Semillas: Las Perlas Blancas II

shinhy_flakes

Jinete Volad@r
Miron
Bakala
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Al despertar, sintió una leve molestia en la boca, y aún estaba atontado por el licor. Lentamente se sentó en la cama y trató de recordar qué había pasado ayer, pero no hizo falta, porque su lengua sintió que había nuevos intrusos en su boca, así que fue al baño y se miró al espejo. Entonces lo recordó, y no lo podía creer. Se miró felizmente por un largo rato, y lo mejor de todo es que ya casi no sentía dolor. Quería avisarle a todos y mostrarles su nuevo look, pero tenía pocos contactos. Entonces se acordó de David y le mandó un mensaje avisándole que quería ir a su casa para mostrarle algo genial, que se iba a sorprender mucho, y le pidió que convenciera a Carla de ir también. Se sintió extraño luego de tener su boca completa después de mucho tiempo, quería comer algo para ver si no se le salían. Se hizo unos fideos de nuevo, y masticó. Nada, ningún dolor, y todo seguía firme. Parecía que los dientes realmente se adaptaron a su boca, y siguió comiendo gustoso.
Recibió un WhatsApp de David, el joven contestó diciendo que, le sorprendió estas repentinas ganas de juntarse de nuevo con ellos, pero aceptaría con gusto su visita. Vería si podía convencer a Carla también. Otro golpe fuerte contra el techo a las 9 de la mañana, parecía que al gato le gustaba cambiar cada tanto los horarios. A decir verdad, si se ponía a pensar en aquello, era mejor que la alarma de su teléfono. Mariano salió y cuando terminó, esta vez no quería volver adentro, no podía esperar para juntarse con los muchachos dentro de unas horas. Así que se puso su campera y se fue al departamento de David. Tocó insistentemente uno de los tantos timbres en la pared, y esperó obtener alguna respuesta. Finalmente una voz resonó a través del altavoz:
"¿Quien es el que toca tan desesperado el timbre?". Dijo David con voz adormecida.
"¡David soy yo! ¡No pude esperar para juntarnos a las 2 así que vine temprano. Quiero mostrarte algo, y a Carla también!". Dijo Mariano emocionado.
"¿Marito? ¿qué haces despierto a esta hora? Espera que ahora bajo".
El hombre se contuvo de la emoción mientras esperaba. Luego de un rato, finalmente le abrió la puerta el mismo moreno de la vez pasada, solo que esta vez su pelo iba en todas direcciones, sus ojos lucían agotados y tenia un poco de saliva en la comisura de los labios.
"¿Ocurrió algo Mariano que tuviste que venir urgente para acá?". Dijo David frotándose el ojo.
El muchacho no sabía como decírselo, así que simplemente le mostró una amplia sonrisa, de labios separados.
David se quedó atónito ante el nuevo look del hombre. Esto sí que era una sorpresa inesperada.
"Mariano...¿que...te hiciste?".
"¿Te gustan? ¡Al fin pude arreglarlos!". Dijo emocionado.
"Pues, la verdad que si, tienes una sonrisa que cualquiera envidiaría jajaja". Dijo su amigo. "Pero en qué momento lo hiciste?".
"Ayer me...me fui a un dentista que es un buen amigo mío. Me los arregló todos y no me cobró caro". Dijo Mariano. Si le decía lo del frasco, y cómo hizo para cambiarlos todos, ¿le creería? No estaba seguro.
"Ah, que bueno Marito, por fin pudiste sacarte eso de encima. Oye pero no te quedes ahí afuera, pasa y te sirvo un café". Dijo y ambos entraron.
"Otra cosa, también hablé con este chico, Sergio. Dijo que mañana tendré que ir a un lugar, luego me dará la dirección". Los muchachos ya estaban en la sala.
"¡Bien ahí Mariano!, parece que la suerte no te abandonó aún". Dijo, yendo para preparar un café. Se quedaron charlando hasta el mediodía.
"¿Crees que Carla vendrá?". Preguntó Mariano.
"No lo sé, esa chica suele cambiar de decisión a último momento. Si quieres podemos hacerle una videollamada para estar seguros".
"Está bien, y si no puede venir, al menos quiero que vea como luzco ahora".
David sacó su teléfono y le marcó a la chica. Ambos se sentaron en el amplio sillón esperando que conteste. Finalmente lo hizo.
"Hey David, por qué me vuelves a llama-. ¡¡Mariiito, que gusto verte de nuevo!! ¿Y que haces en la casa de David? Normalmente soy yo la que siempre llega antes a su casa jajaja". Dijo alegre la chica.
"Es que no pudo esperar que nos juntemos a las 2, y vino temprano para darnos la sorpresa".
"¿¿Sorpresa?? ¿Cual sorpresa?".
Mariano mostró sus dientes resplandecientes al celular. La expresión de asombro en la cara de Carla no se hizo esperar.
"¡¡Woow Mariano, que hermosos dientes tienes ahora!! ¿¿Y cuándo te los arreglaste??".
"Ayer se los puso, dijo que se hizo amigo de un dentista y no le cobró mucho".
"Que suerte, hoy en día te arrancan la cabeza por cualquier cosa". Dijo Carla.
"Al fin es todo un Don Juan el galán este jajaja, ahora podrá conquistar cualquier mujer que se le cruce en el camino". Los tres rieron.
Al final Carla les había dicho que no podía reunirse con ellos porque tenía que hacer unos trámites de la casa, pero prometió que algún día se encontrarían de nuevo. Conversaron y rieron, (aunque sea a través de una pantalla), mientras David dejaba que Mariano se sirviera un poco de arroz con pollo que había preparado.
