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30 de Abril del 2004:
Una pequeña niña de aproximadamente 5 años contemplaba tras la ventana un hermoso paisaje soleado y colorido que había en la estación primaveral de Abril. Una sombra y el ligero sonido de varios pasos, los cuales hacían chirriar el piso de madera ya gastado por los años, la hizo voltear a ver a un hombre alto de hermosos ojos verdes como el jade y, con un traje militar, sonriendo fue a abrazarlo con todas sus fuerzas.
- Papá te voy a extrañar -Musitaba la menor con los ojos cristalinos, llenándose de lágrimas que poco a poco fueron engrosando en sus mejillas-
- Mi niña, recuerda que siempre estaré contigo -Dijo el padre ,que, abrazando a la niña intententaba consolarla- Pero ya tengo que partir, nos veremos después.
Le acaricio la mejilla con dulzura y bajandola, se encamino a despedir de su esposa.
- Lo extrañare mucho -Dijo la castaña a su madre, una pelinegra que contemplaba la ida del hombre en pleno silencio, hasta que por fin pudo pronunciar una palabra.
-Yo también Renata...
7 de Septiembre del 2010
Una chica de apariencia aproximada a los once años corría por las casi válidas calles de la ciudad junto con un muchacho rubio de la misma edad, cruzaban calle por calle, avenida por avenida, hasta llegar a un gran hospital.
- ¡Vamos Leo, seguro que mi papá está esperando! -Dijó la castaña, con completa preocupación.
- Renata, e-espera, por favor... Mis pies me duelen -Respondió a su llamadó con la respiración agitada y, el rostro completamente rojo y sudoroso.
Entraron a la recepción del hospital; era espaciosa, estaba muy bien adornada y se podía notar el orden con tan sólo dar un paso en la entrada, sin más demora, fueron directos a un escritorio, donde atendía la recepcionista.
-¿Se les ofrece algo? -Preguntó una joven recepcionista con una sonrisa a los recién llegados.
-Venimos a ver al señor James Everdeen- Dijó el chico rubio apoyándose con cuidado en el escritorio de la señorita.
-Muy bien, -Musitó la señorita mientras revisaba una libreta, parecia estar buscando algo, y asi era- Piso 3 habitación 142- Contesto ella.
Los chicos corrieron hasta el ascensor, esperando que las puertas abrieran. Al entrar, escucharon unos horribles sonidos chirriantes en el elevador dando una sensación lúgubre, y los fluorescentes que colgaban de aquel no dejaban de centellear. La castaña tuvo miedo de aquello, haciendo que su cuerpo se llenará de nervios, pero Leo le tomó la mano con cariño y le dijó: Todo ira bien haciendo que sus nervios disminuyeran de forma repentina.
Al abrirse las puertas del ascensor, corrieron directos a la habitación, la chica toca la puerta esperando una respuesta pero lo único que se escuchaba era una voz varonil desconocida hablando con la madre de Renata, ese no era su padre, y podía asegurarlo.
"¿Qué estará pasando?" Se preguntaba ella. [[[File:Tasterfacesbyaisu.jpg|thumb|220x220px|By: Aisu-san ]]]
Entonces, la antes mencionada abrió la puerta y justo en ese instante se escuchó un fuerte pitido, uno que la hizo sobresaltarse al momento. Asustada debido al sonido, se alejó de la puerta blanca de aquella habitacion y mientras la cerraba, escuchó el lamento de su madre, hablando entre leves sollozos.
Varios minutos después, la madre de la muchacha salió de la sala de observación y miró a su hija. Renata se acercó a su madre y antes de darse cuenta, la Señora Everdeen estaba abrazandola, entre sollozos que parecían durar años.
-¿Qué...? ¿Qué a pasado con p-papá? - Preguntó la chica castaña, aunque temía saber la respuesta por parte de la mayor.
- Renata, hija, me temo que tu padre ya no estará con nosotras.- Contestó su madre en un tono melancólico, completamente dolida y simplemente estalló en un llanto.
Los ojos de Renata empezarón a llenarse de finas lágrimas y mientras se las secaba, pudó observar entre la puerta blanca con el número 123 grabado en esta ya abierta, haya donde yacía ahora el cadáver de su padre, este extrañamente tenía el brazo derecho esposado a la fría barra de acero de la cama.
13 de Junio del 2014
Habían pasado 4 años desde la muerte del padre de Renata. Su madre, la Señora Stella Hopps, había empezado a salir con otro hombre, Mike Walker, un policía de 37 años. Mike tenia una hija, Johanna; de hermoso y sedoso cabello rubio, de ojos azules y a diferencia de la castaña, su cuerpo estaba mucho más desarrollado. Ella y Renata apenas se llevaban bien pero con el paso del tiempo habían aprendido como minino a aceptar que iban a vivir juntas durante mucho tiempo, después de todo ellas no decidieron como iban a ser las cosas en las vidas de sus padres.
Un día normal como cualquier otro, si podemos decirlo así, Renata y Leonard, caminaban rumbo al instituto junto con Johanna. Las calles estaban totalmente inundades de estudiantes, partiendo a las instalaciones de sus colegios. Durante esos cuatro años, Leonard y Johanna ya se habían conocido, llevándose bastante bien y aunque la castaña no estaba segura, intuía que a Johanna le gustara Leo, puesto a su forma de actuar al estar conviviendo juntó con él, podría ser algo obvio. Al llegar al instituto, Renata sintió como el viento soplaba en ese día de primavera, dando la sensación de que en vez de avanzar hacia el verano, retrocederían a la estación invernal, simplemente suspiró tomando un poco de aire fresco.
-¡Vamos empanada!- Exclamó la rubia, Johanna. Renata la miró con recelo, pero siquiera se atrevió a responder, no quería quedar como una inmadura delante de su mejor amigo.
Al llegar a clase, la maestra estuvó entregando las notas de los exámenes bimestrales pasados. Mientras lo hacia, varios alumnos vigilando de que no les pillaran, estaban con sus celulares haciendo "tiempo libre". Otros grupitos estaban conversando entre ellos. Renata por su parte estaba conversando con Leo de deporte, quedando en la conclusión de que no le apasionaba en especial, sin embargo, no le incordiaba hablar de ello.
Desde la muerte de su padre, la muchacha se había vuelto un poco distante, solo se sinceraba con Leo y su madre. Pero el resto del mundo le resultaba imposible comunicarse con ellos, era como si todavía fuese una niña pequeña rodeada de completos extraños.
-¡Señorita Everdeen! -Habló la Señorita Petterson, encargada de ese grupo.
- ¿Si maestra? -Preguntó mirando a la mayor, esperando la respuesta de esta.
- Venga, es su turno.
- Claro. -Se levantó de su pupitre, trasladándose de manera lenta hacia la maestra.
Un 9 de 10 fue la nota de Renata. Aquello era aburrido para ella, a diferencia de la mayoría, a ella le bastaba con prestar atención a clase y si se encontraba motivada ha veces tomaba apuntes, nada fuera de lo normal. Después llamaron a Johanna, no era muy buena en las materias pero probablemente aprobaría, a fin de cuentas le estuvó ayudando. En el fondo a pesar de ser un poco impertinente con ella, Johanna era una buena persona, o al menos eso pensaba la muchacha.
Al escuchar el chirrido del timbre, la clase entera salio corriendo de la aula, dejando los pasillos concurridos del gentío que se encontraba a esas horas. Al salir; Leonard, Renata, y Johanna se estaban volviendo por el mismo camino, nadie decía nada, completamente nada, pero el muchacho rubio le dedicó una cálida sonrisa a la castaña, preparado para hablar.
- ¿Nos vemos a las 07:25 p.m. en el cementerio?- Musitó a su lado el rubio.
- ¿Qué van a hacer allí?- Preguntó Johanna, interrumpiendo la posible respuesta.
Hubo un silenció de nuevo, uno atormentador. Renata le había hecho prometer a Leo no explicar nada de lo que tenían entre manos ese viernes por la noche a nadie y sin embargo él había sido tan descuidado como para decir eso.
- Nada, solo cosas de emos, para reinos un poco ¿Deseas venir con nosotros? -Dijó Renata, mirando a su hermanastra.
-Ni ganas, yo ya he quedado. -Dió una pausa, rondando entre sus pensamientos- Pero aún pudiendo no pasaría. -Agregó-
Durante el resto del camino se limitaron a hablar sobre sus notas y la decepción de Johanna al ver ese 6.5, por lo menos había pasado, raspando pero lo hizo. El grupo estuvo riendo y después Leo mostró orgulloso su nota de 10, superando así a Renata.
Entonces, las chicas llegaron a una vivienda, se despidieron de Leo, viendo como este tomaba camino a casa. Al entrar dentro de la casa, vieron una nota de sus padres diciendo que ese día habían salido y llegarían bastante tarde, tal vez sería por asuntos de negocios o sólo para ir a una cena como pareja, sea lo que sea, a ellas dos no les importaba en lo más mínimo.
Durante la tarde, Johanna estuvo comunicándose a través de su celular en "Facebook" con varios chicos y chicas para quedar e ir hacer un botellon en un parque cerca de la iglesia católica del vecindario. Por otro lado, Renata estaba en la PC imprimiendo una hoja donde estaban escritas unas cuantas palabras en lo que parecía ser el idioma latín. Extrañada por estas hojas, Johanna se las quitó y con un gestó confundido dijo:
- Vaya la mariposa salió del panal ¿Así que satanismo?
