Sé que ellos me vigilan.
Lo sé.
Y sólo porque no hice todo lo que me pidieron moriré .
Todo empezó la noche del quince de Julio cuando el clima era terriblemente frío. Las gélidas ventiscas del exterior invadían la ventana de mi cuarto, haciéndome sentir una caricia espectral a lo largo de mi espalda. En aquel momento, me encontraba sumergido en mi ordenador buscando historias de terror, rituales, etc. Al cabo de un largo rato, encontré un artículo bastante peculiar. Pensaba en mis adentros que sería un texto cualquiera sin sentido alguno, mismo que rezaba que en realidad se trataba de un ritual.
"Si lees esto antes de las doce horas, estás salvado. Si no, deberás obedecerme", centellaban estas palabras desde el monitor.
Seguro que se trata de un texto de autosugestión, pensaba. Y en verdad era eso lo único que creía ya que podría tratarse de un intento de broma mal hecha. Sin importarme aquello, continúe leyendo.
No obstante, no me había percatado que eran las doce horas con dos minutos. Repentinamente, la pantalla cambió mostrando un nuevo mensaje:
"Sal de tu casa, da tres pasos a tu izquierda y agarra la nota tirada, allí estará tu objetivo"
"Esto es estúpido", me había dicho para mis adentros.
¿En verdad iba a caer en un juego de tal magnitud? Ni siquiera un niño se creería semejantes calumnias. Cuán ingenuo había sido en aquél momento cuando mi escepticismo se había transformado en una inmediata mueca de espanto:
"Así que crees que esto es una broma, ¿no es así?", un nuevo mensaje apareció, detectando una amenaza en sus palabras, "¿Crees que tienes la opción de simplemente escaparte, olvidarte de todo esto y ya?"
Dos alarmas provenientes del teléfono me hicieron sobresaltar. Alguien estaba llamando.
"¿Y bien? ¿Qué vas a hacer? ¿Harás lo que te decimos o quieres escuchar por teléfono cómo hago gritar a tu hermana?"
Me había quedado sin habla.
¿Qué estaba pasando? Esto tenía que ser una coincidencia...
El teléfono... los mensajes...
¡¿Quién era este malnacido?!
"Si intentas abandonar nuestras instrucciones, entonces levanta el auricular. Tu hermana querrá dedicarte unas últimas palabras. Pero si decides seguir nuestras órdenes, sólo mueve la cabeza y prosigue con ellas"
El mensaje me había paralizado. Una vez que me recuperé del shock, sólo asentí tal y como me pidieron. Al momento, detecté que el teléfono había cesado de sonar. Tratando de cumplir con las demandas, salí entonces de la casa para emprender tres pasos a la izquierda. Para mi sorpresa, encontré una nota.
"Ahora da otros tres pasos, y busca la sangre", rezaba el mensaje.
Al término de mi recorrido, una marca de sangre se asomaba por debajo de mis pies. Había creído que se trataba solamente de pintura, de que sólo estaba siendo víctima de alguna broma de mal gusto. Sin embargo, muy dentro mío sabía que no era así. No había sido coincidencia el hecho de que sonara el teléfono cuando noté el mensaje amenazante, aquél que centelló desde la pantalla de mi computador. Había alguien monitoreando mis movimientos. Alguien... o quizás un grupo de personas de acuerdo a sus mensajes.
¿Para qué?
¿Qué era lo que buscaba?
¿Por qué yo? ¿Qué tenía yo para que él (o ellos) me estuvieran molestando? ¿Qué les había hecho?
Para mi horror, la sangre formaba una nueva demanda:
"Mata a tu tío y a tu madre"
Mi horror aumentó al momento y esta vez huí de mi casa. A la distancia, detrás de mí, alcancé a ver dos brillantes orbes que parecían formar una mirada. Sin importarme, seguí corriendo hasta llegar a un centro de acopio donde pedí permiso para pasar la noche.
Me interrogaron los oficiales, quienes me habían recogido de aquel lugar, sobre la desaparición repentina de mi hermana. Gracias a mi madre y a mi tío, el detective a cargo de la investigación permitió que se me dejara libre hasta nuevo aviso.
Nunca les dije del amenazante mensaje que había llegado a mi móvil justo el día de mi huída
Aún seguía viendo ese mensaje en el vago mar de mis recuerdos:
"Tienes siete días para matarlos. Al término del plazo, si no vemos sus cuerpos, nosotros nos encargaremos"
Por supuesto, me había negado a hacerlo.
Sin embargo, mis deseos no eran lo suficientemente fuertes como para ayudarme a sobreponerme sobre los siguientes días. Y al llegar el día veintidós de julio, mi terror creció al acceder a la petición de una de las notas:
"Atiende el noticiero"
Mi mundo era una caricatura ya que se había destrozado al escuchar el asesinato brutal de dos personas ocurrido durante el día. No hacía falta saber que al concluír el lapso de los siete días, había acontecido lo que más temía.
"¿Por qué?", me decía, "¿Por qué me hacen esto? ¡¿Qué les he hecho para que me hicieran esto?!
¡¿Por qué no me dejan en paz?!"
Por si fuera poco, mientras me desahogaba, llegó a mi móvil un nuevo mensaje:
"Tranquilo. Esta noche, estarás junto con tu familia"
Lo sé.