"De veras espero que te tomen en ese trabajo. En verdad te hace mucha falta". Dijo Carla. De repente apareció Agustina y saludó a los jóvenes.
"Hola chicos, ¿cómo están? Algún día tengo que conocerlos en persona". Dijo Agustina. Tenía rulos color miel, anteojos, y piel blanca.
"Bien, justo estábamos hablando de que Mariano tendrá una entrevista mañana. El pobre quedó desempleado hace tiempo". Habló David por Mariano. La joven de 19 lo miró un poco triste y le dijo:
"Ánimo amigo, seguro que las cosas mejorarán pronto". Mariano sonrió.
El tiempo pasó y ya eran las 6 de la tarde. Mariano volvió contento a su casa, pero lo pensó mejor y decidió pasar el resto de la tarde en el parque donde se encontró con Killer. Aún seguía contento, y de vez en cuando tocaba sus dientes con la lengua, le tomaría un tiempo acostumbrarse. Empezó a sentir que se levantaba un viento frío, y tuvo que partir a su casa. Se despertó a las 2 de la tarde, comió y jugó un rato con su compu, hasta que recibió un mensaje de Sergio.
"Buenas compa, se me hizo un poco tarde y tendría que haber estado en el trabajo hace 2 horas. ¿Te parece si vas directo a la constructora? Te envío la ubicación en el Google maps". Mariano lo abrió y se dio cuenta de que estaba cerca de su casa, seguramente era aquella construcción. Tenían planeado levantar un gran departamento. Salió sin prisa ya que no le había dado un determinado tiempo.
Cuando llegó, vio algunos hombres robustos, otros ligeramente delgados, como él. Se acercó a uno alto, rubio, y le preguntó:
"Disculpa, por casualidad no han visto un tal...Sergio? El me dijo que trabaja aquí". La cara del hombre al instante se transformó en una de gran enojo.
"¡Ese infeliz! ¡Mas le vale que aparezca pronto o sino, iré a buscarlo personalmente y le incendiaré la casa!". Dijo.
Mariano retrocedió asustado, no sabía el porqué de esa reacción. De repente llegó inesperadamente un muchacho, respiraba agitado por haber corrido tanto. Mariano pensó que tal vez ese era Sergio. (No podía estar seguro ya que el tipo tenía la imagen de un Ferrari como foto de perfil en WhatsApp). Estaba a punto de preguntarle, cuando el grandote lo apartó.
"Escúchame bien, maldita escoria. ¡Que sea la última vez que te metes con mi novia! ¿¡Está claro!?". Dijo tomándolo por el cuello de la remera. Mariano contempló la escena en silencio mientras los demás trabajadores se agrupaban lentamente para ver qué ocurría.
"Ja. No tienes pruebas". Dijo el joven, con mirada burlona mientras aún respiraba agitado.
"¿A no? Hace 3 días mi hermano me dijo que te vio sentado al lado de ella en una banca fuera de una cafetería. Ambos parecían...MUY cariñosos ese día". Dijo el rubio.
"¿Y tu le crees a ese tipo? Seguramente te está haciendo una jugarreta y solo quiere sacarte de tus casillas". Dijo sujetando las manos del tipo, tratando de hacer que afloje su agarre.
"Conozco muy bien a mi hermano, y sé que él jamás me mentiría". Dijo el hombre, cada vez más enojado. Mariano no comprendía cómo el otro muchacho no le tenía miedo. La verdad es que ese grandote parecía imponer un cierto aire de respeto entre los demás. Aunque sospechaba que era más miedo que respeto.
"¿Estás seguro? Quien sabe si en realidad inculpa a otro para salvar su propio pellejo, y tal vez es ÉL quien le está coqueteando a tu novia". Esto pareció calmar un poco al grandote, en sus ojos se podía ver que lo invadía la incertidumbre. En eso, un hombre mayor, de pelo y barba gris salió de un remolque de viaje, y fue a ver qué estaba pasando.
"A ver a ver, ¿qué está sucediendo ahora?". Los vio a ambos, y vio como sujetaba al muchacho.
"Víctor, ¿otra vez causando problemas? Ya hablamos de esto la semana pasada". Dijo el señor, cansado de ver que la misma situación se repetía de nuevo. El tal Víctor lo soltó y se paró solemnemente, con la mirada al suelo.
"Perdóneme señor, fue solo un pequeño...altercado, que tuve con Sergio, pero ya lo solucionamos". Miró al muchacho con mala cara. El hombre suspiró y dijo:
"Okey...vuelvan todos a sus puestos, aún debemos terminar temprano. Ya tenemos 2 días de retraso y no podemos perder 1 segundo mas". Dijo firme aquel señor, volviendo al remolque y acomodando su casco.
Todos se fueron dispersando, el rubio le lanzó una última mirada fulminante al joven, y se marchó. Solo quedaron Mariano y el joven en la entrada.
"Disculpa lo sucedido, ese tipo es muy paranoico cuando se trata de su novia. Tú eres Mariano, ¿verdad?". Dijo acomodándose la remera
"Pues...si...". Honestamente no sabía que más contestar, luego de lo ocurrido.
"Gusto en conocerte, soy Sergio". Dijo, estrechando su mano.
"Igualmente. Entonces, supongo que...tengo que ir hablar con el hombre del casco no?". Dijo Mariano
"Exactamente. Pero estás de suerte, porque llegué justo a tiempo para acompañarte. Y si el no quiere darte el trabajo, pues, trataré de convencerlo. ¿Te agrada la idea?". Dijo sonriendo.
"Te lo agradecería bastante Sergio. No sabes cuánto me cuesta conseguir empleo".
"¿De veras?, pues que extraño que aún no te hayan llamado para hacer publicidades sobre pastas dentales o algo así. Porque tus dientes son impresionantes, te soy sincero". Mariano se sonrojó un poco por su comentario y trató de esconderlo, así no pensaba que era una muñequita.