- ¡Eso sería una abeja estúpida! ¿Quieres soltar eso? - Gritó la contraria con gran molestia- ¿No?
Entonces se levantó y le quito aquel folio a Johanna. La rubia no supo responder y ni siquiera se atrevió a replicarle. Hacia muchísimo tiempo que no veía así de enfadada a su hermanastra "¿Por que ese enfado? solo eran papeles." pensó.
Después, Renata se fue a recoger su mochila y miró el reloj. "07:02, mejor me voy yendo ya" musitó en lo bajó la de cabello castaño.
Salió de casa sin despedirse de su hermana y fue caminando hasta el cementerio. Llego allí a las 07:22 antes de la hora acordada y aún así, Leonard ya estaba esperándola, jugando lo que parecía ser Candy Crush. Al percatarse de la llegada de su amiga, guardo el celular al instante.
-Hola Ren. ¿Aún quieres seguir? -Su sonrisa volvió, entrando detrás de las paredes del cementerio.
- Claro que si, necesito saber porque lo hizo. -Contestó la muchacha, caminando por detrás.
Aquel día, Renata y Leo se habían reunido al cementerio con un propósito. El motivo por el cual estaban allí era saber que era lo que indujo a su padre a unirse a un extraño culto de adoraciones malévolas... Según descubrierón, su padre se unió a "Verdaderos Hijos" una extraña secta que había formado ni más ni menos que un cadete que estuvo bajo la tutela del Sr.Everdeen. El cadete de nombre Timmy Simpsom, formó el culto bajo la creencia que Dios quería que la humanidad volviera a su estado de antaño en la prehistoria, o eso se decía. En realidad, el culto fomentaba que los hombres y mujeres debían volver a su estado más "salvaje" y volver a las raíces de antiguos tabúes, como el incesto o el canibalismo.
La muchacha jámas recordó a su padre como un hombre violento ni mucho menos un enfermo sexual así que al principio creyó que su padre podía estar investigando el culto del cadete. Sin embargo, el horror se descubrió cuando Leonard encontró la evidencia periodística donde un comisario había disparado múltiples veces a su padre debido a que este estuvo a punto de asesinarlo. En esa misma referencia, se explicaba que a demás que el Señor James, tenia a una rehén secuestrada a la cual había forzado a mutilarse a si misma, todo ello para un ritual completamente extraño.
La chica no lo creía, pero las referencias habían probado la absoluta y horrible verdad, se sintió engañada, nadie había contado la verdad puesto que decían que su padre habia muerto gracias a un insidente y, su madre llevaba tambien la responsabilidad bajo este asunto. Renata quería descubrir mucho más sobre su padre, por eso, fueron al cementerio ya que según se rumoreaba por algunas buenas fuentes que el culto había hecho 32 sacrificios para su deidad en ese mismo cementerio, sin embargo no había muchas evidencias de esto, siquiera podía saberse con exactitud en que parte los habían hecho.
Cuando estaban caminando, dando uno que otro paso, en espera de encontrar algo que pudiera servir, Leo tropezó con lo que parecía ser una puerta escondida entre hojas y una lapida, Leo movió las hojas y vio unos escritos en latín, al parecer, diciendo "Deus quaerit..." pero la puerta estaba rota y gastada, no podían completar la frase. Entonces Renata recordó que esas palabras en latín eran parte de una oración del culto según lo que ella había investigado, de hecho todas la información la tenia impresa en las hojas que había imprimido hace algunos minutos atrás.
-Mira, Leo.- Músito ella dándole una hoja - Ahí esta completa la frase, o mejor dicho, la oración.
-Vamos a ver... -Murmuro en silencio el muchacho, observando la hoja - Dice "Dios busca caníbales para lo demás necesitare el traductor, pero, me temo que aquí estaba el culto. -Observó a la muchacha, sus ojos avellanas estaban envueltos de preocupación, pero habló para así por fin contestar.
-Voy a entrar Leo... Quédate aquí vigilando.
Leo acedia y dejo ir a Renata, a pesar de no estar seguro de dejarla ir sola, el cumpliría su mandato, todo por ayudarla con esta buena causa. Ella pateó hasta romper por completo la puerta que dirigía a unas escaleras oscuras, estas escaleras bajaban hacia un cuarto con poca iluminación, con un olor a incienso muy fuerte, estaba segura que siquiera las iglesias podían oler de esa forma tan descomunal. Renata camino por toda la escalera hacia el cuarto hasta que se topo con una estatua grotesca y sin ojos. Atormentada por eso mismo optó por correr ciegamente topándose cara a cara con un cuerpo destripado de lo que parecía ser los restos en descomposición de una chica, intento gritar pero no pudo, se quedo paralizada mirándolo. Se siente incomoda, presiente que la observan así que poco a poco va mirando toda el aula de reojo, giró hacia la estatua que parecía que la estaba observando de lejos, a pesar del hecho de no tener ojos.
- Acércate, querida... Ven aquí.
La chica, intrigada se fue acercando a paso lento pero constante, no sabia que sentir en ese momento; terror ó curiosidad.
- ¿Qué eres y... Qué quieres? - Preguntó con la voz vibrante de los nervios-
-¿Qué soy? Mejor dicho, ¿Quién soy? -Decía la voz y se escuchó como una respiración de algo invisible se acercaba- Apuesto a que podrías reconocerme.
-Papá. -Susurró para si misma, aclarando bien la idea de con quien estaba tratando en esos momentos- ¿Tu eres mi padre, no es así?
-Me reconoces muy bien, estoy orgulloso. Dime, ¿Harías algo por mi? porque, digamos...estoy muerto. -Una risita juguetona pudo oírse con claridad a los oídos de los presentes.
- Claro, pero, ¿Qué cosa? -Respondió la castaña.
- Ahora veras... Tengo tanta hambre.
En ese momento, Renata dejo de respirar. Sintió como su cuerpo empezó a pesar de golpe y cayó desplomada al frío y mugriento suelo de tierra húmeda. Leonard, al escuchar un ruido fuerte, fue corriendo temiendo lo peor. Al llegar donde su amiga, clavó la vista en el cadáver de la mujer destripada, sintiendo unas enormes náuseas que pudo contener. Miró más en la oscuridad y encontró el suelo a quien estaba buscando, fue corriendo hasta ella y trato de despertarla zamarreando su cuerpo con desesperación, no sabia muy bien que hacer, no sabia siquiera que había pasado con ella.
- ¡Renata! ¡Despierta, Renata! - Gritaba él, su preocupación aumentó de manera rápida.
Entonces, cuando ella abrió los ojos, esbozo una hermosa sonrisa. El muchacho suspiró aliviado por completo y devolvió la sonrisa a su amiga probando que todo estaba bien, pero la tranquilidad duró poco. La mano de Renata se alzo rápidamente a la cara de Leo y, con un movimiento rápido, le arranco de la cuenca derecha el ojo al muchacho. El, sintió un dolor tremendo y grito como nunca antes lo había hecho. La sangre y liquido cefalorraquídeo de Leo cayó sobre ella, el suéter a rayas y su rostro, aún con la vista enfocada en el.
- Por favor, tampoco duele tanto. Créeme muchacho, tener una bala metida en tu cuerpo es mucho peor. -Dijo la chica con su típica voz, apartando la vista hacia el orbe que sostenía en la palma de su mano. Entonces, su mano introdujo ese ojo que acababa de arrancar dentro su boca. Empezó a masticarlo, las textura era como entre gelatina y goma de mascar pero con un sabor salado y un toque agrio.
Leo por instinto trato de calmar su ojo cerrando su parpado derecho y presionándose con una mano. El dolor que sentía era intenso y notaba un fuerte mareo inundando de forma brusca. El terror que poseía la mente del rubio, hizo que el muchacho tratara de correr por donde había vuelto, sin embargo debido a la oscuridad y la falta de visión, Leo accedía accidentalmente por otro pasadizo mientras huía, la sangre del globo ocular que había sido arrancado escurría por todo su brazo, manchando así las mangas de su chaqueta. ¿Cómo le podría explicar esto a los médicos? Lo tacharían de loco, pero ya se las arreglaría para inventar una muy buena excusa, si es que la verdad no se le salia de las manos.
La muchacha se levanto con una sonrisa de oreja a oreja que se había formado en sus labios. Fue hacia un viejo armario de madera húmeda y con musgo que se encontraba en la esquina de la habitación, lo abrió sin infligir fuerza y allí se encontraba un bozal de cuero de un color magenta chillón, Renata se lo puso y sucesivamente se quito la goma que sujetaba su pelo, dejándolo caer libremente sobre su espalda.
- No, no me servirá. -
Diciendo esto, la muchacha buscó en el mencionado armario algo que pudiera ayudarla, y así fue; un cuchillo utilitario negro, el cual tomó al instante, para así usarlo para ir cortando su cabello de forma lenta y precisa, para después guardarlo en sus bolsillos. Viendo como todo lo que había cortado yacía en el suelo.
Renata se miró al espejo encajado en una de las paredes, allí probablemente cualquiera vería a la joven que una vez trataba de investigar los horrores que vinculaban a su padre. Sin embargo, a través de la visión de ella se veía el reflejo de la viva imagen de su padre.
- Es hora de ir de caza. - Dijo él.
Johanna, Eduardo, Francis y Clear estaban disfrutando de los efectos de las bebidas espirituales. En ese instante, Clear y Eduardo se estaban besando y Francis intentaba lo mismo con Johanna pero la muchacha a pesar de estar ebria por completo, no le permitía ni siquiera tocarla, dando leves empujones a su acompañante.
