Las sombras son muertos vivientes que se forman en las tinieblas y drenan la fuerza a los seres vivos. Son tan oscuras que solo son detectables con una luz muy brillante, el resto del tiempo parecen sombras comunes.
Su origen es mágico; un mago arrojó una maldición a un muerto enemigo y de ahí surgió la primera sombra. Las sombras merodean desde entonces por ruinas, cementerios y mazmorras.
Las sombras habitan entre dos planos; en el plano material primario (en el que vivimos los humanos y el resto de los seres vivos), bajo la forma de una sombra, y en el plano material negativo, bajo la forma del ser vivo que era antes de su muerte.
Cuando atacan, su contacto frío hace que se entumezcan las articulaciones de la víctima, que queda casi paralizada, perdiendo los sentidos del olfato, el tacto y el oído. En ese momento, las sombras comienzan a drenar y consiguen dejar a su enemigo sin energía. La víctima pasa al plano material negativo, dejando solo su sombra en el plano material primario. Algunas víctimas mueren antes de llegar a ser drenadas por completo y, entonces, son abandonadas por la sombra.
Las sombras son seres de inteligencia baja, sin embargo, tienen una excelente movilidad por lo que pueden levitar a voluntad y pasar desapercibidas. Son inmunes al frío y a ciertos hechizos y conjuros, como el del sueño. En literatura y poesía, puede entenderse en el sentido del espíritu o fantasma de una persona fallecida, que reside en el inframundo.
La imagen de un inframundo donde los muertos viven en la sombra es común al Antiguo Próximo Oriente. En hebreo bíblico es expresado por el término tsalmaveth, literalmente, "sombra de la muerte". La Bruja de Endor en el Primer Libro de Samuel notablemente conjura al fantasma de Samuel.
Solo muy selectos individuos están exentos del destino de habitar en la sombra después de la muerte, ascendiendo a la esfera divina. Es la apoteosis a la que aspiraban los reyes que afirmaban su divinidad y se reflejaba en la veneración de los héroes. Plutarco relata cómo Alejandro Magno se sintió inconsolable tras la muerte de Hefestión hasta el momento en que recibió un oráculo de Amón que confirmó que el fallecido era un héroe, es decir, que disfrutaba de la condición de divino.
Las sombras también aparecen en la Odisea de Homero, cuando Odiseo experimentó una visión del Hades, y en la Eneida, cuando Eneas viaja al inframundo. Y en Las Metamorfosis de Ovidio.
En la religión de la Antigua Roma, existía la creencia de que después que el fallecido fuera enterrado con determinados rituales funerarios, se transformaba en sombra, formando parte entonces de los manes, los dioses familiares de la muerte.
En la Divina Comedia de Dante Alighieri, muchos de los muertos son referidos, de manera similar, como sombras (en italiano, ombra), como el guía de Dante, Virgilio.
En ocasiones se puede leer en los epitafios 'Paz a tu dulce sombra' y fue utilizado por el poeta Alexander Pope en su epitafio para Nicholas Rowe.
También se dice que en la mitología griega, sombra era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. También se le llamaba Skotos. Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos. Era descendiente de Caos, hermano de Nix y padre con esta de Éter y Hemera.
Su origen es mágico; un mago arrojó una maldición a un muerto enemigo y de ahí surgió la primera sombra. Las sombras merodean desde entonces por ruinas, cementerios y mazmorras.
Las sombras habitan entre dos planos; en el plano material primario (en el que vivimos los humanos y el resto de los seres vivos), bajo la forma de una sombra, y en el plano material negativo, bajo la forma del ser vivo que era antes de su muerte.
Cuando atacan, su contacto frío hace que se entumezcan las articulaciones de la víctima, que queda casi paralizada, perdiendo los sentidos del olfato, el tacto y el oído. En ese momento, las sombras comienzan a drenar y consiguen dejar a su enemigo sin energía. La víctima pasa al plano material negativo, dejando solo su sombra en el plano material primario. Algunas víctimas mueren antes de llegar a ser drenadas por completo y, entonces, son abandonadas por la sombra.
Las sombras son seres de inteligencia baja, sin embargo, tienen una excelente movilidad por lo que pueden levitar a voluntad y pasar desapercibidas. Son inmunes al frío y a ciertos hechizos y conjuros, como el del sueño. En literatura y poesía, puede entenderse en el sentido del espíritu o fantasma de una persona fallecida, que reside en el inframundo.
La imagen de un inframundo donde los muertos viven en la sombra es común al Antiguo Próximo Oriente. En hebreo bíblico es expresado por el término tsalmaveth, literalmente, "sombra de la muerte". La Bruja de Endor en el Primer Libro de Samuel notablemente conjura al fantasma de Samuel.
Solo muy selectos individuos están exentos del destino de habitar en la sombra después de la muerte, ascendiendo a la esfera divina. Es la apoteosis a la que aspiraban los reyes que afirmaban su divinidad y se reflejaba en la veneración de los héroes. Plutarco relata cómo Alejandro Magno se sintió inconsolable tras la muerte de Hefestión hasta el momento en que recibió un oráculo de Amón que confirmó que el fallecido era un héroe, es decir, que disfrutaba de la condición de divino.
Las sombras también aparecen en la Odisea de Homero, cuando Odiseo experimentó una visión del Hades, y en la Eneida, cuando Eneas viaja al inframundo. Y en Las Metamorfosis de Ovidio.
En la religión de la Antigua Roma, existía la creencia de que después que el fallecido fuera enterrado con determinados rituales funerarios, se transformaba en sombra, formando parte entonces de los manes, los dioses familiares de la muerte.
En la Divina Comedia de Dante Alighieri, muchos de los muertos son referidos, de manera similar, como sombras (en italiano, ombra), como el guía de Dante, Virgilio.
En ocasiones se puede leer en los epitafios 'Paz a tu dulce sombra' y fue utilizado por el poeta Alexander Pope en su epitafio para Nicholas Rowe.
También se dice que en la mitología griega, sombra era un dios primordial, personificación de la oscuridad y la sombra, que llenaba todos los rincones y agujeros del mundo. También se le llamaba Skotos. Se decía que sus densas nieblas de oscuridad rodeaban los bordes del mundo y llenaban los sombríos lugares subterráneos. Era descendiente de Caos, hermano de Nix y padre con esta de Éter y Hemera.