pero no logro gran cosa pues las afiladas garras de estos seres lo tenían preso. Mi abuelo le grito a mi padre, córtame el brazo!.. Y sin pensarlo él lo hizo. Yo seguí disparando a las criaturas que a como diera lugar deseaban entrar.
Mi abuela dijo que la siguiéramos, así que todos corrimos tras ella y nos termino conduciendo a una de las habitaciones que estaba al fondo, en ese momento mi abuelo con la poca fuerza que tenía en el otro brazo jalo una especie de cadena del suelo lo cual abrió una puerta que daba a una especie de pasadizo al que todos entramos de inmediato.
Mi padre con esfuerzo cerró la puerta, pues esas malditas cosas rasguñaban y empujaban fuertemente, recorrimos todo el pasillo y salimos hacia unos túneles que al parecer eran parte de una de las minas, mi abuelo no paraba de sangrar y mis hermanos junto con mi madre de llorar.
Caminamos apresurados por unos diez minutos, aun aterrados pensando en que esas cosas hubieran podido romper la otra puerta y lograr seguirnos.
Mi abuelo cayó al piso casi muerto pues se había desangrado demasiado, en ese instante se escucho ruidos que venían de los túneles, mi abuelo dijo con su voz casi débil, ¡déjenme y huyan! No deseábamos que se quedara a pesar de que mi padre lo intento cargar en espalda, pero el término golpeando a mi padre diciéndole, ¡No seas necio y salva a tu familia!
Todos corrimos nueva mente y después de unos minutos escuchamos los gritos de mi abuelo seguido de disparos, sabíamos que esas cosas lo habían destrozado...