En ese instante, Johanna escucho un sonido entre los arbustos, pensó que probablemente seria un gato o alguna paloma, pero de todos modos quería alejarse de Francis, no le agrada nada ese muchacho.
- Ahora vuelvo, he oído algo.- Decía mientras acomodaba su cabello rubio.
-Cuidado, no vaya a pasarte como en SCREAM- Exclamó entre risotadas, Francis.
Johanna solo ignoro ese comentario, pasándolo por alto y se encamino hacia el arbusto. Al llegar sintió un aroma extraño; una mezcla dulce y agria, amarga. Eso ocasiono que empezara a tener migraña, tomando su frente presionándola del dolor, miro hacia la izquierda y... La vio. Tenia el cabello suelto y corto, llevaba como una mascara de un tono magenta, portaba una especie de chaqueta negra y en la mano izquierda portaba algo brillante y a simple vista puntiagudo. La extraña muchacha la señalo, esto obligó a la muchacha a bajar la vista, percatándose de que tenia un dardo clavado en el pecho. No sentía dolor alguno pero se le hizo repulsivo, trato de correr o mover su brazo para quitarse el dardo pero su cuerpo yacía totalmente paralizado.
Entonces, la misteriosa chica se acerco hasta Johanna, le quito el dardo e hizo sentar a su victima, tomándola del mentón violentamente la hizo mirar hacia sus amigos.
-Lo que veras no es más que el principio, así que no llores. - Dijo Renata, sucesivamente se levanto y fue camino hacia los amigos de la rubia-
Eduardo se percato de la muchacha con bozal y justo cuando iba a decir una insensatez, su yugular fue rebanada por el cuchillo utilitario negro de la recién llegada. Al instante, Renata hizo un gesto con la mano, saco dos dardos y los lanzo de golpe. Uno impacto en el cuello de Francis y el otro en el pecho de Clear, ambos empezaron a tratar de moverse pero les resulto imposible, el veneno de los dardos era extremadamente potente, dejándolos en un estado de inmovilidad. La castaña se quito el bozal y mordió de lleno la mejilla derecha de Eduardo, haciendo que charcos de sangre inundaran las comisuras de sus labios.
- Sabe fatal.- Exclamó ella y escupió el trozo de carne en el rostro del cadáver, mirándolo con un fuerte desagrado.
Ahora se movió hacia Clear, saco su cuchillo y cerceno la mejilla izquierda exponiendo así las muelas del juicio y parte de la quijada de Clear. Sucesivamente hizo lo mismo con la derecha. Después le saco la lengua y la corto rápidamente. Aquello hizo que empezara a salir una sustancia espesa y rojiza, definitivamente era sangre de la boca Clear. Por ultimo guardo su cuchillo y puso las dos manos en las cuencas de su victima y sacó de los dos orbes. La parálisis no permitía a la chica siquiera gritar pero de poder, probablemente sus chillidos resonarían por todo el lugar. La muchacha de bozal guardo en un bolsillo los trozos de carne y se dirigió al chico y le hizo exactamente lo mismo, todo acabó muy rápido, sus vidas se desplomaron en cuestión de segundos. Después les comprobó la respiración y simplemente sonrió.
- Menos mal que nadie aguanta este veneno. - y al decir esto, se giro hacia Johanna con la sonrisa aún plasmada. Al llegar hasta ella, la miro a los ojos y le susurró. - No te alarmes, a ti no te haré eso, tu seras parte del ritual.
Entonces, la visión de Johanna se fue oscureciendo y el cansancio la poseyó en su cuerpo.
Johanna abrió los ojos. Al hacerlo, vio que estaba rodeada de doce encapuchados y en medio se encontraba Renata. Miró su cuerpo y se dio cuenta que su pecho estaba recostado sobre un pedestal y que tenia encadenados sus pies y brazos a esto, apretando de una manera horrible, incluso lastimandola.
-Adelante Johanna, debes acabar el ritual. - Dijo la chica del bozal a su contraria.
- ¡¿Por que haces esto Renata?! ¡Se que no te he tratado tan bien como te mereces pero soy tu hermana!- Replicó la chica que se encontraba amarrada.
Entonces, la muchacha se quito el bozal, mostrando su enorme y descarada sonrisa.
-Yo no soy Renata, soy Tasterfaces. -Diciendo eso, una sombra invadió su rostro. La "muchacha" tomo aire de nuevo y continuó. - En realidad mi nombre en vida fue James Everdeen. No necesitas saber más, no tenemos tiempo para contar pasados aburridos o absurdos. Ahora limítate a cumplir nuestras ordenes y tal vez... puedas marcharte.
Johanna quedo atónita ante esa explicación. ¿James Everdeen? ¿Tasterfaces? A la hija del policía le sonaba de algo esas palabras pero no podía recordar a que se debía.
-Toma el cuchillo que tienes en el bolsillo y córtate el dedo indice de la mano izquierda.- Ordenó Tasterfaces, esta vez en un tono serio.
- ¡¿Qué?! ¡Ni de coña, anda y que te folle..- Entonces Johanna recibió un puñetazo de James en la nariz, el mayor iba enserio.
-¿No te oí muy bien? ¿Dijiste algo como "lo haré encantada"?, ¿No?
La nariz de Johanna no dejaba de sangrar y la adolescente tenia la impresión de que se le había partido, aunque le dolía mucho, el horror que sentía ante esa situación no la dejaba siquiera pronunciar palabra. De hecho, ese ataque le recordó con claridad la muerte de sus amigos. Empezó con un sollozo, que se fue convirtiendo en un mar de lágrimas, su cabeza dolía y no sabia que hacer en esa situación.
-¡Vamos! ¡No tenemos toda la noche! -Alzó la voz Tasterfaces mientras tomaba el cuchillo de los bolsillos de la rubia, para así extenderselo, esperando que esta lo tome.
Johanna agarró el cuchillo de su bolsillo con la cabeza baja y con solo un movimiento se corto el dedo, aquello hizo que la sangre comenzara a derramarse por todo el pedestal. Gritó de dolor mientras la chica del bozal se acercaba.
-Shhh... -La antes mencionada cubrió la boca de la rubia con un pañuelo- Todavía no acabamos.
Entonces Johanna sintió como un olor que desconocía se introducía por sus fosas nasales, era un olor demasiado fuerte. Tasterfaces dejó caer el pañuelo y agarró la barbilla de Johanna.
-Ahora la lengua. - Mientras decía esto, sacó un arma de fuego, posando la en su frente. - O pueden servirme tus sesos, tu decides.
Johanna estaba aterrada. A pesar de todo, tomó la lengua con los dedos y acerco el cuchillo a su boca, y sin demora, se la corto. La muchacha gimió y empezó a expulsar más sangre de la boca. Tasterfaces agarró la lengua y la puso en el pedestal junto al dedo. Entonces la chica del bozal miro a Johanna, sus ojos en tono avellana se veían muy similares a los de un padre.
- Bien hecho, solo falta el otro dedo indice y ya habremos acabado.- Pronunció la castaña en un tono paternal.
La hija del policía empezó a mover con desespero el cuchillo "¿otra vez?" pensaba ella. Sabía desde ya que resistirse y luchar le resultaba imposible, no solo por las cadenas y el hecho de que Tasterfaces podía matarla cuando quisiera, sino que sentía como su mente cedía a cualquier orden. ¿Podía deberse a que en pañuelo le hubieran puesto alguna sustancia? Eso ya no importaba, ella solo quería salir de allí de la manera más rápida posible. Cogió el cuchillo y como si nada, se rebana encima del pedestal el otro dedo indice.
- ¡Fantástico Johanna!- Exclamó con una sonrisa. Después, la chica del bozal se alejo hacia los encapuchados- Bien muchachos, ya saben que hacer.
Once de los doce encapuchados, sacaron sus respectivos cuchillos y empezaron a orar algo en latín. Johanna ya no entendía que pasaba ¿la matarían? eso pensó, pero para su sorpresa ocurrió algo distinto. Los once individuos empezaron a apuñalarse a si mismos, algunos directamente en la cabeza, otros en el pecho, otros hacia el cuello, y otros en el estomago. No se detuvieron hasta que cayeran muertos, todo fue un gran acto suicida. El suelo y las paredes se habían llenado del tono carmesí y Tasterfaces empezó a soltar una gran risotada, hasta que vio que aún quedaba en pie otro encapuchado. La chica del bozal se acercó a este individuo.
- Oye, ¿por que no cumples con la orden? ¿es que osas... -
No pudo acabar su pregunta.El individuo había sacado un arma y la acciono, disparando a la castaña. Después se quito la capucha, mostrando su rostro. Era un muchacho rubio, tenia un parche blanco que le cubría un ojo. Tasterfaces miró al joven y antes de que pudiera contraatacar, Leonard le propinó un puñetazo dejando noqueada a la chica. Entonces sacó una llave de su abrigo y la acciono dentro del grillete de las cadenas, liberando a Johanna.
-Discúlpame, debía esperar a que se suicidaran. - Dijo el recién llegado mirando a Johanna.
Johanna empezó a llorar, el dolor era parte de aquella reacción pero había algo más, era felicidad. Aquello hizo que fuera corriendo a abrazarlo. Leo correspondió al abrazo y la acurruco en su cuerpo. Después de esto, le dijo que debían darse prisa y se dirigieron hacia la puerta. Sin embargo, justamente cuando iban a irse, detrás de ellos escucharon un sonido, se giraron y vieron a una castaña ponerse de pie.