"Jeje, gracias, no es necesario que lo digas". Dijo, viendo un grupo de chicos mezclando cemento.
"¿Cómo haces para conservarlos así? Son mejores que los de Willy Wonka, jajaja". Mariano no sabía qué contestar.
"Haciéndole caso a mis padres...cuando me decían que me los lave siempre". Por dentro, se sintió un completo cínico, ya que hizo todo lo contrario. Y él no era el indicado para dar el ejemplo.
"Caray, creo que tienes razón. Pero yo estoy a gusto con mi boca". Dijo, y concluyeron el tema ahí.
Un rato después, Mariano recordó aquel tipo intimidante. ¿Un rubio grandote y fortachón trabajando en una construcción? Al instante pensó en el típico rubio fuerte estereotipado de las películas y videojuegos. Se echó a reír, y Sergio lo vio extrañado.
"¿Puedo escuchar el chiste así compartimos la alegría? Dijo. Mariano intentó contener un poco su risa.
"Nada, nada. Es que estoy nervioso y suelo reírme en estas situaciones". Mintió. Al fin llegaron y golpearon la puerta. Un rato después, salió el mismo tipo barbudo, y los saludó.
"Que tal jóvenes, ¿se les ofrece algo en específico?". Mariano pensó que por su forma de hablar, el hombre era agradable.
"Claro que si patrón, verá, el muchacho que me acompaña está buscando un lugar con nosotros, y esperaba que usted pudiera dárselo". Dijo Sergio. El hombre viejo ojeaba a Mariano de arriba abajo y le dijo:
"Está bien, pasa y lo discutiremos mejor". Hizo pasar a Mariano, y Sergio esperó afuera. 6 minutos después, abrieron la puerta y Mariano salió, pero Sergio vio que tenía una expresión sombría.
"No me digas. No lo conseguiste, ¿verdad?". Mariano se quedó parado al lado de él, sin decir una palabra, y
no le dirigió la mirada. Eso era un "no".
"Déjame hablar con él, tal vez pueda ablandar su corazón. Espera aquí". Dijo, y entró al remolque.
"¿Que pasó jefe? Creí que el otro día me había comentado que buscaba más trabajadores". Dijo mirando al viejo.
"Es verdad, pero esos puestos ya fueron ocupados, y por ahora tenemos suficientes bocas que alimentar. Además, no parece tener suficiente condición física como para cargar elementos pesados". Dijo, acomodando varios papeles en algunos archivos.
"Por favor amigo, ya sabes que aquí la mitad de los muchachos son unas pobres lauchas que apenas pueden sujetarse el campeón para orinar. Y respecto a todas las bocas que alimentar, ¿qué puede hacer una más en el montón? Ese chico está pasando un mal momento y necesita ayuda".
"Mira Sergio, sé que he desarrollado cierta confianza contigo desde hace algún tiempo, pero ahora estamos en horario laboral. Por lo tanto, no puedes tratarme como si fuese...tu amigo". Dijo el viejo, su tono de voz bajó de volumen un poco.
"Lamento la situación del chico, pero en verdad no puedo hacer un lugar más, porque los que mandan son los de arriba. Yo no controlo realmente toda esta organización". Dijo, su mirada era la de un hombre cargado de responsabilidades, y estaba harto.
"Yo sé la verdad. Sé que esas sanguijuelas no quieren soltar ese dinero. Lo quieren todo para ellos mismos y no les importan los de abajo. Pero aún así tenemos que tratar de ser un poco más solidarios y ponernos en el lugar del otro. Piensa Guille, ¿cómo te sentirías si en lugar de él, fuese TÚ hijo el que está pasando por la misma situación?". Dijo Sergio.
Guillermo odiaba cuando él mencionaba a su hijo, era su punto débil ahora que estaba internado en un estado grave. Bajó la vista, sin prestar realmente atención a las letras en las hojas. Lo pensó profundamente, hasta que por fin suspiró.
"Está bien...dile que lo aceptamos...". Dijo, escondiendo sus lágrimas tras recordar a Nicolás. Sostuvo su cabeza con la mano, y estaba a punto de pedirle que se largara, pero no fue necesario, porque salió de inmediato.
"¡No me lo vas a creer, conseguí que te dejen trabajar!". Dijo el chico.
La cara de Mariano se iluminó y sus ganas de vivir regresaron.
"¿En serio? Muchísimas gracias Sergio, no sabes cuanto te lo agradezco. De verdad necesitaba esto". Dijo Mariano muy contento.
"No me lo agradezcas. Mi poder de convencimiento es, in-com-pa-ra-ble". Dijo el chico con cierto aire de orgullo.
"Ah...bueno, ¿y cuándo empiezo?".
"Ya mismo, ahora me puedes ayudar a cargar unas bolsas. O puedes irte a tu casa a descansar si quieres, jajaja".
"Jeje, mejor no, porque me hace falta el dinero". Dijo Mariano, y ambos empezaron a caminar. Sergio le mostró el lugar.
El tiempo pasó y Mariano se fue adaptando a su nuevo trabajo. Al principio le costaba cargar, (o más bien arrastrar) las bolsas de cemento, así que solo se dedicaba a mezclar con la pala. De a poco su cuerpo se fue fortaleciendo, y su autoestima mejoraba. Solía frecuentar más a David, y a menudo charlaba también con Sergio. En algunas ocasiones lo invitaban a tomar algo con ellos. A todo esto, el tal Víctor dejó de aparecer por la zona, y a Mariano le pareció curioso, pero le restó importancia. Un día estaba barriendo algunos escombros, cuando empezó a sentir un leve dolor en sus dientes. El hombre estaba tan distraído que se había olvidado por completo de ellos, y pensó que sería algo pasajero. Pero no fue así, toda la tarde estuvo con ese dolor, y ya empezaba a incomodarle. Cuando salieron, le comentó a Sergio que mañana probablemente llegaría un poco tarde, porque tenía planeado ir al dentista para hacerse una revisión. El chico le dijo que no habría ningún problema, luego le avisaría al patrón de su parte.