Y sólo porque no hice todo lo que me pidieron moriré .
Todo empezó la noche del quince de Julio cuando el clima era terriblemente frío. Las gélidas ventiscas del exterior invadían la ventana de mi cuarto, haciéndome sentir una caricia espectral a lo largo de mi espalda. En aquel momento, me encontraba sumergido en mi ordenador buscando historias de terror, rituales, etc. Al cabo de un largo rato, encontré un artículo bastante peculiar. Pensaba en mis adentros que sería un texto cualquiera sin sentido alguno, mismo que rezaba que en realidad se trataba de un ritual.
"Si lees esto antes de las doce horas, estás salvado. Si no, deberás obedecerme", centellaban estas palabras desde el monitor.
Seguro que se trata de un texto de autosugestión, pensaba. Y en verdad era eso lo único que creía ya que podría tratarse de un intento de broma mal hecha. Sin importarme aquello, continúe leyendo.
No obstante, no me había percatado que eran las doce horas con dos minutos. Repentinamente, la pantalla cambió mostrando un nuevo mensaje:
"Sal de tu casa, da tres pasos a tu izquierda y agarra la nota tirada, allí estará tu objetivo"
"Esto es estúpido", me había dicho para mis adentros.
¿En verdad iba a caer en un juego de tal magnitud? Ni siquiera un niño se creería semejantes calumnias. Cuán ingenuo había sido en aquél momento cuando mi escepticismo se había transformado en una inmediata mueca de espanto:
"Así que crees que esto es una broma, ¿no es así?", un nuevo mensaje apareció, detectando una amenaza en sus palabras, "¿Crees que tienes la opción de simplemente escaparte, olvidarte de todo esto y ya?"
Dos alarmas provenientes del teléfono me hicieron sobresaltar. Alguien estaba llamando.
"¿Y bien? ¿Qué vas a hacer? ¿Harás lo que te decimos o quieres escuchar por teléfono cómo hago gritar a tu hermana?"
Me había quedado sin habla.
¿Qué estaba pasando? Esto tenía que ser una coincidencia...
El teléfono... los mensajes...
¡¿Quién era este malnacido?!
"Si intentas abandonar nuestras instrucciones, entonces levanta el auricular. Tu hermana querrá dedicarte unas últimas palabras. Pero si decides seguir nuestras órdenes, sólo mueve la cabeza y prosigue con ellas"
El mensaje me había paralizado. Una vez que me recuperé del shock, sólo asentí tal y como me pidieron. Al momento, detecté que el teléfono había cesado de sonar. Tratando de cumplir con las demandas, salí entonces de la casa para emprender tres pasos a la izquierda. Para mi sorpresa, encontré una nota.
"Ahora da otros tres pasos, y busca la sangre", rezaba el mensaje.
Al término de mi recorrido, una marca de sangre se asomaba por debajo de mis pies. Había creído que se trataba solamente de pintura, de que sólo estaba siendo víctima de alguna broma de mal gusto. Sin embargo, muy dentro mío sabía que no era así. No había sido coincidencia el hecho de que sonara el teléfono cuando noté el mensaje amenazante, aquél que centelló desde la pantalla de mi computador. Había alguien monitoreando mis movimientos. Alguien... o quizás un grupo de personas de acuerdo a sus mensajes.
¿Para qué?
¿Qué era lo que buscaba?
¿Por qué yo? ¿Qué tenía yo para que él (o ellos) me estuvieran molestando? ¿Qué les había hecho?
Para mi horror, la sangre formaba una nueva demanda:
"Mata a tu tío y a tu madre"
Mi horror aumentó al momento y esta vez huí de mi casa. A la distancia, detrás de mí, alcancé a ver dos brillantes orbes que parecían formar una mirada. Sin importarme, seguí corriendo hasta llegar a un centro de acopio donde pedí permiso para pasar la noche.
Me interrogaron los oficiales, quienes me habían recogido de aquel lugar, sobre la desaparición repentina de mi hermana. Gracias a mi madre y a mi tío, el detective a cargo de la investigación permitió que se me dejara libre hasta nuevo aviso.
Nunca les dije del amenazante mensaje que había llegado a mi móvil justo el día de mi huída
Aún seguía viendo ese mensaje en el vago mar de mis recuerdos:
"Tienes siete días para matarlos. Al término del plazo, si no vemos sus cuerpos, nosotros nos encargaremos"
Por supuesto, me había negado a hacerlo.
Sin embargo, mis deseos no eran lo suficientemente fuertes como para ayudarme a sobreponerme sobre los siguientes días. Y al llegar el día veintidós de julio, mi terror creció al acceder a la petición de una de las notas:
"Atiende el noticiero"
Mi mundo era una caricatura ya que se había destrozado al escuchar el asesinato brutal de dos personas ocurrido durante el día. No hacía falta saber que al concluír el lapso de los siete días, había acontecido lo que más temía.
"¿Por qué?", me decía, "¿Por qué me hacen esto? ¡¿Qué les he hecho para que me hicieran esto?!
¡¿Por qué no me dejan en paz?!"
Por si fuera poco, mientras me desahogaba, llegó a mi móvil un nuevo mensaje:
"Tranquilo. Esta noche, estarás junto con tu familia"