- ¿Creen que se van a deshacer de mi tan prontó? Pues están muy equivocados- Decía esta, mientras corría hasta Johanna y Leonard.
- Johanna corre, yo la detendré. He llamado a la policía y seguro que vendrán.- Ordenó el chico mientras apuntaba de nuevo con la pistola. Johanna corrió como pudo dejando un rastro de sangre. Mientras, el contrario se acercaba a la chica del bozal.
- Renata se que tu sigues allí, por favor escúchame...-Decía entre una que otra plegaria-
- Renata, Renata y Renata... ¿es que no lo entiendes? ¡Ella ya no está aquí!- Diciendo esto, se abalanzó sobre Leonard encajándo el cuchillo en el pecho. Al mismo tiempo, la chica ya le había retirado la pistola tirándola a un lado de la habitación, para evitar que este volviese a atacar.
-¡Ahhh! ¡Bastardo! -Gritó el rubio, tratando de quitarse a la chica de encima pero su intento fue fallido.
Las lágrimas de Leo empezaron a brotar sobre sus mejillas y rogándole a la chica que tuviese algo de compasión, pero por mas que él suplicara Tasterfaces no le hacia caso y solo le enterraba el cuchillo más adentro.
Renata esta llorando, la habitación donde se haya no hay luz alguna, esta atada con unas cadenas de carne que le aprietan muy fuerte, casi siente como sus huesos se están rompiendo con ello. Detrás de ella esta su padre abrazándola con fuerza, no puede ni quiere resistirse a probar un sólo bocado. ¿Será producto de su imaginación o la cruda realidad se volvió aterradora?
- Renata ¿puedo comerte? - Le dijo el padre a su hija. Por lo cual ella no sabia que contestar. ¿Quien era ella? ¿era comida? ¿o la que comía?
-¿Puedo? ¿Puedo? - Preguntaba el padre con insistencia. El siguió insistiendo, abrazando el cuerpo de su hija. Renata sentía como le costaba respirar, tenia la impresión de que iba a vomitar y al mismo tiempo sentía un hambre intensa.
- Voy a empezar por tu lengua. - Dicho eso, el padre aproximo sus labios hacia los de su hija pero... La hija le mordió en la mejilla hasta arrancársela. El padre le propinó una patada y la mando al otro extremo de la habitación. El impacto hizo que las cadenas de carne de la menor se partieran por la mitad, dejándose ver que dentro tenían huesos.
- ¿¡Qué mierd* pasa contigo zorr*?! ¡¿Es que no me quieres?! -Gritó el padre con enfadado.
- Papi, creo que estas equivocado, te quiero.- Musitó la contraria fríamente. Después esbozo una sonrisa demente y exclamó: - ¡Te quiero comer padre!
James fue corriendo hasta ella y le dio una bofetada que le dejo la cara roja. La chica lo miro seriamente y empezó a reír a carcajadas.
- Vuelve al rincón y no te atrevas a pensar en semejante gilipollez ¿Te queda claro cacho de carne?- El Señor Everdeen se dirigía fuera de la habitación.
-¡Hahaha! Estúpido... ¿Es que no eres consciente que la carne eres TÚ?
Entonces el padre se giró y antes de darse cuenta, su rostro impacto con la pierna de la chica. James trato de contraatacar con un puñetazo pero esta fue ágil y lo esquivo. En ese momento, el hombre sacó su machete y trató de rebanar la yugular de su hija. Por lo cuál ella se movió rápidamente para un lado, esquivando el ataque de su padre.
- ¡¿Es todo lo que tienes?!- Bufó ella, soltando risitas leves en un tono de burla al poco tiempo.
- ¡Maldita chica insolente!- Furioso agarrando a la muchacha del cuello, le correspondió dándole un puñetazo en la zona derecha del rostro haciéndola caer al frío y grisaseo suelo.
Renata sentía como poco a poco se iban quebrando los huesos de la mandíbula, pero aunque el dolor sea muy fuerte no se iba a detener tan rápido. Se levanto y con un poco de dificultad esquivó los golpes que James trataba de darle con su machete.
- Jeje... Es algo gracioso que te veas tan débil peleando con tu hija; tú con armas y yo totalmente desprotegida.
- ¡Cállate! ¿¡Qué sabes tú de pelea?! -Decía el padre de la chica mientras dejaba en el suelo su machete, y unas cuantas navajas.
- No logro comprender, en serio eres muy tonto como para ser mi padre...
Dicho esto la muchacha se acerco a él por sus espaldas, poniendo sus brazos abajo de los de él y sus manos las trabo detrás de su cabeza.
- ¿¡Que demonios haces?! -Alzó aún más la voz, tratando de liberarse del agarre de su hija-
- Ahora veras... Tengo tanta hambre.
Tasterfaces dobló el cuello de James hacia delante rompiéndole la columna, provocando una asfixia severa. El mayor apenas podía hablar, apenas podía tomar aire, pero luchaba por sobrevivir, no se iría así de rápido.
- ¡Espera, espera! Llegamos a la parte donde pedirás que no te coma.
- ¡¡N-nunca te pediré piedad, zorr*!!- Exclamó con sus últimas fuerzas.
- Bueno, si tu lo pides.
Se pone de rodillas al lado de su padre, comenzando a apuñalarlo con una de las navajas que había dejado el anteriormente. La sangre empezó a escurrir por todo el piso de la habitación dejando a la castaña manchada por completo. Agarró a James del cabello, clavando una puñalada, luego otra, otra y después de la cuarta, miró a su padre, diciendo:
-¿Algúna última palabra, James?... ¿No?, perfecto.
Otra puñalada y otra, para el padre le resultaba imposible defenderse. Entonces, cuando el dejó de moverse,la menor dio una mordida a la cara de su progenitor arrancándole la otra mejilla.
Siguió con quitarle los ojos dejando las cuencas vacías, se los trago y cuando estaba apunto de arrancarle la lengua, la muchacha recordó todo lo que vivió con él, aquellos días de infancia cuando su familia estaba unida.
- Padre, te amo. Cuando te haya comido del todo, seremos uno solo.- y a continuación, le cortó la lengua a su padre y la habitación se volvió de rojo carne.
Johanna despertó en una camilla de hospital. No recordaba casi nada, tenia vagos recuerdos cuando estaba en un pasadizo y acababa desplomándose. Trato de levantarse y no le fue difícil, se miro las manos. Tenia todos los dedos, y los dos indices estaban vendados. Trato de llamar a alguien pero le resultaba imposible pronunciar palabra alguna de forma correcta.
En ese instante, Johanna vio que al lado de ella, la madre de Renata estaba durmiendo en el sillón y en ese momento, entro el padre de la rubia con una bolsa en la mano. El agente Mike al ver a su hija despierta, caminó decidido a abrazarla con cariño.
Johanna no sabia como reaccionar, así que correspondió al abrazo. Después el padre aviso a través de un botón a una enfermera, al cabo de un cuarto de hora la doctora King hizo el informe y les notifico que la muchacha pronto recibiría el alta. También explicó que no se alarmaran por la dificultad de su hija en hablar ya que un implante de lengua tardaba bastante en volver a adaptarse a la boca. Después de ello, la doctora le dio a Johanna un cuaderno para escribir lo que necesitara y en ese preciso instante, la joven escribió:
"¿Que ha sido de Leo y Renata?"
Mike miro a su hija, y le explico lo que la policía había ido allí. Al parecer, a Leonard lo encontraron con vida pero debido al ataque que sufrió, aún yacía en coma. Por otra parte, Renata simplemente había desaparecido del mapa. Al terminar su padre, la menor quiso ver a su amigo y aunque el oficial dudo, dejo ir a su hija sola.
Cuando Johanna llego a la habitación de Leo, la muchacha sintió una extraña fragancia familiar y al abrir la puerta, vio para su horror algo que la perturbaría de por vida. Allí donde debía descasar su amigo, yacía el cadáver de Leo ensangrentado. El blanco de la habitación hacia contrasta con la sangre que ensuciaba las paredes. En el rostro del muchacho le habían cercenado las mejillas, y tanto la boca como su parpado izquierdo si bien estaban cerrados, el liquido aún fluyendo de esos orificios delataban que algo le habían hecho en los labios y en el ojo.
Johanna trato de gritar del espanto pero le era imposible, además sentía como un terrible mareo la invadía y aunque tratara de mantenerse en pie, acabo desplomándose. Entonces, al tratar de levantarse se percato que en el suelo había una carta y la recogió al instante. Al abrirla, leyó lo siguiente:
"Querida Johanna, si eres tu quien esta leyendo esta carta entonces he supuesto bien en que serias la primera en venir hoy a ver a Leo ¿Te gusta como esta?
Desde que me comí a padre, tengo hambre. Cada bocado de su alma, hizo que sus recuerdos y conocimientos fueran parte de mi y ahora comprendo la necesidad de comer.
Johanna, quiero que sepas que ha pesar de nuestras diferencias, en el fondo siempre te admire y te considere una igual. Por eso que te quiero, te quiero comer.
No intentes gritar, se que lo estas intentando pero no te ayudara en nada Johanna, no corras, no te escondas ni pidas ayuda yo te encontrare y devorare cada pedazo de carne que haya en tu cuerpo hasta que no quede absolutamente nada mas que huesos.
Pero no te preocupes Johanna que no te dolerá, pues cuando vaya a empezar a comerte ya estarás muerta...