Eran las 2:13 de la tarde y ya estaba esperando en el consultorio del dentista. Al señor se le había hecho tarde y todos sus pacientes estaban molestos por su incumplimiento con el horario. A Mariano lo tendrían que haber atendido a las 12:30, pero el tiempo se le hizo eterno. El dentista al fin había llegado, y Mariano tuvo que esperar a que las personas que habían llegado antes que él, sean atendidas primero. Luego de un largo rato, lo llamaron y pudo pasar. Aquel hombre regordete le indicó que se sentara, y preguntó:
"Y bien señor González, ¿qué problema andamos teniendo?".
"Verá, desde ayer he sentido una molestia en todos mis dientes. No es muy doloroso, pero ya me está cansando". Dijo Mariano.
"Muy bien, recuéstese y permítame revisar". Mariano tenía cierto pavor a los dentistas, pero con el tiempo lo fue superando.
El viejo regordete lo revisó por todos lados, y no encontró ningún defecto, ni siquiera en las encías.
"Parece no haber ningún problema, señor". Esto le extrañó al joven, no podía ser que no tuviese nada, y por si fuera poco el dolor aún estaba ahí.
"Pero sigo sintiendo dolor, ¿seguro que no tengo nada?". Preguntó mientras se levantaba del asiento.
"En lo absoluto. Pensé en la posibilidad de una gingivitis, pero no presenta encías inflamadas. Posiblemente el motivo de su dolor se deba a una mala higiene bucal, ya que la acumulación de bacterias puede generar problemas no solo en los dientes, sino también en las encías. Pero he notado que los tiene impecables, como perlas blancas. ¿Se ha hecho algún tratamiento para restaurar todos sus dientes?". Mariano permaneció callado un rato.
"Pues...si, un amigo mío es dentista, y me hizo este favor a cambio de poco dinero. Es que no estoy en una buena situación económica".
"Tiene que pasarme el número de su amigo para que me diga de dónde los ha conseguido, porque son mejores que los que tengo en mi consultorio". Dijo el dentista sonriendo.
"Con gusto se lo daría, pero...olvidé mi teléfono en casa y desgraciadamente no recuerdo su número, jeje". Dijo un poco nervioso, su mano izquierda escondía disimuladamente el bulto rectangular del bolsillo trasero. Pensaba que si le decía cómo los obtuvo y cómo consiguió implantarlos realmente, tal vez le diría que eso fue muy poco ético de su parte, y probablemente se los removería. Y no quería eso.
"No me diga. Bueno, si algún día vuelve, recuerde darme su número. ¡Ah!, y con respecto a su dolor, le voy a recetar amoxicilina. Y si aún persiste, no dude en pedir otro turno de nuevo". El viejo fue a escribir la receta, y se lo entregó al hombre.
"Esta bien, gracias señor". Y se retiró con el papel en el bolsillo. Tenía que salir corriendo a su trabajo, más tarde iría a la farmacia para conseguir esa medicina.
Tomó durante 2 días la amoxicilina, pero no le dio buenos resultados. El dolor desaparecía 20 minutos y luego volvía como si nada. Nunca era erradicado totalmente. Mariano estaba molesto, ese dolor lo ponía de mal humor, y no se daba cuenta de que transmitía su mala vibra a los demás. Una tarde Sergio se cansó y le dijo:
"Mira hermano, nosotros te apoyamos y nos llevamos bien contigo, pero últimamente te has puesto muy agresivo, y si sigues así terminarás alejando a todos tus cercanos. ¿Que te está pasando?". Preguntó un Sergio malhumorado.
Mariano trató de calmarse un poco a pesar del dolor, y le explicó lo de sus dientes, que el remedio no le aliviaba del todo y lo ponía de mal humor. Ciertamente quería evitar ir de nuevo al dentista.
"Perdóname por haberte tratado así, y a los demás también". Dijo un Mariano apenado.
Sergio suspiró pesadamente, pero asintió.
"Descuida. Debe ser feo lo que estás sintiendo ahora". Dijo Sergio y puso su mano en el hombro del joven.
"Escucha, esta noche queremos ir con los muchachos a tomar unos tragos, ¿no te apetece venir con nosotros? De paso te quitas esa mala cara y te diviertes un rato". Mariano lo pensó.
"Mmm...bueno, está bien. A todo esto, ¿no te has hablado más con David?".
"Justo ayer estuvimos conversando, y dijo que también se sumará esta noche".
"¡Ah que bueno! ¿Puedo invitar una chica también?". Sergio lo vio y sonrió.
"Con que tenías una novia reservada y no me la has presentado, ¿eh?". Dijo riendo un poco.
"Ya quisiera eso, pero por desgracia no es posible".
"¿Por qué? ¿Ya está con alguien?".
"Si, las 2 ya están viviendo ahora en otro departamento, supongo". Sergio escuchó: "las", y su cara cambió. Definitivamente no tendría chances.
"Que triste amigo, pero ánimo, hay bastantes peces en el mar". Mariano estaba cansado de escuchar mil veces esa frase.
