Era un día de verano, lo recuerdo muy bien. Estaba navegando por Internet para encontrar algo que pudiera hacer.
La cosa es que encontré uno de esos típicos juegos o rituales de terror de los que tanto se habla y pensé que sería divertido buscar alguno que me interesara para intentarlo. Busqué y busqué por horas y más o menos como a las 10 u 11 de la noche encontré uno que había sido puesto como uno de los más terribles de todos y lo comencé a leer.
Lo terminé de leer y no creí que funcionara así que me decidí a intentarlo, pero recordé que el juego especificaba que no hubiera nadie más, puesto que podía salir herido. Guardé el link e hice otras cosas hasta la madrugada. Apagué todo y me fui a dormir.
La verdad fue que me olvidé de ese juego, pasaron los días y yo hacía otras cosas hasta que una oscura tarde mis padres tuvieron que salir por una emergencia, se fueron y automáticamente recordé ese link en mi computadora sobre ese juego.
Corrí hasta mi cuarto, encendí mi computadora y me metí al link. Lo volví a leer y me dispuse a buscar los materiales para comenzar el juego.
Primero fui al ático y busqué algún muñeco antiguo mío y encontré uno perfecto para este juego. Fui a la cocina y busqué un cuchillo de carne, abrí el muñeco, le saqué el relleno y le puse arroz como se indicaba, me corté las uñas de las manos y las metí en el muñeco para que “tuviera una conexión conmigo” y por último lo cosí con hilo escarlata. Fui al baño para llenar la tina que se necesitaba, volví a la cocina y tomé la sal, eché una taza de sal en la tina y me guardé un poco de sal en el bolsillo por si acaso. Volví por el muñeco y lo metí en la tina. Ya era de noche cuando estaba listo. Apagué todas las luces excepto por la televisión pero le quité el sonido, tome el cuchillo, fui al baño y apuñalé al muñeco diciendo: te encontré. Ahora te toca a ti.
Salí del baño y corrí a esconderme para que no me encontrara. Primero me escondí muy bien en mi sala de estar. Estaba solo pero podía sentir otra presencia conmigo, mi corazón se aceleró al escuchar que algo salía del agua en el baño, escuché pasos por todo el pasillo, pasos lentos y pequeños por ahí, sentía escalofríos al pensar que me podía pasar si eso me atrapaba.
Pasaron unos minutos y no escuché nada, comencé a extrañarme hasta que los volví a escuchar aún más cerca de mí, de seguro ya sabía dónde estaba así que me decidí a salir y correr a otro sitio, sentía que mi corazón paraba de latir y en un momento corrí hasta mi cuarto, cerré la puerta con pestillo y le puse un estante para bloquearla por si acaso. Ya no sabía qué hacer, comencé a pensar y recordé que para terminar el juego tenía que ponerme en la boca un poco de la misma sal que puse en la tina y gritar “yo gané” tres veces. Me puse la sal en la boca y grité lo más fuerte que pude y sentí que esto había terminado.
Salí de mi cuarto y encontré al muñeco justo fuera de mi puerta con el cuchillo a su lado. Sentí un alivio enorme, encendí todas las luces de mi casa y recordé que tenía que deshacerme del muñeco, así que lo tomé y lo metí en una bolsa, salí de mi casa y caminé unas treinta cuadras para estar lo más lejos posible de mi casa, tiré al muñeco en un bote de basura, le eché encendedor para parrillas y le prendí fuego con unos cerillos. Se comenzó a quemar de tal manera que iluminó al menos tres o cuatro cuadras alrededor. Esperé a que el fuego se extinguiera y volví a mi casa. Ordené todo y poco después llegaron mis padres. Ya todo había terminado.
Esa noche casi ni pude dormir pensando en que el muñeco podría volver pero pasados unos días deje de preocuparme. Ese fue el fin de mi historia.
Les escribí mi historia para advertirles que nunca y por ningún motivo intenten hacerlo ya que podrían no correr con mi misma suerte.