30 de Abril del 2004:
Una pequeña niña de aproximadamente 5 años contemplaba tras la ventana un hermoso paisaje soleado y colorido que había en la estación primaveral de Abril. Una sombra y el ligero sonido de varios pasos, los cuales hacían chirriar el piso de madera ya gastado por los años, la hizo voltear a ver a un hombre alto de hermosos ojos verdes como el jade y, con un traje militar, sonriendo fue a abrazarlo con todas sus fuerzas.
- Papá te voy a extrañar -Musitaba la menor con los ojos cristalinos, llenándose de lágrimas que poco a poco fueron engrosando en sus mejillas-
- Mi niña, recuerda que siempre estaré contigo -Dijo el padre ,que, abrazando a la niña intententaba consolarla- Pero ya tengo que partir, nos veremos después.
Le acaricio la mejilla con dulzura y bajandola, se encamino a despedir de su esposa.
- Lo extrañare mucho -Dijo la castaña a su madre, una pelinegra que contemplaba la ida del hombre en pleno silencio, hasta que por fin pudo pronunciar una palabra.
-Yo también Renata...
7 de Septiembre del 2010
Una chica de apariencia aproximada a los once años corría por las casi válidas calles de la ciudad junto con un muchacho rubio de la misma edad, cruzaban calle por calle, avenida por avenida, hasta llegar a un gran hospital.
- ¡Vamos Leo, seguro que mi papá está esperando! -Dijó la castaña, con completa preocupación.
- Renata, e-espera, por favor... Mis pies me duelen -Respondió a su llamadó con la respiración agitada y, el rostro completamente rojo y sudoroso.
Entraron a la recepción del hospital; era espaciosa, estaba muy bien adornada y se podía notar el orden con tan sólo dar un paso en la entrada, sin más demora, fueron directos a un escritorio, donde atendía la recepcionista.
-¿Se les ofrece algo? -Preguntó una joven recepcionista con una sonrisa a los recién llegados.
-Venimos a ver al señor James Everdeen- Dijó el chico rubio apoyándose con cuidado en el escritorio de la señorita.
-Muy bien, -Musitó la señorita mientras revisaba una libreta, parecia estar buscando algo, y asi era- Piso 3 habitación 142- Contesto ella.
Los chicos corrieron hasta el ascensor, esperando que las puertas abrieran. Al entrar, escucharon unos horribles sonidos chirriantes en el elevador dando una sensación lúgubre, y los fluorescentes que colgaban de aquel no dejaban de centellear. La castaña tuvo miedo de aquello, haciendo que su cuerpo se llenará de nervios, pero Leo le tomó la mano con cariño y le dijó: Todo ira bien haciendo que sus nervios disminuyeran de forma repentina.
Al abrirse las puertas del ascensor, corrieron directos a la habitación, la chica toca la puerta esperando una respuesta pero lo único que se escuchaba era una voz varonil desconocida hablando con la madre de Renata, ese no era su padre, y podía asegurarlo.
"¿Qué estará pasando?" Se preguntaba ella. [[[File:Tasterfacesbyaisu.jpg|thumb|220x220px|By: Aisu-san ]]]
Entonces, la antes mencionada abrió la puerta y justo en ese instante se escuchó un fuerte pitido, uno que la hizo sobresaltarse al momento. Asustada debido al sonido, se alejó de la puerta blanca de aquella habitacion y mientras la cerraba, escuchó el lamento de su madre, hablando entre leves sollozos.
Varios minutos después, la madre de la muchacha salió de la sala de observación y miró a su hija. Renata se acercó a su madre y antes de darse cuenta, la Señora Everdeen estaba abrazandola, entre sollozos que parecían durar años.
-¿Qué...? ¿Qué a pasado con p-papá? - Preguntó la chica castaña, aunque temía saber la respuesta por parte de la mayor.
- Renata, hija, me temo que tu padre ya no estará con nosotras.- Contestó su madre en un tono melancólico, completamente dolida y simplemente estalló en un llanto.
Los ojos de Renata empezarón a llenarse de finas lágrimas y mientras se las secaba, pudó observar entre la puerta blanca con el número 123 grabado en esta ya abierta, haya donde yacía ahora el cadáver de su padre, este extrañamente tenía el brazo derecho esposado a la fría barra de acero de la cama.
13 de Junio del 2014
Habían pasado 4 años desde la muerte del padre de Renata. Su madre, la Señora Stella Hopps, había empezado a salir con otro hombre, Mike Walker, un policía de 37 años. Mike tenia una hija, Johanna; de hermoso y sedoso cabello rubio, de ojos azules y a diferencia de la castaña, su cuerpo estaba mucho más desarrollado. Ella y Renata apenas se llevaban bien pero con el paso del tiempo habían aprendido como minino a aceptar que iban a vivir juntas durante mucho tiempo, después de todo ellas no decidieron como iban a ser las cosas en las vidas de sus padres.
Un día normal como cualquier otro, si podemos decirlo así, Renata y Leonard, caminaban rumbo al instituto junto con Johanna. Las calles estaban totalmente inundades de estudiantes, partiendo a las instalaciones de sus colegios. Durante esos cuatro años, Leonard y Johanna ya se habían conocido, llevándose bastante bien y aunque la castaña no estaba segura, intuía que a Johanna le gustara Leo, puesto a su forma de actuar al estar conviviendo juntó con él, podría ser algo obvio. Al llegar al instituto, Renata sintió como el viento soplaba en ese día de primavera, dando la sensación de que en vez de avanzar hacia el verano, retrocederían a la estación invernal, simplemente suspiró tomando un poco de aire fresco.
-¡Vamos empanada!- Exclamó la rubia, Johanna. Renata la miró con recelo, pero siquiera se atrevió a responder, no quería quedar como una inmadura delante de su mejor amigo.
Al llegar a clase, la maestra estuvó entregando las notas de los exámenes bimestrales pasados. Mientras lo hacia, varios alumnos vigilando de que no les pillaran, estaban con sus celulares haciendo "tiempo libre". Otros grupitos estaban conversando entre ellos. Renata por su parte estaba conversando con Leo de deporte, quedando en la conclusión de que no le apasionaba en especial, sin embargo, no le incordiaba hablar de ello.
Desde la muerte de su padre, la muchacha se había vuelto un poco distante, solo se sinceraba con Leo y su madre. Pero el resto del mundo le resultaba imposible comunicarse con ellos, era como si todavía fuese una niña pequeña rodeada de completos extraños.
-¡Señorita Everdeen! -Habló la Señorita Petterson, encargada de ese grupo.
- ¿Si maestra? -Preguntó mirando a la mayor, esperando la respuesta de esta.
- Venga, es su turno.
- Claro. -Se levantó de su pupitre, trasladándose de manera lenta hacia la maestra.
Un 9 de 10 fue la nota de Renata. Aquello era aburrido para ella, a diferencia de la mayoría, a ella le bastaba con prestar atención a clase y si se encontraba motivada ha veces tomaba apuntes, nada fuera de lo normal. Después llamaron a Johanna, no era muy buena en las materias pero probablemente aprobaría, a fin de cuentas le estuvó ayudando. En el fondo a pesar de ser un poco impertinente con ella, Johanna era una buena persona, o al menos eso pensaba la muchacha.
Al escuchar el chirrido del timbre, la clase entera salio corriendo de la aula, dejando los pasillos concurridos del gentío que se encontraba a esas horas. Al salir; Leonard, Renata, y Johanna se estaban volviendo por el mismo camino, nadie decía nada, completamente nada, pero el muchacho rubio le dedicó una cálida sonrisa a la castaña, preparado para hablar.
- ¿Nos vemos a las 07:25 p.m. en el cementerio?- Musitó a su lado el rubio.
- ¿Qué van a hacer allí?- Preguntó Johanna, interrumpiendo la posible respuesta.
Hubo un silenció de nuevo, uno atormentador. Renata le había hecho prometer a Leo no explicar nada de lo que tenían entre manos ese viernes por la noche a nadie y sin embargo él había sido tan descuidado como para decir eso.
- Nada, solo cosas de emos, para reinos un poco ¿Deseas venir con nosotros? -Dijó Renata, mirando a su hermanastra.
-Ni ganas, yo ya he quedado. -Dió una pausa, rondando entre sus pensamientos- Pero aún pudiendo no pasaría. -Agregó-
Durante el resto del camino se limitaron a hablar sobre sus notas y la decepción de Johanna al ver ese 6.5, por lo menos había pasado, raspando pero lo hizo. El grupo estuvo riendo y después Leo mostró orgulloso su nota de 10, superando así a Renata.
Entonces, las chicas llegaron a una vivienda, se despidieron de Leo, viendo como este tomaba camino a casa. Al entrar dentro de la casa, vieron una nota de sus padres diciendo que ese día habían salido y llegarían bastante tarde, tal vez sería por asuntos de negocios o sólo para ir a una cena como pareja, sea lo que sea, a ellas dos no les importaba en lo más mínimo.
Durante la tarde, Johanna estuvo comunicándose a través de su celular en "Facebook" con varios chicos y chicas para quedar e ir hacer un botellon en un parque cerca de la iglesia católica del vecindario. Por otro lado, Renata estaba en la PC imprimiendo una hoja donde estaban escritas unas cuantas palabras en lo que parecía ser el idioma latín. Extrañada por estas hojas, Johanna se las quitó y con un gestó confundido dijo:
- Vaya la mariposa salió del panal ¿Así que satanismo?