Se hizo de noche, y todos los jóvenes ya se dirigían a un bar, que quedaba un poco lejos de la zona, pero decían que era bueno. Mariano y Sergio se quedaron afuera esperando a David y las chicas. Y se menciona la palabra: "chicas", porque Carla también quería llevar a Agustina, y de paso se conocían por fin. Mariano le había enviado un mensaje a Carla, insistiendole que viniera, o sino la iba a buscar personalmente. Por suerte tenía el resto de la tarde libre, así que le preguntó si su novia también podía ir. Él le dijo que no había problemas.10 minutos después, ya habían llegado los 3, conversando en el camino. Las chicas se presentaron ante Sergio, y él hizo lo mismo. Al fin entraron todos y se sentaron cerca de los muchachos, conversaron, bebieron y se divirtieron bastante. Por suerte Mariano pudo ignorar el dolor el resto de la noche, y pasarla bien con sus amigos.
Ya estaban un poco pasados con la bebida, y en un momento Agustina hizo un mal movimiento y derramó el liquido sobre su remera. Todos empezaron a reír, incluso la propia chica, y a su novia no se le ocurrió mejor idea que pasarle la lengua cerca de la clavícula. Los hombres miraban y silbaban alentando a Carla. Sin duda, para ellos, aquello fue lo mejor de la noche. Ya eran casi las 2 de la mañana y todos tenían que irse a sus respectivos hogares, dentro de algunas horas tendrían que trabajar de nuevo. Los 5 ya estaban saliendo mientras reían, Sergio iba último en la fila. En su estado, no se dio cuenta de la figura alta que lo esperaba afuera, cerca del callejón. Caminaba tranquilo cuando de repente, fue jalado y arrastrado a la oscuridad, solo un débil foco los iluminaba. Estaba confundido, y tras darse cuenta de quién era, sintió miedo. Cuando tomaba, esa supuesta valentía que tenía estando sobrio, se desvanecía y era remplazada por cobardía.
"Vi-Víctor, no esperaba verte por estos lugares". Dijo tratando de disimular el miedo en su voz.
"Yo tampoco esperaba verte cerca de MI zona, pero aquí estás, y no voy a desperdiciar esta ocasión para arreglar una cuenta pendiente". Dijo el grandote rubio.
"¿Que...que pasó que no volvimos a verte en la co-constructora?". Dijo, sujetando como aquella vez, las manos de Víctor para aflojar su agarre, y al instante se dio cuenta de que algo negro envolvía una de ellas. Rápidamente Víctor apartó su mano luego de sentir bastante dolor, y estampó al joven contra la pared de ladrillo. Su mano ya le dolía por sujetar a Sergio, pero el agarre de él hizo que el dolor subiera de nivel. Levantó su mano y dijo:
"¿Ves esto?, ¡¿Ehh?! Por tu culpa me peleé con mi hermano y ahora ya no quiere ni verme. ¡Y para colmo mira el último regalo que me ha dejado!". Dijo Víctor, enseñándole una férula negra para muñecas, envuelta en su mano izquierda. Al parecer se la habían roto. Y por la escasa luz, Sergio tampoco se dio cuenta de su ojo levemente marrón, que aún estaba sanando. Sin duda antes había sido morado.
"Le conté lo que me habías dicho aquel día, y él dijo que era falso, que eras TÚ, el que me estaba lavando el cerebro. Y él por ser mi hermano nunca se metería con mi novia, pero al final no le creí y terminamos a los golpes. Luego descubrí que había dicho la verdad, pero para ese entonces, él ya estaba muy enojado conmigo y ahora ni siquiera me dirige la palabra".
"¿Y como sabes que dijo la verdad?".
"Al final mi novia me lo confesó. Dijo que no soportaba estar con un tipo como yo, y que tu eras mejor. Me faltó muy poco para lastimarla, pero me detuve. Entonces se me ocurrió salir a caminar para despejarme un poco, hasta que te vi. Y pensé: ¡seguramente este tipo le lavó la cabeza para ponerla en mi contra y quedarse con ella!". Dijo casi gritándole en la cara.
A pesar de su estado de ebriedad y el miedo que tenía, Sergio sonrió y le escupió estas palabras:
"Al fin ella se dio cuenta de la lacra que tenía por novio. Es una pena que haya tardado bastante, pero finalmente abrió los ojos. Y debo decir, que me divertí bastante lavándote el cerebro, ya que eres muy fácil de manipular jajaja. En verdad eras alguien muy molesto, y te merecías lo que te pasó".
Miró por un segundo la férula y dijo:
"Y al parecer, la estupidez y la fuerza bruta viene impresa en la genética de tu familia jajaja". Sergio no paraba de reír, aún cuando la pequeña parte racional de su mente le gritaba continuamente que cerrara la boca, sino se ganaría una buena paliza de ese grandote. Y tenía razón.
Esto sí que sacó de sus casillas a Víctor, y a pesar del constante dolor que sentía, sujetó con la mano dañada a Sergio, y con la sana se preparaba para comprimir su cráneo contra la pared. Pero entonces oyó que alguien le hablaba a lo lejos. Se giró y vio un grupo de 4 personas tapando la entrada. Los jóvenes notaron que Sergio había desaparecido y volvieron por el mismo camino para saber dónde estaba, hasta que escucharon la discusión en el callejón. Y ahí los encontraron.
"Tu eres Víctor, ¿verdad?". Dijo Mariano. Honestamente no le importaba su nombre, solo le preocupaba la situación, y a pesar de que aún estaba ebrio, trataba de mantener la compostura.
"Así es, y creo que tu eres ese hombrecito que buscaba a este zángano aquel día". Dijo, volviendo a estampar a Sergio contra la pared.
"¡Déjalo, él no te ha hecho nada malo!". Dijo Carla.