Me despido.
La cosa es que encontré uno de esos típicos juegos o rituales de terror de los que tanto se habla y pensé que sería divertido buscar alguno que me interesara para intentarlo. Busqué y busqué por horas y más o menos como a las 10 u 11 de la noche encontré uno que había sido puesto como uno de los más terribles de todos y lo comencé a leer.
Lo terminé de leer y no creí que funcionara así que me decidí a intentarlo, pero recordé que el juego especificaba que no hubiera nadie más, puesto que podía salir herido. Guardé el link e hice otras cosas hasta la madrugada. Apagué todo y me fui a dormir.
La verdad fue que me olvidé de ese juego, pasaron los días y yo hacía otras cosas hasta que una oscura tarde mis padres tuvieron que salir por una emergencia, se fueron y automáticamente recordé ese link en mi computadora sobre ese juego.
Corrí hasta mi cuarto, encendí mi computadora y me metí al link. Lo volví a leer y me dispuse a buscar los materiales para comenzar el juego.
Primero fui al ático y busqué algún muñeco antiguo mío y encontré uno perfecto para este juego. Fui a la cocina y busqué un cuchillo de carne, abrí el muñeco, le saqué el relleno y le puse arroz como se indicaba, me corté las uñas de las manos y las metí en el muñeco para que “tuviera una conexión conmigo” y por último lo cosí con hilo escarlata. Fui al baño para llenar la tina que se necesitaba, volví a la cocina y tomé la sal, eché una taza de sal en la tina y me guardé un poco de sal en el bolsillo por si acaso. Volví por el muñeco y lo metí en la tina. Ya era de noche cuando estaba listo. Apagué todas las luces excepto por la televisión pero le quité el sonido, tome el cuchillo, fui al baño y apuñalé al muñeco diciendo: te encontré. Ahora te toca a ti.
Salí del baño y corrí a esconderme para que no me encontrara. Primero me escondí muy bien en mi sala de estar. Estaba solo pero podía sentir otra presencia conmigo, mi corazón se aceleró al escuchar que algo salía del agua en el baño, escuché pasos por todo el pasillo, pasos lentos y pequeños por ahí, sentía escalofríos al pensar que me podía pasar si eso me atrapaba.
Pasaron unos minutos y no escuché nada, comencé a extrañarme hasta que los volví a escuchar aún más cerca de mí, de seguro ya sabía dónde estaba así que me decidí a salir y correr a otro sitio, sentía que mi corazón paraba de latir y en un momento corrí hasta mi cuarto, cerré la puerta con pestillo y le puse un estante para bloquearla por si acaso. Ya no sabía qué hacer, comencé a pensar y recordé que para terminar el juego tenía que ponerme en la boca un poco de la misma sal que puse en la tina y gritar “yo gané” tres veces. Me puse la sal en la boca y grité lo más fuerte que pude y sentí que esto había terminado.
Salí de mi cuarto y encontré al muñeco justo fuera de mi puerta con el cuchillo a su lado. Sentí un alivio enorme, encendí todas las luces de mi casa y recordé que tenía que deshacerme del muñeco, así que lo tomé y lo metí en una bolsa, salí de mi casa y caminé unas treinta cuadras para estar lo más lejos posible de mi casa, tiré al muñeco en un bote de basura, le eché encendedor para parrillas y le prendí fuego con unos cerillos. Se comenzó a quemar de tal manera que iluminó al menos tres o cuatro cuadras alrededor. Esperé a que el fuego se extinguiera y volví a mi casa. Ordené todo y poco después llegaron mis padres. Ya todo había terminado.
Esa noche casi ni pude dormir pensando en que el muñeco podría volver pero pasados unos días deje de preocuparme. Ese fue el fin de mi historia.
Les escribí mi historia para advertirles que nunca y por ningún motivo intenten hacerlo ya que podrían no correr con mi misma suerte.
Me despido.