- ¡Eso sería una abeja estúpida! ¿Quieres soltar eso? - Gritó la contraria con gran molestia- ¿No?
Entonces se levantó y le quito aquel folio a Johanna. La rubia no supo responder y ni siquiera se atrevió a replicarle. Hacia muchísimo tiempo que no veía así de enfadada a su hermanastra "¿Por que ese enfado? solo eran papeles." pensó.
Después, Renata se fue a recoger su mochila y miró el reloj. "07:02, mejor me voy yendo ya" musitó en lo bajó la de cabello castaño.
Salió de casa sin despedirse de su hermana y fue caminando hasta el cementerio. Llego allí a las 07:22 antes de la hora acordada y aún así, Leonard ya estaba esperándola, jugando lo que parecía ser Candy Crush. Al percatarse de la llegada de su amiga, guardo el celular al instante.
-Hola Ren. ¿Aún quieres seguir? -Su sonrisa volvió, entrando detrás de las paredes del cementerio.
- Claro que si, necesito saber porque lo hizo. -Contestó la muchacha, caminando por detrás.
Aquel día, Renata y Leo se habían reunido al cementerio con un propósito. El motivo por el cual estaban allí era saber que era lo que indujo a su padre a unirse a un extraño culto de adoraciones malévolas... Según descubrierón, su padre se unió a "Verdaderos Hijos" una extraña secta que había formado ni más ni menos que un cadete que estuvo bajo la tutela del Sr.Everdeen. El cadete de nombre Timmy Simpsom, formó el culto bajo la creencia que Dios quería que la humanidad volviera a su estado de antaño en la prehistoria, o eso se decía. En realidad, el culto fomentaba que los hombres y mujeres debían volver a su estado más "salvaje" y volver a las raíces de antiguos tabúes, como el incesto o el canibalismo.
La muchacha jámas recordó a su padre como un hombre violento ni mucho menos un enfermo sexual así que al principio creyó que su padre podía estar investigando el culto del cadete. Sin embargo, el horror se descubrió cuando Leonard encontró la evidencia periodística donde un comisario había disparado múltiples veces a su padre debido a que este estuvo a punto de asesinarlo. En esa misma referencia, se explicaba que a demás que el Señor James, tenia a una rehén secuestrada a la cual había forzado a mutilarse a si misma, todo ello para un ritual completamente extraño.
La chica no lo creía, pero las referencias habían probado la absoluta y horrible verdad, se sintió engañada, nadie había contado la verdad puesto que decían que su padre habia muerto gracias a un insidente y, su madre llevaba tambien la responsabilidad bajo este asunto. Renata quería descubrir mucho más sobre su padre, por eso, fueron al cementerio ya que según se rumoreaba por algunas buenas fuentes que el culto había hecho 32 sacrificios para su deidad en ese mismo cementerio, sin embargo no había muchas evidencias de esto, siquiera podía saberse con exactitud en que parte los habían hecho.
Cuando estaban caminando, dando uno que otro paso, en espera de encontrar algo que pudiera servir, Leo tropezó con lo que parecía ser una puerta escondida entre hojas y una lapida, Leo movió las hojas y vio unos escritos en latín, al parecer, diciendo "Deus quaerit..." pero la puerta estaba rota y gastada, no podían completar la frase. Entonces Renata recordó que esas palabras en latín eran parte de una oración del culto según lo que ella había investigado, de hecho todas la información la tenia impresa en las hojas que había imprimido hace algunos minutos atrás.
-Mira, Leo.- Músito ella dándole una hoja - Ahí esta completa la frase, o mejor dicho, la oración.
-Vamos a ver... -Murmuro en silencio el muchacho, observando la hoja - Dice "Dios busca caníbales para lo demás necesitare el traductor, pero, me temo que aquí estaba el culto. -Observó a la muchacha, sus ojos avellanas estaban envueltos de preocupación, pero habló para así por fin contestar.
-Voy a entrar Leo... Quédate aquí vigilando.
Leo acedia y dejo ir a Renata, a pesar de no estar seguro de dejarla ir sola, el cumpliría su mandato, todo por ayudarla con esta buena causa. Ella pateó hasta romper por completo la puerta que dirigía a unas escaleras oscuras, estas escaleras bajaban hacia un cuarto con poca iluminación, con un olor a incienso muy fuerte, estaba segura que siquiera las iglesias podían oler de esa forma tan descomunal. Renata camino por toda la escalera hacia el cuarto hasta que se topo con una estatua grotesca y sin ojos. Atormentada por eso mismo optó por correr ciegamente topándose cara a cara con un cuerpo destripado de lo que parecía ser los restos en descomposición de una chica, intento gritar pero no pudo, se quedo paralizada mirándolo. Se siente incomoda, presiente que la observan así que poco a poco va mirando toda el aula de reojo, giró hacia la estatua que parecía que la estaba observando de lejos, a pesar del hecho de no tener ojos.
- Acércate, querida... Ven aquí.
La chica, intrigada se fue acercando a paso lento pero constante, no sabia que sentir en ese momento; terror ó curiosidad.
- ¿Qué eres y... Qué quieres? - Preguntó con la voz vibrante de los nervios-
-¿Qué soy? Mejor dicho, ¿Quién soy? -Decía la voz y se escuchó como una respiración de algo invisible se acercaba- Apuesto a que podrías reconocerme.
-Papá. -Susurró para si misma, aclarando bien la idea de con quien estaba tratando en esos momentos- ¿Tu eres mi padre, no es así?
-Me reconoces muy bien, estoy orgulloso. Dime, ¿Harías algo por mi? porque, digamos...estoy muerto. -Una risita juguetona pudo oírse con claridad a los oídos de los presentes.
- Claro, pero, ¿Qué cosa? -Respondió la castaña.
- Ahora veras... Tengo tanta hambre.
En ese momento, Renata dejo de respirar. Sintió como su cuerpo empezó a pesar de golpe y cayó desplomada al frío y mugriento suelo de tierra húmeda. Leonard, al escuchar un ruido fuerte, fue corriendo temiendo lo peor. Al llegar donde su amiga, clavó la vista en el cadáver de la mujer destripada, sintiendo unas enormes náuseas que pudo contener. Miró más en la oscuridad y encontró el suelo a quien estaba buscando, fue corriendo hasta ella y trato de despertarla zamarreando su cuerpo con desesperación, no sabia muy bien que hacer, no sabia siquiera que había pasado con ella.
- ¡Renata! ¡Despierta, Renata! - Gritaba él, su preocupación aumentó de manera rápida.
Entonces, cuando ella abrió los ojos, esbozo una hermosa sonrisa. El muchacho suspiró aliviado por completo y devolvió la sonrisa a su amiga probando que todo estaba bien, pero la tranquilidad duró poco. La mano de Renata se alzo rápidamente a la cara de Leo y, con un movimiento rápido, le arranco de la cuenca derecha el ojo al muchacho. El, sintió un dolor tremendo y grito como nunca antes lo había hecho. La sangre y liquido cefalorraquídeo de Leo cayó sobre ella, el suéter a rayas y su rostro, aún con la vista enfocada en el.
- Por favor, tampoco duele tanto. Créeme muchacho, tener una bala metida en tu cuerpo es mucho peor. -Dijo la chica con su típica voz, apartando la vista hacia el orbe que sostenía en la palma de su mano. Entonces, su mano introdujo ese ojo que acababa de arrancar dentro su boca. Empezó a masticarlo, las textura era como entre gelatina y goma de mascar pero con un sabor salado y un toque agrio.
Leo por instinto trato de calmar su ojo cerrando su parpado derecho y presionándose con una mano. El dolor que sentía era intenso y notaba un fuerte mareo inundando de forma brusca. El terror que poseía la mente del rubio, hizo que el muchacho tratara de correr por donde había vuelto, sin embargo debido a la oscuridad y la falta de visión, Leo accedía accidentalmente por otro pasadizo mientras huía, la sangre del globo ocular que había sido arrancado escurría por todo su brazo, manchando así las mangas de su chaqueta. ¿Cómo le podría explicar esto a los médicos? Lo tacharían de loco, pero ya se las arreglaría para inventar una muy buena excusa, si es que la verdad no se le salia de las manos.
La muchacha se levanto con una sonrisa de oreja a oreja que se había formado en sus labios. Fue hacia un viejo armario de madera húmeda y con musgo que se encontraba en la esquina de la habitación, lo abrió sin infligir fuerza y allí se encontraba un bozal de cuero de un color magenta chillón, Renata se lo puso y sucesivamente se quito la goma que sujetaba su pelo, dejándolo caer libremente sobre su espalda.
- No, no me servirá. -
Diciendo esto, la muchacha buscó en el mencionado armario algo que pudiera ayudarla, y así fue; un cuchillo utilitario negro, el cual tomó al instante, para así usarlo para ir cortando su cabello de forma lenta y precisa, para después guardarlo en sus bolsillos. Viendo como todo lo que había cortado yacía en el suelo.
Renata se miró al espejo encajado en una de las paredes, allí probablemente cualquiera vería a la joven que una vez trataba de investigar los horrores que vinculaban a su padre. Sin embargo, a través de la visión de ella se veía el reflejo de la viva imagen de su padre.
- Es hora de ir de caza. - Dijo él.
Johanna, Eduardo, Francis y Clear estaban disfrutando de los efectos de las bebidas espirituales. En ese instante, Clear y Eduardo se estaban besando y Francis intentaba lo mismo con Johanna pero la muchacha a pesar de estar ebria por completo, no le permitía ni siquiera tocarla, dando leves empujones a su acompañante.