"Mira...como te llames, mejor llévate a tus furcias de aquí, no quiero que presencien la carnicería que está por ocurrir". Víctor le dijo a Mariano, y se giró para ver a Sergio. Al instante, Carla se paró enfrente de ellos y le gritó al grandote:
"¿¡Que rayos acabas de decir pedazo de escoria?! ¡Nadie se atreve a insultarme a mi, ni a mi novia! ¿Por qué no te acercas y lo repites en nuestras caras? A ver si tienes las suficientes pelotas para hacerlo".
Los 3 quedaron espantados por lo que dijo Carla. Eran 4, (5 contando a Sergio), pero no estaban seguros si podrían contra alguien como el rubio, además su estado de ebriedad no les favorecía.
Víctor soltó a Sergio, y se acercó lentamente al grupo. Carla seguía mirándolo de forma intimidante, pero los de atrás no sabían que hacer. Entonces David le dijo algo a Agustina, y ella a su vez se lo dijo a Mariano. Los 3 asintieron, David agarró del brazo a Carla y la sacó a la fuerza de ese lugar. Ella protestó, pero finalmente se fueron, dejando solo a Mariano. Luego de un rato lo tenía cara a cara, y no sabía como iniciar la conversación, pero logró decir algunas palabras:
"Ehh...mira. Lamento el comportamiento de la chica, es que...cuando toma mucho se pone así". Dijo Mariano un poco nervioso. La poca iluminación no alcanzaba a mostrar parte del torso y la cara de Víctor, por lo que su silueta era algo intimidante...y daba un poco de miedo en la noche. Solo se podían ver sus zapatillas deportivas negras y su pantalón azul cobalto. Aquel hombre no dijo nada, así que Mariano prosiguió, tragando un poco de saliva.
"Entonces...lo que intentaba decir es que... tal vez lo mejor sería que ambos...olviden sea cual sea el problema que hayan tenido...y sigan con sus vidas normales". Mariano eligió con cuidado sus palabras.
"¿Sabes lo que ese tipo me ha hecho?". Dijo rápidamente Víctor. Mariano negó con la cabeza.
"Se robó a mi novia, y no solo eso, sino que también me engañó haciéndome creer que mi hermano era el que realmente me la estaba robando. Pero no fue así, ahora por su culpa me peleé con él, y terminé con la muñeca rota. ¡Mira!". Levantó su mano hacia Mariano mostrando de nuevo la férula negra.
"Okey...eso sí que es un tema. ¡Pero todo tiene solución! Cuando pase un tiempo, puedes intentar hablar con tu hermano de nuevo, y probablemente se reconciliarán. Ahora lo de tu novia...desconozco el motivo por el cual ella prefirió estar con Sergio antes que contigo, pero supongo que si ambos lo discuten, podrán resolver sus conflic-". Mariano se vio interrumpido tras recibir un puñetazo de Víctor directo en la cara. El hombre cayó al piso, y un diente salió disparado. Desesperado, empezó a buscarlo en la oscuridad mientras sentía el familiar gusto cobrizo en su boca.
"¡¡Ella aún es mía, y siempre lo será!! ¡No le pertenece a aquél miserable gusano que está en el callejón!". Dijo un imponente Víctor, quien se acercó a Mariano y le propinó una patada fuerte en el estómago. El pobre se sujetaba el abdomen.
"¿Te ha quedado claro, estúpido?". Mariano desde el suelo, asintió, incapaz de decir una palabra.
"Bien. Ahora sé un buen chico y lárgate de aquí si no quieres que te rompa una costilla, como le va suceder a tu amiguito". Sergio alcanzó a escucharlo, y su temor aumentó, luego de ver que aquel mastodonte se le acercaba para terminar con su vida.
Comenzó a retroceder y en un momento tropezó con un bote de basura, y cayó al suelo. Alzó su brazo para protegerse de la inminente paliza, y pudo ver en su cara que disfrutaba este momento. De repente, los 3 escucharon un ruido, y vieron que David, Agustina y Carla habían regresado, con 3 policías más. Al instante la expresión del rubio cambió a una de temor, y antes de que los policías pudiesen hacerle una pregunta, salió corriendo en dirección contraria a la entrada del callejón, y fue perseguido por 2 hombres uniformados, quienes gritaban que se detuviera. Al final desaparecieron de la vista, y los muchachos se reagruparon. El policía que se quedó con ellos les tomó la declaración, mientras ayudaban a Mariano a levantarse. Pero este les dijo que estaba bien, excepto que había perdido su diente y no lo encontraba.
David se prestó a ayudarlo, mientras el policía hablaba con Sergio, y las chicas escuchaban atentas. Finalmente David encontró el colmillo de Mariano, y él le agradeció por su ayuda. Era el colmillo derecho de arriba, Mariano estaba muy molesto porque había sufrido bastante, solo para que ese tipo le sacara un diente que con tanto esfuerzo le costó poner. Luego vería si podía reinsertarselo, mientras tanto lo guardó en su bolsillo. El policía les agradeció su colaboración y dijo que pronto atraparían a Víctor. Los 5 pudieron retirarse del lugar, y se fueron a sus hogares. La alegría del momento se había ido, y ahora todos sentían angustia por lo que sucedió.
Mientras hablaban, Mariano se dio cuenta de algo peculiar: curiosamente, la molestia en sus encías seguía ahí, pero estaba adormecido por el alcohol. Aún así, en lugar de sentir dolor en la zona donde solía estar su colmillo, sentía alivio. Como si el problema hubiesen sido los dientes todo este tiempo. Pero ni en sueños se los quitaría, por fin lo había conseguido, y un simple dolor, que seguramente será pasajero, no arruinará su felicidad. En un momento las chicas se quedaron hablando con David, sobre cómo habían logrado encontrar esos policías a tiempo por pura casualidad, y Sergio se acercó a Mariano y le dijo:
"Gracias por haberme salvado Mariano. Aunque no debiste hacerlo, aquello fue un problema mío, y no tuyo". Dijo sonriendo apenado.