En ese instante, Johanna escucho un sonido entre los arbustos, pensó que probablemente seria un gato o alguna paloma, pero de todos modos quería alejarse de Francis, no le agrada nada ese muchacho.
- Ahora vuelvo, he oído algo.- Decía mientras acomodaba su cabello rubio.
-Cuidado, no vaya a pasarte como en SCREAM- Exclamó entre risotadas, Francis.
Johanna solo ignoro ese comentario, pasándolo por alto y se encamino hacia el arbusto. Al llegar sintió un aroma extraño; una mezcla dulce y agria, amarga. Eso ocasiono que empezara a tener migraña, tomando su frente presionándola del dolor, miro hacia la izquierda y... La vio. Tenia el cabello suelto y corto, llevaba como una mascara de un tono magenta, portaba una especie de chaqueta negra y en la mano izquierda portaba algo brillante y a simple vista puntiagudo. La extraña muchacha la señalo, esto obligó a la muchacha a bajar la vista, percatándose de que tenia un dardo clavado en el pecho. No sentía dolor alguno pero se le hizo repulsivo, trato de correr o mover su brazo para quitarse el dardo pero su cuerpo yacía totalmente paralizado.
Entonces, la misteriosa chica se acerco hasta Johanna, le quito el dardo e hizo sentar a su victima, tomándola del mentón violentamente la hizo mirar hacia sus amigos.
-Lo que veras no es más que el principio, así que no llores. - Dijo Renata, sucesivamente se levanto y fue camino hacia los amigos de la rubia-
Eduardo se percato de la muchacha con bozal y justo cuando iba a decir una insensatez, su yugular fue rebanada por el cuchillo utilitario negro de la recién llegada. Al instante, Renata hizo un gesto con la mano, saco dos dardos y los lanzo de golpe. Uno impacto en el cuello de Francis y el otro en el pecho de Clear, ambos empezaron a tratar de moverse pero les resulto imposible, el veneno de los dardos era extremadamente potente, dejándolos en un estado de inmovilidad. La castaña se quito el bozal y mordió de lleno la mejilla derecha de Eduardo, haciendo que charcos de sangre inundaran las comisuras de sus labios.
- Sabe fatal.- Exclamó ella y escupió el trozo de carne en el rostro del cadáver, mirándolo con un fuerte desagrado.
Ahora se movió hacia Clear, saco su cuchillo y cerceno la mejilla izquierda exponiendo así las muelas del juicio y parte de la quijada de Clear. Sucesivamente hizo lo mismo con la derecha. Después le saco la lengua y la corto rápidamente. Aquello hizo que empezara a salir una sustancia espesa y rojiza, definitivamente era sangre de la boca Clear. Por ultimo guardo su cuchillo y puso las dos manos en las cuencas de su victima y sacó de los dos orbes. La parálisis no permitía a la chica siquiera gritar pero de poder, probablemente sus chillidos resonarían por todo el lugar. La muchacha de bozal guardo en un bolsillo los trozos de carne y se dirigió al chico y le hizo exactamente lo mismo, todo acabó muy rápido, sus vidas se desplomaron en cuestión de segundos. Después les comprobó la respiración y simplemente sonrió.
- Menos mal que nadie aguanta este veneno. - y al decir esto, se giro hacia Johanna con la sonrisa aún plasmada. Al llegar hasta ella, la miro a los ojos y le susurró. - No te alarmes, a ti no te haré eso, tu seras parte del ritual.
Entonces, la visión de Johanna se fue oscureciendo y el cansancio la poseyó en su cuerpo.
Johanna abrió los ojos. Al hacerlo, vio que estaba rodeada de doce encapuchados y en medio se encontraba Renata. Miró su cuerpo y se dio cuenta que su pecho estaba recostado sobre un pedestal y que tenia encadenados sus pies y brazos a esto, apretando de una manera horrible, incluso lastimandola.
-Adelante Johanna, debes acabar el ritual. - Dijo la chica del bozal a su contraria.
- ¡¿Por que haces esto Renata?! ¡Se que no te he tratado tan bien como te mereces pero soy tu hermana!- Replicó la chica que se encontraba amarrada.
Entonces, la muchacha se quito el bozal, mostrando su enorme y descarada sonrisa.
-Yo no soy Renata, soy Tasterfaces. -Diciendo eso, una sombra invadió su rostro. La "muchacha" tomo aire de nuevo y continuó. - En realidad mi nombre en vida fue James Everdeen. No necesitas saber más, no tenemos tiempo para contar pasados aburridos o absurdos. Ahora limítate a cumplir nuestras ordenes y tal vez... puedas marcharte.
Johanna quedo atónita ante esa explicación. ¿James Everdeen? ¿Tasterfaces? A la hija del policía le sonaba de algo esas palabras pero no podía recordar a que se debía.
-Toma el cuchillo que tienes en el bolsillo y córtate el dedo indice de la mano izquierda.- Ordenó Tasterfaces, esta vez en un tono serio.
- ¡¿Qué?! ¡Ni de coña, anda y que te folle..- Entonces Johanna recibió un puñetazo de James en la nariz, el mayor iba enserio.
-¿No te oí muy bien? ¿Dijiste algo como "lo haré encantada"?, ¿No?
La nariz de Johanna no dejaba de sangrar y la adolescente tenia la impresión de que se le había partido, aunque le dolía mucho, el horror que sentía ante esa situación no la dejaba siquiera pronunciar palabra. De hecho, ese ataque le recordó con claridad la muerte de sus amigos. Empezó con un sollozo, que se fue convirtiendo en un mar de lágrimas, su cabeza dolía y no sabia que hacer en esa situación.
-¡Vamos! ¡No tenemos toda la noche! -Alzó la voz Tasterfaces mientras tomaba el cuchillo de los bolsillos de la rubia, para así extenderselo, esperando que esta lo tome.
Johanna agarró el cuchillo de su bolsillo con la cabeza baja y con solo un movimiento se corto el dedo, aquello hizo que la sangre comenzara a derramarse por todo el pedestal. Gritó de dolor mientras la chica del bozal se acercaba.
-Shhh... -La antes mencionada cubrió la boca de la rubia con un pañuelo- Todavía no acabamos.
Entonces Johanna sintió como un olor que desconocía se introducía por sus fosas nasales, era un olor demasiado fuerte. Tasterfaces dejó caer el pañuelo y agarró la barbilla de Johanna.
-Ahora la lengua. - Mientras decía esto, sacó un arma de fuego, posando la en su frente. - O pueden servirme tus sesos, tu decides.
Johanna estaba aterrada. A pesar de todo, tomó la lengua con los dedos y acerco el cuchillo a su boca, y sin demora, se la corto. La muchacha gimió y empezó a expulsar más sangre de la boca. Tasterfaces agarró la lengua y la puso en el pedestal junto al dedo. Entonces la chica del bozal miro a Johanna, sus ojos en tono avellana se veían muy similares a los de un padre.
- Bien hecho, solo falta el otro dedo indice y ya habremos acabado.- Pronunció la castaña en un tono paternal.
La hija del policía empezó a mover con desespero el cuchillo "¿otra vez?" pensaba ella. Sabía desde ya que resistirse y luchar le resultaba imposible, no solo por las cadenas y el hecho de que Tasterfaces podía matarla cuando quisiera, sino que sentía como su mente cedía a cualquier orden. ¿Podía deberse a que en pañuelo le hubieran puesto alguna sustancia? Eso ya no importaba, ella solo quería salir de allí de la manera más rápida posible. Cogió el cuchillo y como si nada, se rebana encima del pedestal el otro dedo indice.
- ¡Fantástico Johanna!- Exclamó con una sonrisa. Después, la chica del bozal se alejo hacia los encapuchados- Bien muchachos, ya saben que hacer.
Once de los doce encapuchados, sacaron sus respectivos cuchillos y empezaron a orar algo en latín. Johanna ya no entendía que pasaba ¿la matarían? eso pensó, pero para su sorpresa ocurrió algo distinto. Los once individuos empezaron a apuñalarse a si mismos, algunos directamente en la cabeza, otros en el pecho, otros hacia el cuello, y otros en el estomago. No se detuvieron hasta que cayeran muertos, todo fue un gran acto suicida. El suelo y las paredes se habían llenado del tono carmesí y Tasterfaces empezó a soltar una gran risotada, hasta que vio que aún quedaba en pie otro encapuchado. La chica del bozal se acercó a este individuo.
- Oye, ¿por que no cumples con la orden? ¿es que osas... -
No pudo acabar su pregunta.El individuo había sacado un arma y la acciono, disparando a la castaña. Después se quito la capucha, mostrando su rostro. Era un muchacho rubio, tenia un parche blanco que le cubría un ojo. Tasterfaces miró al joven y antes de que pudiera contraatacar, Leonard le propinó un puñetazo dejando noqueada a la chica. Entonces sacó una llave de su abrigo y la acciono dentro del grillete de las cadenas, liberando a Johanna.
-Discúlpame, debía esperar a que se suicidaran. - Dijo el recién llegado mirando a Johanna.
Johanna empezó a llorar, el dolor era parte de aquella reacción pero había algo más, era felicidad. Aquello hizo que fuera corriendo a abrazarlo. Leo correspondió al abrazo y la acurruco en su cuerpo. Después de esto, le dijo que debían darse prisa y se dirigieron hacia la puerta. Sin embargo, justamente cuando iban a irse, detrás de ellos escucharon un sonido, se giraron y vieron a una castaña ponerse de pie.