"No fue nada. Pero en verdad que eres cabeza hueca, porque no fui el único que te ayudó. Deberías agradecerle a los chicos también, además, puede que esto no tenga nada que ver pero, tu me ayudaste a conseguir ese puesto. Así que te la debía". Dijo Mariano, devolviendole la sonrisa.
"Ah, ¿y yo que?, ¿acaso no fui YO quien te pasó el contacto?". Dijo David, medio enojado, medio riendo.
Mariano hizo rodar sus ojos, y suspirando, le agradeció también a David. El resto se rió de su sinceridad. Al final el grupo se fue dispersando de a poco, y solo quedaron David y Mariano.
"Bueno Marito, fue divertido, pero pronto tendré que levantarme otra vez y cumplir con mis responsabilidades". Dijo David, cansado. "Podríamos vernos otro día".
"Está bien, tu me dices cuándo y a que hora". Dijo.
Al final los chicos se saludaron y Mariano por fin entró a su casa. David siguió de largo. Estaba muy exhausto, los golpes que le dio ese infeliz aún le traían malestares. Se quitó los pantalones y se echó a dormir profundamente, pronto sería un nuevo día.
¿...O tal vez no...?
Eran las 4:50 de la mañana, y volvió a escuchar que ese condenado gato se caía otra vez del árbol, produciendo un fuerte golpe contra el techo, causando que Mariano se despertara. Revisó la hora y vio que era muy temprano, demasiado temprano para lo que estaba acostumbrado. Otra vez cambió su horario ese naranjita. Salió y repitió la tarea de siempre, hacía mucho frío afuera y ya extrañaba su cama calentita. Por fin pudo entrar, hasta que recordó que aún no se había puesto el diente, entonces lo buscó en el bolsillo del pantalón y lo sacó. Fue al baño, y lo apoyó sobre el lavamanos, mientras se revisaba la boca. Curiosamente el dolor había aumentado y no lograba encontrar el motivo, se negaba a creer que la razón principal fuesen sus dientes.
En eso, alcanzó a ver por el rabillo del ojo que su colmillo se movió levemente. No estaba seguro si lo que vio fue una ilusión, pero entonces pudo ver que el diente se había movido de nuevo. Mariano lo miró sorprendido y acercó su cara para verlo más de cerca. El colmillo se movía de vez en cuando, y en un momento estuvo a punto de caerse, hasta que se quedó quieto. El hombre iba a tocarlo, cuando de repente, el colmillo explotó y solo quedó la raíz. Mariano se asustó y vio con impresión, cómo salían varios insectos minúsculos, de lo que quedaba de ese diente y corrían desorientados de un lado a otro. Parecían moscas diminutas, con algunos rasgos de abeja, y tenían algunas rayas verdes. Uno de ellos se dispuso a volar y los demás la siguieron, aún estaban desorientados y volaban alrededor del hombre. Mariano trató de matarlos a manotazos, pero entonces quedó inmóvil, luego de reflexionar sobre lo que había visto: si esos bichos habían salido de su colmillo...
Lentamente se giró al espejo y mientras lo hacía, no solo vio con horror cómo los demás dientes se movían de vez en cuando en sus encías, sino que también lo sentía en carne propia. Sin pensarlo salió corriendo del baño y buscó su vieja amiga, la pinza oxidada. Regresó, y como aquel día, tendría que repetir esa escena sacada de película, excepto que esta vez no dudaría ni un segundo y se los arrancaría todos a pesar del dolor que sentiría. El miedo y los insectos fueron un incentivo suficiente para hacerlo.
Tomó un incisivo, y lo arrancó rápido. Era obvio que le dolería, pero no le importó, tomó otro incisivo y tiró de nuevo. Los bichos zumbando al rededor, y la sangre marcando otra vez su territorio en el baño, eran una escena incomprensible para cualquiera que viera esto desde lejos. Pero Mariano estaba decidido a terminar.
La adrenalina nubló un poco su dolor, y alcanzó a sacar 6 dientes, pero no llegó a tiempo. Simultáneamente, todos sus dientes, más los que se había arrancado, estallaron y una gran cantidad de insectos fueron liberados. Los que salieron de los dientes arrancados se sumaron al enjambre que volaba alrededor de Mariano, y los que aún seguían en su boca, se prepararon para cumplir un propósito que se le fue adoctrinado desde su creación. Mariano gritaba y trataba de escupir la mayor cantidad de insectos posibles, o se metía los dedos para sacarlos y mientras lo hacía, sintió que los que estaban en su boca, se abrían paso a través de su cara. Sintió como miles de ellos recorrían su carne, escarbando el camino hasta adentrarse al cerebro. Solo que ese no era exactamente su destino.
Sufría constantemente mientras la sangre le caía a chorros por la boca y por la nariz, mezclada con saliva y mucosidad. Mientras se rascaba toda la cara, en un intento absurdo por sacárselos de encima, alcanzó a ver que algunos de ellos se ahogaban en la sangre del suelo. Se chocó contra las paredes y en un momento estuvo a punto de tropezar con el inodoro, pero se mantuvo en pie. Esto sin duda era una pesadilla, y en un segundo despertaría. Si, debía de ser eso. Empezó a sentir que le salía líquido por los oídos, y ya fue suficiente. Mariano estuvo a punto de ir a llamar a emergencias, cuando de repente, se detuvo. Quedó inmóvil, boquiabierto en el marco de la puerta por unos segundos, y luego simplemente, se desplomó al suelo. Sus ojos perdidos en la nada, y su lengua, roja y brillante, se asomaba levemente por su boca. Lo último que pudo ver fueron los insectos rodeándolo, y lo último que pudo escuchar fueron los zumbidos molestos. Su vida lentamente era devorada por las sombras...y por los pequeños invasores.