- ¿Creen que se van a deshacer de mi tan prontó? Pues están muy equivocados- Decía esta, mientras corría hasta Johanna y Leonard.
- Johanna corre, yo la detendré. He llamado a la policía y seguro que vendrán.- Ordenó el chico mientras apuntaba de nuevo con la pistola. Johanna corrió como pudo dejando un rastro de sangre. Mientras, el contrario se acercaba a la chica del bozal.
- Renata se que tu sigues allí, por favor escúchame...-Decía entre una que otra plegaria-
- Renata, Renata y Renata... ¿es que no lo entiendes? ¡Ella ya no está aquí!- Diciendo esto, se abalanzó sobre Leonard encajándo el cuchillo en el pecho. Al mismo tiempo, la chica ya le había retirado la pistola tirándola a un lado de la habitación, para evitar que este volviese a atacar.
-¡Ahhh! ¡Bastardo! -Gritó el rubio, tratando de quitarse a la chica de encima pero su intento fue fallido.
Las lágrimas de Leo empezaron a brotar sobre sus mejillas y rogándole a la chica que tuviese algo de compasión, pero por mas que él suplicara Tasterfaces no le hacia caso y solo le enterraba el cuchillo más adentro.
Renata esta llorando, la habitación donde se haya no hay luz alguna, esta atada con unas cadenas de carne que le aprietan muy fuerte, casi siente como sus huesos se están rompiendo con ello. Detrás de ella esta su padre abrazándola con fuerza, no puede ni quiere resistirse a probar un sólo bocado. ¿Será producto de su imaginación o la cruda realidad se volvió aterradora?
- Renata ¿puedo comerte? - Le dijo el padre a su hija. Por lo cual ella no sabia que contestar. ¿Quien era ella? ¿era comida? ¿o la que comía?
-¿Puedo? ¿Puedo? - Preguntaba el padre con insistencia. El siguió insistiendo, abrazando el cuerpo de su hija. Renata sentía como le costaba respirar, tenia la impresión de que iba a vomitar y al mismo tiempo sentía un hambre intensa.
- Voy a empezar por tu lengua. - Dicho eso, el padre aproximo sus labios hacia los de su hija pero... La hija le mordió en la mejilla hasta arrancársela. El padre le propinó una patada y la mando al otro extremo de la habitación. El impacto hizo que las cadenas de carne de la menor se partieran por la mitad, dejándose ver que dentro tenían huesos.
- ¿¡Qué mierd* pasa contigo zorr*?! ¡¿Es que no me quieres?! -Gritó el padre con enfadado.
- Papi, creo que estas equivocado, te quiero.- Musitó la contraria fríamente. Después esbozo una sonrisa demente y exclamó: - ¡Te quiero comer padre!
James fue corriendo hasta ella y le dio una bofetada que le dejo la cara roja. La chica lo miro seriamente y empezó a reír a carcajadas.
- Vuelve al rincón y no te atrevas a pensar en semejante gilipollez ¿Te queda claro cacho de carne?- El Señor Everdeen se dirigía fuera de la habitación.
-¡Hahaha! Estúpido... ¿Es que no eres consciente que la carne eres TÚ?
Entonces el padre se giró y antes de darse cuenta, su rostro impacto con la pierna de la chica. James trato de contraatacar con un puñetazo pero esta fue ágil y lo esquivo. En ese momento, el hombre sacó su machete y trató de rebanar la yugular de su hija. Por lo cuál ella se movió rápidamente para un lado, esquivando el ataque de su padre.
- ¡¿Es todo lo que tienes?!- Bufó ella, soltando risitas leves en un tono de burla al poco tiempo.
- ¡Maldita chica insolente!- Furioso agarrando a la muchacha del cuello, le correspondió dándole un puñetazo en la zona derecha del rostro haciéndola caer al frío y grisaseo suelo.
Renata sentía como poco a poco se iban quebrando los huesos de la mandíbula, pero aunque el dolor sea muy fuerte no se iba a detener tan rápido. Se levanto y con un poco de dificultad esquivó los golpes que James trataba de darle con su machete.
- Jeje... Es algo gracioso que te veas tan débil peleando con tu hija; tú con armas y yo totalmente desprotegida.
- ¡Cállate! ¿¡Qué sabes tú de pelea?! -Decía el padre de la chica mientras dejaba en el suelo su machete, y unas cuantas navajas.
- No logro comprender, en serio eres muy tonto como para ser mi padre...
Dicho esto la muchacha se acerco a él por sus espaldas, poniendo sus brazos abajo de los de él y sus manos las trabo detrás de su cabeza.
- ¿¡Que demonios haces?! -Alzó aún más la voz, tratando de liberarse del agarre de su hija-
- Ahora veras... Tengo tanta hambre.
Tasterfaces dobló el cuello de James hacia delante rompiéndole la columna, provocando una asfixia severa. El mayor apenas podía hablar, apenas podía tomar aire, pero luchaba por sobrevivir, no se iría así de rápido.
- ¡Espera, espera! Llegamos a la parte donde pedirás que no te coma.
- ¡¡N-nunca te pediré piedad, zorr*!!- Exclamó con sus últimas fuerzas.
- Bueno, si tu lo pides.
Se pone de rodillas al lado de su padre, comenzando a apuñalarlo con una de las navajas que había dejado el anteriormente. La sangre empezó a escurrir por todo el piso de la habitación dejando a la castaña manchada por completo. Agarró a James del cabello, clavando una puñalada, luego otra, otra y después de la cuarta, miró a su padre, diciendo:
-¿Algúna última palabra, James?... ¿No?, perfecto.
Otra puñalada y otra, para el padre le resultaba imposible defenderse. Entonces, cuando el dejó de moverse,la menor dio una mordida a la cara de su progenitor arrancándole la otra mejilla.
Siguió con quitarle los ojos dejando las cuencas vacías, se los trago y cuando estaba apunto de arrancarle la lengua, la muchacha recordó todo lo que vivió con él, aquellos días de infancia cuando su familia estaba unida.
- Padre, te amo. Cuando te haya comido del todo, seremos uno solo.- y a continuación, le cortó la lengua a su padre y la habitación se volvió de rojo carne.
Johanna despertó en una camilla de hospital. No recordaba casi nada, tenia vagos recuerdos cuando estaba en un pasadizo y acababa desplomándose. Trato de levantarse y no le fue difícil, se miro las manos. Tenia todos los dedos, y los dos indices estaban vendados. Trato de llamar a alguien pero le resultaba imposible pronunciar palabra alguna de forma correcta.
En ese instante, Johanna vio que al lado de ella, la madre de Renata estaba durmiendo en el sillón y en ese momento, entro el padre de la rubia con una bolsa en la mano. El agente Mike al ver a su hija despierta, caminó decidido a abrazarla con cariño.
Johanna no sabia como reaccionar, así que correspondió al abrazo. Después el padre aviso a través de un botón a una enfermera, al cabo de un cuarto de hora la doctora King hizo el informe y les notifico que la muchacha pronto recibiría el alta. También explicó que no se alarmaran por la dificultad de su hija en hablar ya que un implante de lengua tardaba bastante en volver a adaptarse a la boca. Después de ello, la doctora le dio a Johanna un cuaderno para escribir lo que necesitara y en ese preciso instante, la joven escribió:
"¿Que ha sido de Leo y Renata?"
Mike miro a su hija, y le explico lo que la policía había ido allí. Al parecer, a Leonard lo encontraron con vida pero debido al ataque que sufrió, aún yacía en coma. Por otra parte, Renata simplemente había desaparecido del mapa. Al terminar su padre, la menor quiso ver a su amigo y aunque el oficial dudo, dejo ir a su hija sola.
Cuando Johanna llego a la habitación de Leo, la muchacha sintió una extraña fragancia familiar y al abrir la puerta, vio para su horror algo que la perturbaría de por vida. Allí donde debía descasar su amigo, yacía el cadáver de Leo ensangrentado. El blanco de la habitación hacia contrasta con la sangre que ensuciaba las paredes. En el rostro del muchacho le habían cercenado las mejillas, y tanto la boca como su parpado izquierdo si bien estaban cerrados, el liquido aún fluyendo de esos orificios delataban que algo le habían hecho en los labios y en el ojo.
Johanna trato de gritar del espanto pero le era imposible, además sentía como un terrible mareo la invadía y aunque tratara de mantenerse en pie, acabo desplomándose. Entonces, al tratar de levantarse se percato que en el suelo había una carta y la recogió al instante. Al abrirla, leyó lo siguiente:
"Querida Johanna, si eres tu quien esta leyendo esta carta entonces he supuesto bien en que serias la primera en venir hoy a ver a Leo ¿Te gusta como esta?
Desde que me comí a padre, tengo hambre. Cada bocado de su alma, hizo que sus recuerdos y conocimientos fueran parte de mi y ahora comprendo la necesidad de comer.
Johanna, quiero que sepas que ha pesar de nuestras diferencias, en el fondo siempre te admire y te considere una igual. Por eso que te quiero, te quiero comer.
No intentes gritar, se que lo estas intentando pero no te ayudara en nada Johanna, no corras, no te escondas ni pidas ayuda yo te encontrare y devorare cada pedazo de carne que haya en tu cuerpo hasta que no quede absolutamente nada mas que huesos.
Pero no te preocupes Johanna que no te dolerá, pues cuando vaya a empezar a comerte ya estarás muerta...