Los policías forzaron la puerta de su casa, y lo que encontraron fue algo que no se esperaban ni en sus pesadillas. Cerca del baño, se hallaba un esqueleto rojizo, el cual le quedaba muy poca masa muscular, y órganos. Aún conservaba la ropa intacta, excepto por las manchas de sangre. Los forenses comenzaron a examinar el cadáver de Mariano y se percataron de 2 cosas: la primera era que no poseía ningún diente, y la segunda era que algunos insectos quedaron escondidos entre las prendas. Inmediatamente tomaron los que pudieron y los guardaron como evidencia. Se llevaron el cadáver, y mientras revisaban la casa, encontraron un frasco azul que contenía 12 dientes en mal estado. Lo llevaron también como evidencia. No solo eso, sino que encontraron y juntaron pequeños fragmentos blancos esparcidos por todo el baño.
David fue a su casa y vio que no atendía la puerta, ni sus llamados telefónicos. Al final la policía llegó y forzaron la entrada, le pidieron que se quedara afuera mientras ingresaban al domicilio. David estaba confundido, luego de ver que más gente uniformada entraba, y no le permitían ver a su amigo. Más tarde le explicaron la situación, pero no necesitó escucharlos, puesto que vio como sacaban a Mariano en una camilla, tapado por una bolsa negra. David insistió en verlo mientras sus ojos se enrojecían, pero lo detuvieron. Le dijeron que más tarde lo llamarían para dar su testimonio y averiguar que había pasado.
En resumen, sus amigos hablaron sobre lo que pasó en la noche, Sergio habló de Víctor, y de que le había conseguido trabajo a Mariano, entre otras cosas sin importancia. David en un momento les habló sobre los dientes nuevos de Mariano, y le preguntaron de dónde los obtuvo. Les dijo que supuestamente Mariano se había hecho amigo de un dentista, el cual nunca le dijo su nombre, ni siquiera sabía dónde trabajaba. Luego de algunas preguntas, los investigadores le mostraron el frasco azul, y el joven dijo que no tenía idea de qué era eso. Sabía que Mariano tenía el constante deseo de cambiarse los dientes, pero el dinero no le alcanzaba. Esto quizás les serviría a los forenses.
Confiscaron el celular y la computadora de Mariano. El celular estaba roto, seguramente no pudo soportar el peso del muerto, así que lo mandaron a un técnico para que lograra sacarle toda la información posible. Respecto a la computadora, revisaron su contenido y descubrieron una conversación con un tal KillerGhost, quien resultó ser el responsable de haberle conseguido ese misterioso frasco. Trataron de contactarse con este individuo, pero al parecer se había cambiado de número. En medio del chat, también descubrieron un link que los dirigía a una página, ahora inexistente. Esto frustró a los investigadores, pero continuarían con su búsqueda.
Mientras tanto, los médicos forenses seguían con su labor de autopsia, y luego de algunas horas, pudieron determinar la causa de muerte. Aquellos insectos, habían forzado su camino hasta llegar al bulbo raquídeo, y lo habían carcomido casi todo, para poder incapacitar al individuo y devorarlo completo sin interrupciones.
Si el bulbo raquídeo recibe algún daño, por más minúsculo que sea, puede provocar la muerte instantánea del individuo. El joven había sufrido un paro cardíaco, y sus pulmones dejaron de aportar oxígeno. (Los médicos ya habían sido informados sobre estos insectos, los cuales aún estaban bajo investigación). Sin duda, sabían exactamente lo que estaban haciendo. Al menos el muchacho no sufrió la peor parte, sentir que se daban un festín con él esa noche.
En el centro de investigación, los encargados de examinar a fondo aquel frasco, y los extraños insectos, lograron hacer algunos avances. Los dientes dentro del frasco resultaron ser los de Mariano, y el único indicio de los supuestos dientes que contenía previamente ese frasco, eran los pequeños fragmentos blanquecinos que recogieron del baño. Resultó ser, que servían como algún tipo de cápsula, que protegía aquellos insectos desconocidos. Por la hora, y la fecha en la que supuestamente se había puesto esos dientes, (información otorgada por David Santos), dedujeron que los huevos dentro de los "dientes" debían eclosionar aproximadamente a las 5:00 de la mañana.
A esa hora el joven aún seguiría durmiendo, y los insectos saldrían rápidamente de sus cápsulas, para luego...hacer el resto. Por la información que ofrece el frasco, se teoriza que solo necesitaban el calor humano para completar su formación. Y con respecto a los insectos...una observación exhaustiva pudo comprobar que eran el resultado de una combinación artificial entre: una abeja, una mosca de la fruta, y un escarabajo carnívoro. Los científicos seguirán con su investigación.
Sus amigos fueron al funeral de su querido amigo, todos vestidos de negro. Las chicas no dejaban de llorar, y los muchachos se esforzaban por contener las lágrimas. Vieron con tristeza como el ataúd bajaba lentamente, mientras el padre citaba algunos versículos de la Biblia. Poca gente había asistido, pero Mariano estaba feliz de ser acompañado de nuevo, y su alma finalmente pudo descansar. Más allá de las rejas del cementerio, un jovencito muy extravagante pasaba por el lugar, y los veía desde lejos. Con una mirada de desprecio, dijo:
"Ay, pero que gente tan depresiva, y esos atuendos son...un es-pan-to. Deberían ser como yo, deberían pensar siempre: lo pasado pisado. Y seguir viviendo la vida loca sin preocupaciones ni tristezas". Dijo, y siguió su camino a la peluquería.